Maya Plisétskaya vuelca su vida y sus 60 años de carrera profesional en una autobiografía publicada ahora en castellano.
La bailarina y coreógrafa confesó hoy su amor e "ilusión" por España desde su más tierna infancia.
La bailarina y coreógrafa confesó hoy su amor e "ilusión" por España desde su más tierna infancia.
La bailarina y coreógrafa Maya Plisétskaya, Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2005, da cuenta de su vida y de su carrera en una autobiografía editada por Nerea que ahora ve la luz en castellano gracias a la traducción del ruso realizada por María García Barris. Esta leyenda viva de la danza asistió hoy a la presentación de este libro en la Sociedad General de Autores y Editores y dejó constancia de su amor por España nacido en su más tierna infancia.
Su amigo personal y especialista en danza, Ricardo Cué, fue el encargado de presentar esta edición en el transcurso de un acto que congregó a numerosas personas. Cué calificó a Plisétskaya de "leyenda, diosa, gran artista, genio y ser maravilloso" y recordó los momentos principales en la vida de la coreógrafa que se reflejan en este libro realizado gracias a los diarios que, con gran detalle, ha llevado la artista hasta 1993. Así, Cué aludió a su nacimiento, en 1925, en un momento de revolución en el que lo principal era sobrevivir y "buscar un poco de libertad". La muerte de su padre, ejecutado por orden de Stalin en 1937, la deportación de su madre con su hermano al gulag y el hecho de ser considerada "hija de enemigo del pueblo" forman parte de estas vivencias plasmadas por la artista quien gracias a sus tíos comenzó su carrera como bailarina en el Bolshoi.
"Poco a poco fue cambiando el arte sin mancharlo ni estropearlo", dijo Ricardo Cué. Con 'El Quijote', 'El Lago de los cines' o 'La muerte del cisne' "hipnotizó al mundo". Este experto recordó también los momentos de censura política y artística que impidieron a Maya Plisétskaya viajar fuera de su país, un periodo muy duro "que le hizo pensar en el suicidio en numerosas ocasiones", tal y como ella misma confiesa en el libro.
La presencia de su aliado más fiel, su marido el pianista Rodión Shchedrín, quien compuso para ella cinco ballets, fue determinante en su vida. Su primera salida a Nueva York, donde el New York Times la llamó "la Callas del ballet", o sus actuaciones en París y Buenos Aires fueron también destacados por Cué quien finalizó asegurando que Plisétskaya "baila como pocas en el mundo, crea cada momento y nunca mintió con su cuerpo sino que inventó la danza".
"ESPAÑA, MI ILUSIÓN"
Por su parte, la artista que a sus 81 años se muestra espléndida en todos los sentidos, recordó antes que nada su amor e "ilusión" por España desde niña. "El primer disco que oí en mi vida fue 'Carmen'. Yo tenía 7 años y aún no bailaba. A los 10, en la escuela coreográfica me entusiasmaba 'La jota española' y la bailaba con placer. Luego, en el teatro he bailado 'Don Quijote' o 'Fuenteovejuna', ballets clásicos sobre tema español, y mi esposo me escribió 'Imitación de Albéniz' y 'Carmen suite' en donde se hacía realidad este sueño que me persiguió desde siempre", dijo.
"El año pasado, por mi 80 cumpleaños, hicieron una gran fiesta en el Kremlin y pude bailar flamenco con Joaquín Cortés. Aquello tuvo mucho éxito", apostilló asegurando que en ella había mucho de España antes de venir a trabajar aquí.
A este respecto, la bailarina y coreógrafa confesó que no volvería en las mismas circunstancias que cuando estuvo dirigiendo el Ballet Lírico Nacional. "La mayor dificultad era el idioma y luego había algunas personas que se aprovecharon de ello y ponían en mi boca cosas que nunca pensé ni imaginé. Con los artistas no tuve problemas, eran mis compañeros, pero reconozco que mi capacidad organizadora era menor que mi capacidad como bailarina. Aquello fue un tormento", declaró.
A pesar de ello, Plisétkaya viene de vez en cuando a dar clases magistrales, como las que ofreció el año pasado en el Teatro de Madrid invitada por José Manuel Garrido.
MUCHA RESISTENCIA
Preguntada por los duros golpes recibidos en la vida, la artista aseguró que "lamentarse no sirve de nada" y señaló que todo lo que ha hecho ha sido superando "mucha resistencia", gracias a lo cual se halla ahora donde está. Para ella, recibir el Premio Príncipe de Asturias de las Artes fue algo que le desbordó de entusiasmo. "Sabía que nunca se le había dado un premio tan alto al ballet y me sentí orgullosa y aún más por compartirlo con una joven bailarina como Tamara Rojo", dijo.
Sobre las claves de su longevidad profesional, Maya Plisétskaya puso un ejemplo: "Es como los cientos de rosas que me regalan, las cuido y les cambio el agua diariamente, pero al final todas acaban mustias, menos una. Pues eso mismo ocurre con las personas", concluyó. Fuente: EUROPA PRESS
Su amigo personal y especialista en danza, Ricardo Cué, fue el encargado de presentar esta edición en el transcurso de un acto que congregó a numerosas personas. Cué calificó a Plisétskaya de "leyenda, diosa, gran artista, genio y ser maravilloso" y recordó los momentos principales en la vida de la coreógrafa que se reflejan en este libro realizado gracias a los diarios que, con gran detalle, ha llevado la artista hasta 1993. Así, Cué aludió a su nacimiento, en 1925, en un momento de revolución en el que lo principal era sobrevivir y "buscar un poco de libertad". La muerte de su padre, ejecutado por orden de Stalin en 1937, la deportación de su madre con su hermano al gulag y el hecho de ser considerada "hija de enemigo del pueblo" forman parte de estas vivencias plasmadas por la artista quien gracias a sus tíos comenzó su carrera como bailarina en el Bolshoi.
"Poco a poco fue cambiando el arte sin mancharlo ni estropearlo", dijo Ricardo Cué. Con 'El Quijote', 'El Lago de los cines' o 'La muerte del cisne' "hipnotizó al mundo". Este experto recordó también los momentos de censura política y artística que impidieron a Maya Plisétskaya viajar fuera de su país, un periodo muy duro "que le hizo pensar en el suicidio en numerosas ocasiones", tal y como ella misma confiesa en el libro.
La presencia de su aliado más fiel, su marido el pianista Rodión Shchedrín, quien compuso para ella cinco ballets, fue determinante en su vida. Su primera salida a Nueva York, donde el New York Times la llamó "la Callas del ballet", o sus actuaciones en París y Buenos Aires fueron también destacados por Cué quien finalizó asegurando que Plisétskaya "baila como pocas en el mundo, crea cada momento y nunca mintió con su cuerpo sino que inventó la danza".
"ESPAÑA, MI ILUSIÓN"
Por su parte, la artista que a sus 81 años se muestra espléndida en todos los sentidos, recordó antes que nada su amor e "ilusión" por España desde niña. "El primer disco que oí en mi vida fue 'Carmen'. Yo tenía 7 años y aún no bailaba. A los 10, en la escuela coreográfica me entusiasmaba 'La jota española' y la bailaba con placer. Luego, en el teatro he bailado 'Don Quijote' o 'Fuenteovejuna', ballets clásicos sobre tema español, y mi esposo me escribió 'Imitación de Albéniz' y 'Carmen suite' en donde se hacía realidad este sueño que me persiguió desde siempre", dijo.
"El año pasado, por mi 80 cumpleaños, hicieron una gran fiesta en el Kremlin y pude bailar flamenco con Joaquín Cortés. Aquello tuvo mucho éxito", apostilló asegurando que en ella había mucho de España antes de venir a trabajar aquí.
A este respecto, la bailarina y coreógrafa confesó que no volvería en las mismas circunstancias que cuando estuvo dirigiendo el Ballet Lírico Nacional. "La mayor dificultad era el idioma y luego había algunas personas que se aprovecharon de ello y ponían en mi boca cosas que nunca pensé ni imaginé. Con los artistas no tuve problemas, eran mis compañeros, pero reconozco que mi capacidad organizadora era menor que mi capacidad como bailarina. Aquello fue un tormento", declaró.
A pesar de ello, Plisétkaya viene de vez en cuando a dar clases magistrales, como las que ofreció el año pasado en el Teatro de Madrid invitada por José Manuel Garrido.
MUCHA RESISTENCIA
Preguntada por los duros golpes recibidos en la vida, la artista aseguró que "lamentarse no sirve de nada" y señaló que todo lo que ha hecho ha sido superando "mucha resistencia", gracias a lo cual se halla ahora donde está. Para ella, recibir el Premio Príncipe de Asturias de las Artes fue algo que le desbordó de entusiasmo. "Sabía que nunca se le había dado un premio tan alto al ballet y me sentí orgullosa y aún más por compartirlo con una joven bailarina como Tamara Rojo", dijo.
Sobre las claves de su longevidad profesional, Maya Plisétskaya puso un ejemplo: "Es como los cientos de rosas que me regalan, las cuido y les cambio el agua diariamente, pero al final todas acaban mustias, menos una. Pues eso mismo ocurre con las personas", concluyó. Fuente: EUROPA PRESS
en Danza Ballet
Maya Plisetskaya en Cap Roig 2008
Homenaje a Maya Plisetskaya 2008
Gala Homenaje de Ballet a MAYA PLISETSKAYA 2007 © 2005 – 2009 Danza Ballet
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