La noche del sábado 22 de mayo, en la Opéra national de Paris, las treinta y dos sombras de Nureyev fueron las grandes estrellas de la velada, quienes junto a una excepcional Aurélie Dupont, como la bayadère Nikya, y la magistral Dorothée Gilbert como Gamzatti recibieron merecidas y largas ovaciones.
La creación de Rudolf Nureyev para el Ballet de l’Opéra de Paris es una obra que a golpe de efecto entra y triunfa por los ojos: el vestuario, magistral; el desplazamiento de los artistas sobre escena, prominente, y la escenografía, justa e impecable.