Hasta el s.XIX la escenografía y el vestuario de las artes espectaculares habían sido realizados por artesanos cuyo trabajo consistía en llevar a cabo las órdenes y normas establecidas desde el s.XVI, donde la ‘perspectiva’ era el elemento clave para idear un espacio que pareciese real.
El paso de los años dio lugar a la especialización de estos ‘artesanos’ convirtiéndolos en especialistas escenógrafos, pasando a desempeñar un papel tan relevante como el de la dirección dentro de la obra.
Esta evolución fue promovida por el surgimiento de los conceptos estéticos del diseño, lo que hizo posible y aconsejable la aparición de los ‘artistas-pintores’ en la elaboración de las nuevas escenografías. Esto se vio notablemente en los teatros simbolistas abiertos en París en la última década del XIX donde los pintores se adentraron en el mundo del teatro buscando vías de renovación al tiempo que constataba el gran interés de éstos por las artes del espectáculo.