Igor Stravinski y el ballet: “La música es incapaz de expresar algo por sí misma”
De pequeño, Stravinski recibió la atmósfera cultural del Teatro Mariinski y de una importante educación musical a cargo del compositor ruso Rimski‑Kórsakov. La belleza de sus primeras composiciones como la fantasía orquestal “Fuegos artificiales” (1908) impulsaron al empresario de ballet, Sergei Diaghilev, a convocarlo para su compañía los Ballets Rusos. Ballets de procedencia rusa pero que sus grandes éxitos fueron en París. Con los Ballets Rusos (1909-1929) se inicia la renovación de los estilos en la danza.
Por Hernán Perriere.
La danza académica o clásica, que había tenido como exponente desde mediados de siglo XIX a Petipa (“Giselle”, “Cascanueces”, “El lago de los Cisnes”, etc.) comienza a cambiar. Los Ballets Rusos modifican la estructura clásica de la danza aunque aún no se lo puede catalogar como danza moderna o contemporánea. Sí, se incorporan nuevos temas: la búsqueda de la identidad y las tradiciones rusas, el folklore, y los ritos y las leyendas populares.
A la música de Stravinski de este primer período se la clasifica como pro rusa y está marcada por el ritmo y el color orquestal. En esta primera etapa se incluyen obras de ballets como “El pájaro de Fuego” (1910), “Pretrushka” (1911) coreografiadas por M. Fokine y “La consagración de la primavera” (1913) de V. Nijinsky.
El ballet “El pájaro de fuego” fue concebido como un ballet distinto, basado en cuatro cuentos tradicionales de las historias folclóricas rusas. Fue la irrupción de Stravinski en la escena musical. Esta obra coreografiada por M. Fokine se presentó en Buenos Aires en 1917 con la compañía del Teatro Colón.
Desde el punto de vista coreográfico, Fokine experimenta movimientos ajenos hasta el momento para la danza: gestos grotescos, arrastradas, brazos quebrados entre otros. En el “pas de deux» (paso de a dos) propone una melodía lúdica donde las maderas y la percusión marcan las aventuras del príncipe Iván y el pájaro de fuego.
Pero sin duda la obra más reconocida de Stravinski es “La consagración de la primavera” coreografiada por V. Nijinsky y estrenada en París el 29 de mayo de 1913. El estreno causó polémica: desde el comienzo de la obra se escucharon gritos, abucheos, se generaron disturbios y discusiones. Al decir del crítico J. Cocteau: “la sala se sublevó inmediatamente… tampoco ayudaba demasiado la confusa coreografía”. La obra se refiere al sacrificio ritual de una joven virgen elegida para celebrar la primavera bailando hasta su muerte. Los movimientos obedecen a ritmos violentos, los recursos de la percusión y un motivo que se repite. Esta obra fue coreografiada posteriormente por M. Bejart, P. Bausch, S. Waltz y el argentino M. Wainrot.
Al iniciarse el estallido de la Revolución Rusa, Stravinski, se encontraba en gira y residía en Suiza. Allí comienza una nueva etapa en la que compone “La historia de un soldado” (1918) una ópera con claro contenido antibélico que estrena en Weimar. En esta etapa compone nuevos ballets neoclásicos como Pulcinela (1920) de Massine con decorados y el vestuario de Picasso, o Apollon coreografiada por G. Balanchine (1928).
Stravinski fue calificado por el estalinismo como “modernista burgués y degenerado”. El régimen estalinista controlaba la enseñanza a los músicos, de esta manera, la mayoría de los compositores quedaron incluidos en listas negras: Beethoven, Liszt, Chaikovsky, Chopin y Bach ente otros. Luego de la muerte de Stalin, Stravinsky vuelve a Rusia en 1962. Estaba transitando lo que se considera su tercer periodo caracterizado como serialista. La obra de ballets más característica es “Agón” escrito entre 1954 y 1957 coreografiado por G. Balanchine.
Falleció el 6 de abril de 1971 en Nueva York.
Ballets de Igor Stravinsky:
El pájaro de fuego (1909 – 10), en dos cuadros.
Petrouchka (1910 – 11, revisión 1946 – 47), burlesco en cuatro cuadros.
La Consagración de la Primavera (1911 – 13, revisión 1921, 1943), escenas de la Rusia pagana en dos partes.
Las bodas (1914, revisión 1923), cuatro escenas coreográficas (con voces solistas y coros)
Pulcinella (1919 – 20), en un acto (con mezzosoprano, tenor y bajo).
Apollon Musagète (1927 – 28), en dos cuadros.
El beso del hada (1928, revisión 1950), en cuatro escenas.
Juego de naipes (1936), en “tres manos”
Orfeo (1948 – 51), en tres escenas
Agon (1953 – 57), para doce bailarines