Basado en el cuento popular de Charles Perrault.Originalmente llamado “Cendrillon ou la petite pantoufle de verre” (Cenicienta o la pequeña zapatilla de cristal). El ballet fue estrenado en el año 1945. Se divide en tres actos con música de Sergei Prokofiev. El argumento atrajo a Marius Petipa, cuando faltaban sólo siete años para concluir el siglo XIX.
La obra, titulada como el cuento alusivo, tuvo la inhabitual coreografía de tres importantes figuras: el propio Petipa, Lev Ivánov y el maestro de baile italiano Enrico Cecchetti. Fue estrenado en el Teatro Mariinski de San Petersburgo.
Acto I. En casa de Cenicienta
Khudyshka y Kubyshka, hermanastras de Cenicienta, reciben las invitaciones para el baile de disfraces organizado en el castillo. Ambas se burlan de Cenicienta, que no ha sido invitada, por ser considerada la sirvienta de la casa.
Las hermanas bordan un chal para usar esa noche, mientras Cenicienta permanece en la cocina. Como de costumbre, las hermanastras comienzan a discutir, y rompen el chal en dos. Se van, dejando sola a Cenicienta, que se dispone a limpiar la habitación. Al ver los trozos del chal, comienza a bailar, pero pronto recuerda que ella no está invitada a la fiesta. Su tristeza le trae el recuerdo de su madre: de ella conserva un par de zapatos y un avellano que le pidió plantar antes de morir y que, desde entonces, cuida con amor.
Llega su padre y trata de consolarla, pero cuando la madrastra regresa de comprar lujosas ropas para el baile, ataca a su marido e insulta a Cenicienta en un acceso de ira. La joven queda sola, obligada a los quehaceres de la casa. Aparece una mendiga, pidiendo comida y limosna. Cenicienta la invita a entrar y le ofrece un delicioso caldo. Al verle los pies desnudos y lastimados, con bondad y humildad, los lava y los cubre con los zapatos que le dejara su madre.
Empiezan los preparativos para la gran fiesta: llegan el maestro de corte y un músico, para instruir a las damas en las danzas cortesanas. Cuando todo está listo, parten dejando sola a Cenicienta. La joven comienza a bailar y a hacer reverencias, imaginándose junto al príncipe, pero pronto vuelve a sentarse, desanimada.
De pronto, aparece nuevamente la mendiga y, transformándose en un Hada, le promete a Cenicienta hacer realidad sus deseos. En agradecimiento a su bondad, le obsequia a la muchacha un par de zapatos de cristal y convoca a las hadas de la primavera, el verano, el otoño y el invierno, con sus séquitos de flores, mariposas, luciérnagas, libélulas, saltamontes, quienes le traen vestimentas y adornos para el baile. Antes de partir hacia el castillo, el Hada madrina le advierte que debe regresar antes de las doce de la noche, y la conduce al gran reloj. De él salen seis enanitos guardianes, quienes le indicarán con su fanfarria el momento de abandonar el castillo.
Acto II. El baile de disfraces.
Los invitados llegan al castillo y bailan danzas de corte. Llegan los cuatro amigos del príncipe acompañados de dos damas y, poco después, ingresan la madrastra, sus hijas y el padre de Cenicienta. Khudyshka y Kubyshka se comportan groseramente. Cuando el príncipe hace su entrada, todas las damas intentan atraer su atención. El maestro de corte anuncia la llegada de Cenicienta, que aparece acompañada por las Hadas, sus pajes y los demás seres fantásticos. El Príncipe no puede apartar su mirada de ella y le pide que baile con él.
Los invitados se preguntan por la identidad de la hermosa muchacha qua ha despertado tanto interés en el príncipe. Un lacayo le alcanza a la joven tres naranjas, frutas altamente apreciadas en el reino, consideradas como el regalo más delicado que se le puede hacer a una doncella. Ella las acepta, pero las entrega, generosa, a sus hermanastras, que no la han reconocido. Como de costumbre, las jóvenes discuten para quedarse con la mejor y más colorida. Cenicienta y el príncipe se declaran su amor. La fiesta continúa. Cuando las doce campanadas anuncian la medianoche, el Hada, nuevamente vestida de mendiga, busca a Cenicienta. Aterrorizada, la joven huye del castillo, seguida por los enanitos y las demás figuras que conformaban su séquito. El príncipe corre tras ella, pero sólo encuentra el zapato de cristal que la joven perdió en su huida.
Acto III
– Escena I. El príncipe desea encontrar a la dueña del zapato, y convoca a los zapateros del reino. Los zapateros su muestran perplejos: no pueden descifrar quién lo fabricó ni a quién pertenece. El príncipe decide entonces partir él mismo en busca de la joven.
– Escena II. El Príncipe visita su reino. Allí, distintas muchachas intentan seducirlo, pero sin éxito: a ninguna de ellas le calza el mágico zapato de cristal. Decepcionado, el príncipe regresa al castillo.
– Escena III. En su hogar, Cenicienta piensa que todo ha sido un sueño. Sólo el zapato que escondió en su delantal le recuerda lo ocurrido la noche anterior. Entonces, aparecen sus hermanastras, contando historias pretenciosas sobre el baile, que desembocan, como siempre, en una pelea. El príncipe recorre la aldea buscando a la joven desconocida. Llega a la casa de Cenicienta, donde él y sus amigos son recibidos con grandes honores. Las hermanastras tratan infructuosamente de calzar sus enormes pies en el pequeño zapato y la madrastra, enloquecida, se muestra dispuesta a cortar los pies de sus hijas para que el príncipe tome a una de ellas por esposa.
Cenicienta se acerca para ayudar a sus hermanastras pero, sorprendida por la presencia de su amado, deja caer el zapato que guardaba en su delantal. El príncipe insiste en que la joven se pruebe el zapato, y descubre que le calza perfectamente. Confirmando que ella es la hermosa joven que conoció en el baile, decide tomarla por esposa. Las hermanastras le ofrecen sus reverencias a Cenicienta, que las acaricia con afecto y les perdona sus maltratos anteriores.
– Escena IV. Aparece el Hada Madrina y la escena se transforma. La casa se convierte en un maravilloso y mágico jardín. Dos amigos del príncipe se han enamorado de Khudyshka y Kubyshka. Las hadas, sus pajes, luciérnagas, libélulas, mariposas y saltamontes acompañan a Cenicienta. El Hada madrina y las criaturas mágicas desean buena suerte y felicidad eterna a los enamorados, que ascienden por una escalera a su nueva morada, llenos de gozo.