Stella Mann dejó escrita su biografía en versos y en pasos de danza. La gran dama de la danza transformó su vida en poesía. Con su arte y su compromiso recorrió la Europa de la barbarie nazi y llenó más tarde los años de paz de poesía visual y escrita.
Stella ha muerto en Londres. La gran dama de la danza y el ballet fue enterrada el 24 de enero 2013, el mismo día que hubiese cumplido los 101 años de edad. Más de un siglo de arte y lucha a sus espaldas. Stella Mann dejo una gran impronta en Palma.
Muy amante de Mallorca, viajó con asiduidad a la Isla durante 20 años. Venía a veranear y a trabajar, impartiendo seminarios y clases de ballet. Cada año otorgaba una beca al alumno o alumna más aventajado, con la que podía estudiar en su prestigiosa escuela londinense.
Muchos jóvenes de Mallorca deben a Stella su formación, tanto como profesores como de bailarines. Es por ello que su recuerdo durará por siempre, mientras sigan en pie quienes aprendieron con ella los secretos de la escultura en movimiento, y mientras los sigan difundiendo.
Stella nació en Viena el 24 de enero de 1912. Empezó a estudiar ballet siendo una niña con su tío materno. Más tarde se convertiría en alumna de la famosa escuela de Gertrude Krauss. A los diecisiete años era una bailarina profesional de ballet moderno, aplaudida en toda Europa.
Con la fama y bagaje adquiridos abrió su propia escuela en Viena en el nº 12 de la calle Wspplinger. Cuando Alemania se anexó Austria en 1938 y la Gestapo la visitó en su escuela Stella supo que se tenía que marchar. En Alemania se quedaron sus padres, que fueron deportados.
Los progenitores de quien sería la gran dama de la danza fueron asesinados con otros tantos miles de judíos en uno de los campos de concentración del III Reich. Stella escapó de esa amenaza pero su vida no fue fácil (¿Cuándo lo ha sido para un judío, aún para un artista?)
Durante los cuatro años siguientes Stella tuvo que superar todas clases de vicisitudes: la clandestinidad, la prisión, la deportación. En 1942 llegó a Bruselas, donde trabajó con otras tres personas en un orfanato. Allí cuidaron a unos 100 niños huérfanos.
Pero el terror nazi se extendía como un incendio por toda Europa. Ante la inminente llegada, también hasta ese lugar, de los asesinos de la Gestapo, los cooperantes escondieron a los niños en casas particulares en el campo, y el personal del orfanato se dispersó.
En ese momento la bailarina y profesora se encuentra otra vez en la clandestinidad, con la Gestapo tras sus pasos. Dos jóvenes y valientes mujeres la ayudan: Daisya y Lolita se convirtieron en las amigas de Stella. Hoy el pueblo agradecido de Israel las recuerda.
Cada una de estas dos valientes mujeres tiene aún hoy su nombre inscrito y su árbol creciendo y floreciendo en la Avenida de los Justos, ante las Naciones de Yad Vashem (el Museo del Holocausto) en Jerusalén. Stella se quedó en Bruselas hasta la liberación por los ingleses.
Allí conoce al que sería su marido, se casan y se marchan a Inglaterra, país de su esposo. Se instalan en Londres. En 1946, en Hampstead, abre su propia escuela: The Stella Mann School of dancing que llegó a ser una de la más importantes del Reino Unidos.
Imparte clases de ballet clásico, moderno, canto, teatro… toda una formación de artista. Fue un miembro activo de la Sociedad Imperial de Profesores de Baile (ISTD), un cuerpo de 108 años de antigüedad, que establece exámenes acreditados en las distintas ramas de ballet.
Stella Mann fue también miembro de la Royal Academy of dancing. Formó a lo largo de casi cuarenta años, hasta que se jubiló en 1985, a miles de estudiantes de ballet de todas la nacionalidades y en todas sus facetas: desde Inglaterra, Italia, España (Mallorca), Australia, California y Asia. Algunas de sus alumnas llegaron a bailar en Nueva York con Margo Fonteyn y Nureyev, o a participar en algunos musicales de fama internacional como Cats. Para su cumpleaños recibía centenares de postales llenas de ternura, amistad, y afectos.
Al jubilarse se instaló con su marido en Palma hasta que éste murió. Entonces volvió a Londres. Con más de 80 años se atrevió con el ordenador para comunicarse con sus antiguas alumnas y amigos. En 2008 el Gobierno Provincial de Viena, le concedió la Medalla de Oro al Merito.
Se trata de la más alta distinción del gobierno de las provincias de Austria. En 2009 el Concejal de Cultura y Ciencia de la ciudad de Viena se la impuso durante una recepción en la Embajada de Austria en Londres, en un acto teñido de emoción y recuerdos.
Stella fue una mujer de carácter fuerte, muy comprometida con la formación y la educación. Fue, además, buena pianista, pintó y escribió poesía. Consideraba Inglaterra su salvación: «Son divertidos y amables. ¡Viva Inglaterra y su mente abierta!», escribió en una de sus composiciones. Por Por Juan Riera Roca para El Mundo.es
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