Boris Eifman transformó la trágica novela de Tolstoy de 1877 en uno de los dramas más emocionantes de la danza contemporánea.
Debido a su concepto de movimiento dinámico, su trágica historia de amor, llena de pasión y desesperación, es considerada como la obra maestra del coreógrafo ruso.
La primera representación del ballet Anna Karenina en marzo de 2005 en San Petersburgo confirmó una vez más la reputación de Boris Eifman como el coreógrafo más destacado de su país. Después de la representación en San Petersburgo, Eifman llenó los teatros de toda Europa y América; entonces dió permiso también a la Ópera del Estado de Viena (Staatsoper) y a la Ópera Popular de Viena (Volksopera) para representar Anna Karenina.