Como tantos otros nombres de la danza no incluidos en los libros de Historia del Arte, Martha Graham (1894-1991) debería estar presente en esos textos a estudiar desde los institutos.
Porque se le ha comparado, por su dimensión en abrir nuevos caminos de expresión, con Picasso o Stravinsky, y es que la senda que inició para la danza a partir de 1926, cuando fundó su compañía, es esencial para entender la vía moderna de este arte, desde entonces, y su influencia en tantos coreógrafos posteriores.
Por CRISTINA MARINERO para El Mundo