Una exposición dedicada a Florencia, durante los más de 600 años que van desde el Renacimiento hasta los comienzos de la era moderna, tiene lugar en estos meses (del 22 de noviembre de 2013 al 9 de marzo de 2014) en la Bundeskunsthalle (Centro Federal de Arte y Exposiciones de Alemania) de Bonn.
Más de 350 piezas cedidas por 45 entidades de Florencia y alrededores, como la catedral de Santa Maria del Fiore, la Galleria degli Uffizi o el Museo del Tessuto de Prato, y 25 instituciones de Europa y Estados Unidos, como el Museo del Louvre, el British Museum de Londres, los Museos Estatales de Berlín y la National Gallery of Art de Washington, componen esta muestra única y singular reunida por primera vez de esta forma.

Florencia, meca de los amantes del arte, fascina desde tiempos pretéritos por su rico legado cultural, sus filósofos, escritores, arquitectos, ingenieros, pintores y escultores que durante casi siete siglos crearon innumerables obras maestras o hicieron descubrimientos de importancia mundial. Dante, Boccaccio, Cimabue, Donatello, Ghirlandaio, Michelangelo, Verrocchio, Cellini, Américo Vespucio, Maquiavelo nacieron, vivieron, trabajaron y crearon en esta ciudad a orillas del Arno, patria también de los Médici.
Cuna del Renacimiento
La exhibición abarca desde la época en que Florencia era una potencia económica en el medievo, pasando por los tiempos en los que acunó el Renacimiento, hasta llegar a convertirse en un centro intelectual y cosmopolita en el siglo XIX. Johann Wolfgang von Goethe apuntaba durante su visita en 1796 que se sentía moderamente impresionado por la ciudad, apenas una breve y rápida etapa en su periplo hacia el sur antes de visitar Roma, Nápoles y Sicilia, centros más atractivos para él entonces, una opinión no compartida hoy por millones de viajeros, interesados en la cultura, que quedan prendados por la magia de la capital de la Toscana.
Abre la muestra un gran cuadro emblemático (témpera sobre tela, 1465), «Dante y los tres reinos del más allá», único trabajo documentado de Domenico di Michelino, una alegoría sobre el autor de la Divina Comedia y su obra, que se encuentra habitualmente en la catedral de Florencia (casi oculto a la vista de los visitantes, adosado a un muro de la nave lateral del Evangelio).
Alighieri, sostiene abierto su libro en su mano derecha (pueden leerse los dos tercetos iniciales), en medio de un paisaje evocador: a la derecha y a extramuros el infierno, detrás, y ya dentro de la ciudad, la montaña del purgatorio con el paraíso en su cima (con Adán y Eva en el momento de la tentación), y a la izquierda las majestuosas torres de Florencia, dominadas por la cúpula octogonal (creada por Filippo Brunelleschi) de la catedral de Santa Maria del Fiore.
El mito
A partir de allí comenzamos un paseo de pocas horas por la ciudad y su mito a través de los tiempos que nos permite apreciar de cerca, con asombro, admiración y en detalle un sinnúmero de obras y objetos históricos (como por ejemplo la réplica exacta del telescopio de Galileo Galilei) que, sin duda, jamás podríamos contemplar tan documentadamente y con la tranquilidad necesaria bajo la presión de uno de esos estresantes viajes organizados de hoy en día.
Ya en 1300 Florencia era una metrópolis económica de fuerte crecimiento. Arte y dinero iban de la mano. Exquisitos brocados de seda con hebras de oro o de plata se exponen en diversas vitrinas junto a letras de cambio, documentos comerciales y billetes (florines). Los florentinos superaban los límites de su urbe y se expandían por su entorno. La ciudad no ocupaba una superficie muy grande, pero con sus 100.000 habitantes era una de las más pobladas de la Edad Media.
Desde épocas tempranas los florentinos comerciaban con países muy lejanos, sus lazos llegaban hasta Persia. El influjo de Oriente alcanzaba también a los numerosos artistas que residían y trabajaban ya en aquellos tiempos en la ciudad. Giotto y Fra Angelico crearon obras que enfrascan hasta hoy a los investigadores en exhaustivos estudios.
Arte
Entre los testimonios de arte sagrado figuran cuadros y esculturas de San Juan Bautista, patrono de la ciudad, y numerosas representaciones de Santa María, entre ellas «La Virgen con el Niño» (1285-1290), de Cimabue (Cenni di Peppo). La catedral de Florencia se convierte en un importante centro religioso. La cúpula de Brunelleschi es presentada en un modelo a escala en madera y en un filme 3D rodado por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Técnica de Darmstadt (centro-oeste de Alemania) que ha realizado un análisis profundo de su compleja construcción.
También la literatura forma parte del legado cultural de la ciudad, coronada por tres grandes figuras que habitaron en ella o mantuvieron contacto con ella desde el exterior, Dante, Petrarca y Boccaccio, pioneros o fundadores del humanismo escribieron (no exclusivamente) obras en lengua vernácula, vulgar, más próxima al habla del pueblo que el latín. Una copia manuscrita (sobre pergamino) de la Divina Comedia, de 1396 (75 años después de la muerte del Dante), es uno de los numerosos documentos selectos de la exposición.
En el Renacimiento Florencia experimentó su gran apogeo cultural. Obras de arte mundialmente famosas como La Gioconda (o la Mona Lisa, entre 1503 y 1506), de Leonardo da Vinci, el retrato de Lisa del Giocondo, esposa del acaudalado comerciante en sedas florentino Francesco del Giocondo, o «El nacimiento de Venus», del pintor cuatrocentista italiano Sandro Botticelli, fueron creadas en Florencia.
Riqueza
También el comercio alcanzó enorme florecimiento entonces, a través de la conquista de Pisa, la ciudad tuvo acceso directo al mar. Para Annamaria Giusti, historiadora de arte y comisaria adjunta de la exposición, esa tradición de mecenazgo de la población constituye el espíritu de la ciudad. «Florencia fue en el siglo XII una ciudad rica. A partir del siglo XIII florecía el comercio». Los comerciantes invirtieron su riqueza en el embellecimiento de la ciudad y en la promoción de los artistas. «Sobre todo las artes fueron lo más importante para sus habitantes. Daba igual lo que costara, la belleza era prioritaria», relata Giusti, directora de la sección de arte moderno del Palazzo Pitti.
El humanismo florentino permitió una nueva visión de la Antigüedad (en el arte, el espacio y la perspectiva son su expresión más acabada) y el Hombre se convierte en la medida de todas las cosas. Pero, cabe preguntarse, cuál hubiera sido el destino de Florencia si los Médici, la histórica familia de banqueros, no hubieran influido a partir de 1434 en su vida política y cultural.
Los Médici
El poder de los Médici es perceptible en toda la ciudad, financiaban monasterios e iglesias, promovían a científicos y artistas, como Botticelli, autor también de «Palas (o Minerva) y el centauro» (1482-83), uno de los puntos culminantes de la muestra, así como de «La primavera» (1481-82), icono de la renovación primaveral del Renacimiento florentino. Esta serie profana sobre temas mitológicos fue realizada por Botticelli a partir de 1480 después de su estancia en Roma, donde pintó los muros de la Capilla Sixtina.
«Palas (o Minerva) y el centauro», en el que la figura femenina, representada con los cabellos sueltos, vistiendo un claro y vaporoso vestido que muestra uno de los emblemas de los Médici (dos anillos entrelazados con diamantes engarzados), escudo al hombro y alabarda en su mano derecha, doma un monstruo mitológico mitad caballo y mitad hombre, parece tener una intención moralista (la lucha entre los instintos primitivos y la virtud). El cuadro colgaba sobre la puerta del mismo aposento en el que se encontraba «La primavera» (en el palacio de la Vía Larga, hoy Vía Cavour número 3) y marca el final del período mediceo del pintor. De aquí en adelante la temática de sus pinturas cambiará, para convertirse crecientemente en religiosa.
Cosimo de Médici fue quien fundó en 1563 la primera academia de pintores y escultores; su primer director fue nada menos que Giorgio Vasari. El dibujo fue un género especialmente promovido en Florencia. Pintura, escultura y arquitectura conformaron las nuevas áreas de las artes plásticas. Con el fin de los Médici en el siglo XVII sobreviene la transición hacia la era moderna bajo el reinado de los Habsburgo-Lorena.
Tiempos modernos
El archiduque de Austria y gran duque de la Toscana Pedro Leopoldo de Habsburgo-Lorena, siguiendo su tradición familiar, influyó decisivamente en la modernización. Gracias a su gestión, entre los siglos XVIII y XIX la ciudad se convirtió en un importante centro museístico. Coleccionistas y comerciantes en arte internacionales se establecieron en Florencia y negociaron con arte italiano en todo el mundo. La Galería de los Uffizi se abrió a todo el público, se crearon museos científicos y, en el mejor sentido de la Ilustración, todos tuvieron acceso al arte. Así fue como Florencia entera se desarrolló a lo largo de los siglos como una exquisita obra de arte en si misma.
Para Giusti la exposición (ndlr: realmente muy interesante y recomendable) es una oportunidad para mostrar a Florencia en todo su esplendor. Algunas de las obras salen de Italia por primera vez en la historia. Pero, mientras los turistas forman pacientemente largas colas para visitar los monumentos florentinos, la punta de lanza del arte de hoy mira hacia otros polos. Las nuevas ideas nacen en Nueva York o en Berlín, y la «perla de la Toscana» tiene que cuidar celosamente de su legado cultural para sacar el mejor partido posible de su precioso capital.
dirección de internet: www.bundeskunsthalle.de


