En la antesala del centenario del octubre-noviembre rojo, la antesala – septembrina ésta- de otra efemérides redonda: los 90 años de la muerte de Isadora Duncan, bailarina del futuro.
Se presumen para entonces glosas de su vida intensa, esplendorosa, dolorida, escandalosa y trágica; glosario que, casi con toda seguridad, pasará como de puntillas por su participación breve y ardorosa en la revolución a la que fue invitada.
Por Ángel García Pintado