Preljocaj-Bolshoi: «Y entonces mil años de paz» ¿el Apocalipsis de la danza?
El Ballet Preljocaj, de Aix-en-Provence, y el Teatro Bolshoi, de Moscú, presentan en esta velada del viernes 3 de diciembre en la gran sala de la Casa de los Festivales de Berlín «And Then, One Thousand Years of Peace», pieza en un acto para 21 bailarines, con música tecno de Laurent Garnier, escenografía de Subodh Gupta, vestuario de Igor Chapurin e iluminación de Cécile Giovansili.
La obra, estrenada el pasado 14 de septiembre en Moscú, en el marco del año cultural Franco-Ruso 2010, forma parte de la presente edición del festival Spielzeit’ Europa que se realiza anualmente en la capital alemana.
Antonin Preljocaj se vale de diversas fuentes de inspiración para atreverse con una relectura, muy a su manera, del Apocalipsis. Mas no como un análisis exegético del último libro del Nuevo Testamento atribuído a san Juan, sobre el final de los tiempos y el triunfo de la Iglesia, sino como lo que considera un repaso del significado literal del concepto griego «apo» «calypsis»: quitar el velo, desvelar; esto es, la revelación.
AND THEN, ONE THOUSAND YEARS OF PEACE Ballet Preljocaj
Bolschoi-Theater © JC Carbonne
«Y entonces, mil años de paz», titula con gran libertad y un final supuestamente feliz el coreógrafo francés de origen albano su nueva pieza. Por cierto, un rótulo nada más alejado de lo que crípticamente vaticina el apóstol, para quien, finalmente «Satanás (…) saldrá a extraviar a las naciones en las cuatro partes del mundo (…)». (Apocalipsis de Juan, 20,6-8).
Lo que vemos es el resultado de varios meses de intensos ensayos y preparación de los 10 bailarines del Bolshoi y 11 del Ballet Preljocaj para conformar un elenco uniforme, pero con intervenciones individuales muy virtuosas.
Como bailan descalzos, por el camino han quedado algunos intérpretes de la célebre institución rusa a los que la readaptación (prescindir de sus puntas) les resultaba demasiado extenuante. A excepción hecha de la estilización de cuerpos y movimientos de algunos bailarines que delata la formación en esa severa escuela, la meta de uniformizar el elenco se consigue muy bien.
Ciertos límites a su creación ha tenido que conceder el coréografo a las autoridades de Moscú para sacar adelante el proyecto. Los bailarines no pueden aparecer desnudos en escena y el vestuario (dos piezas de color carne, así como camisas y camisoncillos blancos) del diseñador ruso Chapurin ayuda a ese objetivo impuesto.
Otro tanto ocurre con la bandera de Rusia que de ninguna manera puede ser utilizada en el cuadro viviente que representa una multitudinaria orgía sexual ni tampoco en la escena final. En esta, las enseñas nacionales de varios países del mundo –entre ellos Alemania, Estados Unidos, China, Corea del Sur, Francia, India, Italia, Irak, Irán, Jamaica, Japón, España, Argentina, Brasil, Cuba, Panamá, Turquía y Uruguay– son lavadas en fregaderos de diseño dispuestos sobre el escenario, escurridas y extendidas sobre el piso para que se sequen.
En medio de la operación, las banderas son pisadas por los bailarines y por dos corderitos lechales vivos que cierran entre balidos de susto y asombro (e hilaridad del público) el espectáculo, quitándole seriedad a la obra con este final no muy feliz.
Si bien la música tecno de Garnier es por momentos incisiva, penetrante e invita a la búsqueda de nuevos hallazgos y amalgamas de movimientos, no se perciben en Preljocaj (de quien hemos disfrutado el año pasado una muy buena interpretación de «Blancanieves», por el Staatsballett Berlin) grandes esfuerzos por intentarlo.
Sus bailarines ejercitan más bien evoluciones gimnásticas excelentemente coordinadas y algunas acrobacias: ellas trepan ayudadas por sus parejas por las paredes metálicas de unos cubos móviles desplazados sobre la escena o utilizan sillas de estilo Bauhaus a modo de barras. Esa es la impresión que dejan después de los 100 minutos sin pausas que dura la pieza. Pero 100 minutos que se hacen muy largos ante una escenografía por demás espartana de Subodh Gupta.
La obra parece más dedicada a enfatizar aspectos dramáticos que a mostrar empeños innovadores en la danza. La escena inicial con las bailarinas cubiertas por velos (bolsas de plástico transparente) es impactante. Lo mismo ocurre con el estrépito producido por cadenas que caen del cielo sobre el escenario, exactamente en los puestos que van a ocupar los intérpretes. En otro momento los bailarines se desplazan llevando libros en sus bocas o los hojean rápidamente sobre las modernas sillas mencionadas antes. Sin embargo, todo esto pertenece más a la esfera del teatro-danza que a la del ballet.
Las comparaciones pueden resultar odiosas, pero salvando distancias conceptuales entre una y otra pieza ,»Egopoint» (2009), de la primera bailarina y coreógrafa rusa Nadja Saidakova, del Staatsballett Berlin, sin ir más lejos, muestra con gran acierto en 50 vibrantes minutos las enormes posibilidades que abre la música tecno para combinar con gran dinamismo y vitalidad elementos de la danza clásica con los del «street dance» y del «hip hop» sin que la atención decaiga ni un instante.
Hay abucheos y público que abandona la sala desencantado antes de terminar la función, pero también muchos aplausos y silbidos de aprobación. Sea como fuere, las opiniones están divididas sobre la obra que no deja indiferentes a los espectadores.
AND THEN, ONE THOUSAND YEARS OF PEACE Ballet Preljocaj
Bolschoi-Theater – © JC Carbonne
Berlín, viernes 03/12/2010.
Gran sala de la Casa de los Festivales de Berlín.
Teatro Bolshoi y Ballet Preljocaj. «AND THEN, ONE THOUSAND YEARS OF PEACE».
Creation 2010, pieza para 21 bailarines. Coreografía Angelin Preljocaj.
Música Laurent Garnier (excepto «Les Anges», de Benjamin Rippert, y «Claro de luna», de Ludwig van Beethoven – Mix de Scan X).
Escenografía Subodh Gupta. Vestuario Igor Chapurin. Iluminación Cécile Giovansili.
Intérpretes:
Teatro Bolshoi: Arsen Karakozov, Anastasia Meskova, Nuriya Nagimova, Anton Savichev, Egor Sharkov, Alexander Smolyaninov, Xenia Sorokina, Anna Tatarova, Alexey Torgunakov y Anastasia Vinokur.
Ballet Preljocaj: Sergi Amoros Aparicio, Claudia De Smet, Sergio Diaz, Natacha Grimaud, Jean-Charles Jousni, Émile Lalande, Céline Marié, Lorena O’Neill, Fran Sanchez, Negisa Shirai y Nicolas Zemmour.
Una producción conjunta del Teatro Bolshoi y del Ballet Preljocai en el marco del Año Franco-Ruso 2010. Coproducción Conseil Général du Rhone – Biennale de la danse de Lyon, Théatre National de Chaillot Paris, Gran Théatre de Luxembourg, Het Muziektheater Amsterdam, Theater im Pfalzbau Ludwigshafen, spielzeit’europa / Berlin Festspiele, Théatre de Saint-Quentin-en-Yvelines, MC2: Grenoble, Théatre de Caen, Opéra Royal – Chateau de Versailles Spectacles. Con el apoxo del Grand Théatre de Provence, Aix-en-Provence. Estreno el 14 de septiembre de 2010 en el Teatro Bolshoi, Moscú. Los corderos lechales provienen del establecimiento agrario y de cría de ovinos Johann Nesges, de Dahmetal (estado federado alemán de Brandemburgo).
AND THEN, ONE THOUSAND YEARS OF PEACE Ballet Preljocaj
Bolschoi-Theater © JC Carbonne
en Danza Ballet
ANGELIN PRELJOCAJ – BOLSHOI THEATRE – BALLET PRELJOCAJ
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