Maurice Béjart, leyenda viva de la danza mundial

Maurice Béjart, leyenda viva de la danza mundial | Danza Ballet 

«un minimum d’explication, un minimum d’anecdotes, et un maximum de sensations»
(Un mínimo de explicación, un mínimo de anécdotas, y un máximo de sensaciones)

Extrait d’Un instant dans la vie d’autrui.

Su nombre, Maurice Béjart.

Un icono en el mundo dancístico. Un innovador del siglo XX. Quienes han seguido con lupa su trayectoria como bailarín, coreógrafo y director de su propia Compañía, han resaltado la riqueza de su propuesta, que es ecléctica, enriquecida con música contemporánea espectacular y sobre todo cargada de un gusto cosmopolita.

Debuta a los 18 años en el Teatro Municipal de Vichy y a continuación forma parte de los Ballet de Roland Petit y del Real Ballet Sueco. En 1959 estrena en Bruselas Le Sacre du printemps interpretada por bailarines de tres formaciones diferentes que pasarían a formar la genial compañía Ballet del Siglo XX. Durante 27 años, entre 1960 y 1987, Béjart revolucionó el mundo de la danza con espectáculos como Bolero, Canto del compañero errante (creada para Nureyev), Nijinski (para Jorge Donn) o Gaité parisienne (para Víctor Ullate).

En 1987 la compañía paso a ser el Béjart Ballet de Lausanne y en septiembre de 1992, después de quedar reducida a 20 bailarines tomó el nombre de Ruda Ballet. Actualmente vuelve a denominarse Béjart Ballet de Laussanne. Desde Bolero hasta Le Sacre du Printemps, pasando por piezas inspiradas en escritores, pintores, religiosos, músicos o filósofos, homenajes a cineastas como Fellini (Ciao Federico) o a diseñadores como Versace (Bolero pour Gianni), Béjart con su toque grandioso coreografía todo lo que se le pone por delante.

Secundado por su inseparable y equipo de bailarines del Béjart Ballet Lausanne, capitaneado por Gil Roman, su director asistente desde 1992, Béjart propone tres excepcionales coreografías inspiradas en temas españoles protagonizadas entre otros bailarines por tres primeras estrellas de la compañía desde hace años, los españoles Ruth Miró, Víctor Jiménez y Elisabet Ros. La formación está integrada por 22 hombres y 14 mujeres de muy diversas procedencias.

«Mis ballets —escribió Béjart— son, ante todo, encuentros con la música, con la vida, con la muerte, con el amor (…), seres cuyo pasado y obra se reencarnan en mí, igual que el bailarín que ya no soy se reencarna una y otra vez en unos intérpretes que lo rebasan».

Maurice Béjart
(Marsella, Francia; 1 de enero de 1927 – Lausana, Suiza; 22 de noviembre de 2007)

Coreógrafo y bailarín francés, conocido por su obra altamente efectista y a menudo impresionista. Su verdadero nombre es Maurice Jean Berger, y nació en Marsella, Francia. Bailó con el también coreógrafo francés Roland Petit y en diversas compañías.  En 1953 en París, fundó los Ballets de l’Étoile (más tarde conocidos como el Ballet Théatre de Maurice Béjart (1957). Sus innovaciones coreográficas suscitaron problemas en Francia, por lo que en 1959 se trasladó a Bélgica, al Teatro Real de la Moneda en Bruselas.

En 1960 formó junto a su compañía el Ballet du XXe Siècle. Béjart ha producido espectáculos a gran escala, utilizando bailarines con formación clásica junto a efectos coreográficos basados en la danza moderna y la acrobacia. En sus producciones ha empleado elementos eróticos como en Bolero (1961), y temas sociales y políticos como en El pájaro de fuego (1970). Su compañía ha actuado en escenarios no convencionales y ha bailado ante multitudes en palacios de deportes y circos. Béjart ha utilizado en sus coreografías efectos teatrales, como el uso de textos literarios y elementos de multimedia. En muchos de sus trabajos Béjart ha destacado la figura del bailarín.

Legó la dirección artística del Ballet du XXe Siècle a J. Donn. En 1980 debutó como director de ópera en Ginebra con Don Juan de Mozart. En 1988 Béjart trasladó su grupo Lausana, Suiza. © eMe

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Maurice Béjart (Marsella, Francia; 1 de enero de 1927 – Lausana, Suiza; 22 de noviembre de 2007)

Maurice Béjart, leyenda viva de la danza mundial

Ha cumplido 80 años de edad y sigue teniendo la misma intensidad que lo ha caracterizado.

Es una leyenda viva de la danza. Es una referencia obligada en todo el mundo. Ha dejado una huella incomparable dentro de la historia de esta manifestación dancística.

Su nombre, Maurice Béjart. Un icono en el mundo dancístico. Un innovador del siglo XX. Quienes han seguido con lupa su trayectoria como bailarín, coreógrafo y director de su propia Compañía, han resaltado la riqueza de su propuesta, que es ecléctica, enriquecida con música contemporánea espectacular y sobre todo cargada de un gusto cosmopolita.

En su lugar de origen, Francia, dio un impulso diferente al movimiento dancístico. De hecho, se considera que él abrió las puertas del ballet a un público que no era experto, es decir, no creía que la danza clásica fuera para una élite, sino que podía ser para las masas. En su momento, cambió el tutú por leotardos y jeans, revolucionando así el ballet europeo con su estética e innovadora técnica. Por esa razón, Béjart se convirtió en una de las personalidades francesas más conocidas en la Tierra. Y no fue para menos, sus bases fueron muy sólidas.

Su formación en la danza clásica fue a lado de iconos como Madame Egorova, Madame Roussane y Léo Staats. Su carrera profesional la inició con grandes figuras, como Jamine Charrat y Roland Petit.

Fue en 1949, durante una gira con el Ballet Cullberg, cuando descubrió la expresividad coreográfica que hasta hoy lo mantiene como un emblema de la danza. Después, estrenó su primera pieza: Sinfonía para un hombre (1955) con su Compañía Ballet de I’ Etoile. Con esta coreografía, descubrió a dos grandes compositores: Pierre Henry y Pierre Schaeffer, cuya música lo hizo pensar en la búsqueda de un nuevo lenguaje de la danza.

Más adelante, en 1960, fundó el Ballet del Siglo XX estrenando las obras Boléro (1961) y Messe pour le temps présent (1967). Hasta 1987, esta agrupación cambió su nombre a Béjart Ballet Lausanne (que ha celebrado su 50 aniversario). Al mismo tiempo, creó una fundación destinada a la promoción de actividades relacionadas con el arte de la danza. Durante este tiempo, hizo creaciones emblemáticas: Le Presbytére, La route de la soi y Á propos de Shéhérazade.

No hay que olvidar su labor como docente. Ha compartido su experiencia a través de sus dos escuelas: Mudra, fundada en 1970 en Bruselas, así como Rudra, creada en 1992 en Lausanne.

Una de sus grandes enseñanzas está resumida en una frase que él mismo creó y que define lo que es la danza para él: “Un minimum d’ explication, un minimum d’ anecdotes, et un maximum de sensations” (un mínimo de explicación, un mínimo de anécdotas y un máximo de sensaciones). Por Gabriela Jiménez Bernal. Fuente www.danza.unam.mx

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