Isis Wirth publica «Después de Giselle»

Isis Wirth publica Después de Giselle | Danza Ballet
Isis Wirth publica Después de Giselle | Danza Ballet

Prólogo por Zoé Valdés

Estamos ante un libro esencialmente necesario, aparentemente sus artículos, ensayos, entrevistas se ocupan exclusivamente de la danza.
Después de Giselle de Isis Wirth es un libro que indaga en las artes, en la literatura, a través del ballet clásico, con una perspectiva moderna, universal, y cubana.

Esto último resulta muy importante, los críticos de arte y literatura cubanos en su mayoría, desde la época de Orígenes hasta aquellos que durante el período castrista se debatieron entre la obediencia y la censura y la obligada cultura secreta albergan conceptos de una vastedad inusuales, se advierte en sus textos la sabiduría apresada de modo caótico pero amplio, subversivo y misterioso, como tiene que ser la literatura, según Gilles Deleuze.

No reivindico las faltas de libertades para la aprehensión total del pensamiento por la vía de lo prohibido, “sólo lo difícil estimula”, escribió José Lezama Lima, pero la libertad es un bien inestimable para el creador. No podemos obviar que este fenómeno de deseo de erudición sólo se hace visible, repito, en un cierto contexto de espíritu cubano, que consigue imprimir carisma y estilo a la ambición de saber y a las nociones de cultura y libertad.

José Lezama Lima es un gran escritor debido a ese élan vital y lírico, Alejo Carpentier es, sin embargo, un gran escritor, a golpe de razón. La erudición en ambos caso fluye por cauces muy diferentes. Ambos vivieron la prohibición como tentación, y no como manipulación macabra.

Después de Giselle es un libro difícil de calificar, no es el libro de una periodista, ni de una crítica de arte a secas. A mi juicio estamos ante los textos de una erudita todavía a tientas entre el “pecado” de serlo, y el deseo de ser entendida en su refinamiento, lo que no quiere decir que el periodismo y la crítica de arte, en este caso de danza clásica, estén exentos de sabiduría y de refinamiento, pero es cierto que cada vez encontramos menos opiniones de alta calidad en las columnas de los diarios, y que la prensa se ocupa más de la inmediatez de las informaciones que de la perdurabilidad del arte.

Después de Giselle es el libro de una escritora, me atrevería a anunciar una poeta o una novelista, que curiosamente empieza por los ensayos, como mismo empezó Marguerite Yourcenar, que empezó y nunca abandonó el ensayo poético. Y que ha sido bloqueada por esa impedimenta que siembran las dictaduras en las mentes de aquellos que ambicionan saber, únicamente el saber: El nunca podrás saber, abismos inoculados por los tejedores de barreras.

Isis Wirth lleva muchos años queriendo saber, y ha logrado zafarse de las taras que durante años intentaron enredarnos la mente. Especializada en dos temas, también en apariencia muy lejanos unos de otros, en estas páginas confirmaremos lo contrario; uno de los temas es la danza, el otro la figura histórica de Napoleón Bonaparte, y no están tan alejados como pensamos.

Conozco a la autora de este libro desde que teníamos ambas veinte años, y su pensamiento ha evolucionado con tal coherencia que en ocasiones cuando hablo con ella me parece escuchar a la muchacha que en los peldaños de piedra de la Catedral de La Habana me confesó que su sueño era viajar a Francia y colocar una rosa roja en la tumba de Napoleón o entrar con pasos lentos en la Ópera de París, admirar los trazos chagallianos en el techo del recinto, y sentarse a ver bailar, como en una aventura quimérica, Theme and variations de Balanchine; sólo que no se satisfizo con colocar la rosa, y con explorar los contornos de un empeine.

Años después se ha dedicado a investigar desde los ángulos más disímiles a “la personalidad” de Napoleón y de Bonaparte (creo que es quien mejor me ha explicado la dicotomía entre los dos caracteres en un mismo sujeto), y además participa en las réplicas de las batallas napoleónicas que se llevan a cabo en Europa como guardia personal del emperador.

Por otro lado, Isis Wirth escribe sobre ballet, no se pierde una sola función en un teatro europeo, y americano, cuando su tiempo se lo permite. Jamás extravió un eslabón en su estructura de observación y de análisis, y esto desde luego para mí es devoción, o sea es lógico que a esa fidelidad que dura más de veinte años le llamemos coherencia literaria.

Sin embargo, aunque este libro resulta un compendio selectivo de sus numerosos escritos sobre ballet, y sobre música, literatura, artes plásticas, donde persiste la información como testimonio del instante, su escritura permite que lo efímero perdure, y eso se lo debemos a su estilo, que es justamente el estilo de la erudición poética y de la permanencia ensayística.

Me recuerda a ese fragmento de un verso de Juana Borrero: “el rayo castísimo de la luna”.

Un fulgor raro traspasa estos escritos, un resplandor enigmático vibra en las entrevistas con Tamara Rojo, con Alicia Alonso, con Carlos Acosta, sobre todo en la segunda, entrevista difícil, por lo que significa y reúne en complejidades el nombre de la primera bailarina assoluta. Los artículos y ensayos aclaran las dudas sobre la insistente frivolidad del cuerpo como presencia tosca y vulgar en algunas coreografías cuya pedantería no actualiza nada, o por el contrario, imaginamos la ligereza de todo lo que es pesado, que podría un día levitar y convivir con lo invisible.

Hay pensamientos que sólo pueden ser volcados sobre el papel bajo ese “rayo castísimo de la luna”, y eso se presiente en la lectura de Después de Giselle, yo lo agradezco. Es el resultado de muchos años de reflexión, de madurez, sobre los temas que obseden a la escritora, entonces sentimos que sólo en un momento muy especial, la luna se detiene encima de nuestras cabezas, baila en puntas, sólo para nosotras, y nos seduce, y escribimos, bajo la perversa pero sensual hechicería de su castidad.

Debo confesar que hacía tiempo que no leía un libro que me hiciera tan feliz, y que me provocara tanta nostalgia de la buena, de la creativa, de la que te impulsa con un tirón de pasado ardiente hacia el futuro. Será porque conozco a su autora y ese pasado en llamas lo compartimos y nos quemamos en gran parte juntas, y porque aprecio su obra, admiro su modo de vivir el arte y de esculpir la vida.

Añadiría que se nota la complicidad del editor Fabio Murrieta con la autora, de dejarla hacer a la hora de seleccionar y construir este espacio de luz. Porque este es un libro luminoso.

Intenso y lúdico, nos invita a jugar con informaciones y con los conceptos, nos anima a descubrir los pasadizos secretos de los bailarines. Acariciamos los silencios de sus cuerpos, palpamos los bordes laberínticos de las coreografías, intuimos los orígenes literarios, las respiraciones pictóricas, valientemente nos enfrentamos a las dispersiones políticas que involucraron en hundimientos morales y que aún hoy asfixian el ballet regido bajo los totalitarismos y las decadencias, temblamos ante sus espectros, resurgimos de esa tumba de recuerdos nefastos, y volvemos a volar en sueños con las piernas como aspas de un Carlos Acosta.

Isis Wirth nos conduce hacia el territorio inasible de la danza, tocándonos las puntas de las yemas de los dedos, y acurrucados junto a sus palabras escuchamos la música ancestral del ballet, y entonces, ahora, erguidos, ponemos cuidadosamente un pie encima del cono de luna, enseguida el otro. En puntas, nos deslizamos por el reflejo onírico que nos propone Isis Wirth, Después de Giselle, todos devenimos Giselle. Noviembre del 2007.

Isis Wirth publica Después de Giselle | Danza Ballet
Isis Wirth publica Después de Giselle

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