Iratxe, el cisne azabache
La Compañía Nacional de Danza de México inauguró con éxito la trigésimo segunda edición de la temporada de “El Lago de los Cisnes”, en un marco tan especial como el espacio natural de la Isleta del Lago del Viejo Bosque de Chapultepec.
Por Iratxe de Arantzibia
A lo largo de un mes, la formación mexicana se adueña de este enclave situado en México D.F. y muestra una adaptación reducida de la celebérrima obra de Petipa-Ivanov, que funciona casi como una suite del espectáculo original. En esta ocasión, la temporada homenajeaba a la recientemente desaparecida Laura Urdapilleta (1932-2008), Primera Bailarina de México, y primera Odette de Chapultepec, y tenía una especial dedicatoria hacia Irma Morales, también Primera Bailarina de la CND mexicana, quien abandona los escenarios este año.
Cinco escenarios diferentes en torno al Lago de Chapultepec cuentan las vicisitudes del amor entre el príncipe Siegfried y Odette, convertida en Cisne por el sortilegio del malvado Von Rothbart. La adaptación coreográfica mexicana recrea el baile en la corte, la escena de cacería del príncipe, el acto del lago, el embaucador embeleso de la maléfica Odile, el combate contra el hechicero y, ¡cómo no!, termina con el final feliz. El plus adicional de esta puesta en escena es que hace gala de todo tipo de detalles: cisnes naturales nadando por el lago, caballos en los que el príncipe hace su entrada triunfal, majestuosa carroza para la Reina Madre, fuegos de artificio para los explosivos ataques del hechicero, paseos en barca de los enamorados…Además, en su intención de favorecer el entendimiento de la historia, una voz en off –un tanto trasnochada- narra los pasajes clave de la historia.
En el aspecto coreográfico, la síntesis de esta obra, concebida en cuatro actos –dos actos de corte, de la mano de Marius Petipa, y otros dos de ballet blanco en el lago, firmados por Lev Ivanov- esboza los momentos más significativos, siendo, sin duda, los pasos a dos del Cisne Blanco (Odette) y Cisne Negro (Odile), los instantes más esperados. En esta función, la pareja de Primeros Bailarines Sandra Bárcenas y Raúl Fernández interpretaron con solvencia sus roles en el Cisne Blanco. Frente a ellos, Iratxe Beorlegui (Donostia, 1975), Primera Solista, y Yoandy Salgado, Solista, hicieron lo propio con el Cisne Negro. En las tres primeras versiones de “El Lago de los Cisnes” (1877 y siguientes), los dos roles eran interpretados por dos bailarines diferentes, hasta que Piera Legnani, primera Prima Ballerina Assoluta de la historia, se atrevió con ambos papeles, en la exitosa versión Petipa-Ivanov, de 1895. Debido a las dificultades técnicas derivadas del recinto natural, son dos las bailarinas que encarnan esos roles.
Como Cisne Blanco, Odette ha de interpretar a un ser etéreo en su ingravidez y con un exquisito lirismo a flor de piel. Como Cisne Negro, Odile ha ser magnética, embaucadora y la quintaesencia del mal con una envoltura sublime. Al espíritu de su rol, hay que sumar la dificultad de interpretar los papeles en unas condiciones adversas. La belleza de actuar en el Lago de Chapultepec supone sacrificar un escenario con linóleo, una temperatura idónea –pues la humedad del espacio cala en los huesos del espectador, por lo tanto, en los bailarines- y la completitud de la obra, en pos de una breve síntesis. Como ventaja, su labor de creación de nuevos públicos, por esta adaptación que saca la danza a un enclave natural. En este sentido, el resultado final es óptimo, máxime si cuenta con la aceptación multitudinaria del público mexicano, como es el caso.
Humedad aparte, el dúo Bárcenas-Fernández dio buenas muestras de sus tablas ante esta cita al aire libre. Convincentes en sus roles, con gran complicidad entre sí, Odette-Sandra fue lo suficientemente etérea como para sobrevolar el Lago de Chapultepec, junto a su príncipe Raúl. Como contrapunto, Iratxe Beorlegui creó una Odile sugerente, pérfida y embrujadora. La donostiarra demostró en este papel sus cualidades de bailarina, con una gran fortaleza técnica, para quien 32 fouttés no son más que una diversión gozosa, incluso en un escenario al aire libre. Y es que Iratxe es algo más que un encantador cisne azabache. Sino que se lo pregunten a la Compañía Nacional de Danza de México, donde sus ojos verdes y su calidad dancística tienen arrebatado a todo el personal. Porque la donostiarra devuelve a México con su buena labor sobre un escenario todo lo que el país azteca le ha reportado para su desarrollo profesional. Su próximo reto: interpretar a Katherina en “La fierecilla domada” de John Cranko. Eso sí, esta vez, el escenario será el Palacio de Bellas Artes. Aunque, sin duda, ver a los cisnes en todo su esplendor enmarcados en un lago natural, también tiene su gracia y máxime cuando no falta ni el más mínimo detalle, como es el caso de “El Lago de los Cisnes” que la Compañía Nacional de Danza de México, dirigida por Dariusz Blajer, presenta, año a año, desde hace más de tres décadas, en el Lago de Chapultepec.
© 2005Danza Ballet