«Pina», el esperado filme documental (fuera de concurso) de Wim Wenders que rinde homenaje a la coreógrafa alemana Pina Bausch, fue aclamado durante largos minutos por el público y la crítica que colmaban la sala de proyecciones, tras su estreno mundial este domingo en la sección oficial del 61º Festival Internacional de Cine de Berlín (10 al 20 de febrero).
La película de 106 vibrantes minutos, rodada en tercera dimensión (3D), realiza un fascinante viaje de exploración dentro y fuera del escenario junto con la legendaria compañía del Tanztheater Wuppertal de Pina Bausch. La coreógrafa alemana interviene (a través de filmaciones y grabaciones de archivo) en la película junto con 38 bailarines de su compañía, asi como con otros 11 bailarines invitados.
El conjunto baila con gran entrega y exquisita sensibilidad. La presencia de Pina se siente permanentemente durante todo el transcurso del filme. La cinta transmite enorme energía y vitalidad a la platea. Algunos pasajes son emotivos hasta las lágrimas, verdaderamente. Sobre todo cuando los bailarines recuerdan los breves diálogos que mantuvieron con Pina durante su carrera. «Una mujer muy exigente, pero que también nos daba todo de si», dice una bailarina alemana en la rueda de prensa.
Un joven bailarín español relata que Pina le aconsejaba: «baila por amor». A una bailarina asiática le decía: «haz de tu fragilidad una fortaleza». A otra, muy tímida: «¿por qué me tienes miedo? No hice nada para ello».
El festival
La Berlinale comenzó el pasado jueves con mucho «glamour» y la proyección de la nueva versión (fuera de concurso) de «True Grit» («Valor de ley»), realizada por los hermanos Joel y Ethan Coen, candidata al Oscar en 10 categorías, con Jeff Bridges, Hailee Steinfeld, Josh Brolin y Matt Damon, filme con el que John Wayne ganó en 1969 la codiciada estatuilla dorada de la Academia de Hollywood, por primera y última vez. En total, 22 películas integran la sección oficial, de las cuales 16 compiten por el Oso de Oro del festival.
Vida y obra
Philippina Bausch, nacida el 27 de julio de 1940 en Solingen y fallecida (de un cancer fulminante) el 30 de junio de 2009 en Wuppertal, unió la danza con el canto, la pantomima y el teatro de variedades, desarrollando y consolidando así la moderna creación del teatro-danza de Alemania.
«Danzad, danzad, porque si no estamos perdidos», se subtitula el filme, evocando la célebre exhortación de Pina Bausch a los integrantes de su «ensemble». La danza era su lenguaje, un idioma que entiende todo el mundo. Y el idioma de la danza fue el que también utilizó como método de trabajo. Desarrolló sus emocionantes coreografías formulando preguntas a los bailarines; cuestiones existenciales, humorísticas, miles de interrogantes. Los bailarines contestaban sin pronunciar palabras, solo con movimientos.
«La construcción secuencial en breves fases de las piezas (de Pina Bausch) caracteriza además una dramaturgia que permite pasar revista a hechos reunidos y contrastados según valores imponderables, con técnicas tomadas del cine, como la perspectiva forzada, formaciones de grupos que desfilan (ante el espectador), escenas en segundo plano o en cámara lenta», afirma la catedrática de historia de la danza de la Universidad Libre de Berlín Sabine Huschka en su libro «Danza moderna» («Moderner Tanz», editorial Rowohlt, de Hamburgo).
El realizador
Wenders («Buena Vista Social Club», «París-Texas», «El cielo sobre Berlín») acompaña con su cámara al conjunto mientras este baila fragmentos de las más célebres coreografías de Pina en diversos escenarios de la cuenca del Ruhr, su tierra natal y, durante 35 años, centro de su labor creativa.
«La verdad es que no tuvimos que mejorar nada para la filmación, excepto intensificar la luz, porque la que ella utiliza en sus coreografías es un poco debil para nuestras cámaras. Pero, la arquitectura de sus coreografías se adapta perfectamente a la de nuestra filmación. Sobre todo la de «Café Müller» (de 1978) y la de «Le Sacre du Printemps» (1975), afirma Wenders, preguntado por Danza Ballet en conferencia de prensa.
«Café Müller» fue la primera coreografía de Pina Bausch que vió Wenders en 1985 (en el teatro «La Fenice», de Venecia), una pieza que lo «impresionó y conmovió profundamente», según sus propias declaraciones.
La idea
Tras el encuentro personal de ambos artistas en la bella ciudad de la laguna, compartiendo un ágape en un local junto al teatro, surgió una amistad que se extendió durante 24 años y la idea de realizar un filme. Pero el proyecto nunca había podido llevarse a cabo hasta hace tres años. Wenders no encontraba la forma de mostrar adecuadamente (con los medios con que contaba antes) el arte peculiar de Pina Bausch, el movimiento, los gestos, el lenguaje y la música en el espacio. Con el filme «U2-3D», de la banda de rock irlandesa U2, que vió en 2007 en el «Palais du Festival» de Cannes, Wenders se dió cuenta de inmediato de que este era el medio más idóneo para mostrar las obras de Bausch. Desde la misma sala donde se proyectaba la película el director alemán llamó a Pina por teléfono para decirle que ya sabía «cómo podría hacerse».
«Solo así, con la inclusión de la dimensión del espacio podría animarme (y no solo animarme) a llevar a la pantalla el teatro-danza de Pina en una forma apropiada», afirma el director cinematográfico alemán.
La técnica
Wenders se dedicó entonces a profundizar en la nueva generación del cine en 3D, lo que le llevó un año más de trabajo. «La técnica estaba todavía en pañales, había muchos problemas, las figuras parecían (todavía) muñecos recortados, quien corría demasiado rápido tenía cuatro piernas y quien levantaba un brazo parecía como una diosa hindú con muchos brazos. También las imágenes reales en «Avatar» no se ven mucho mejor. Había dificultades para mostrar el espacio, pero al final resultó», señala Wenders.
«Esta era la solución», agrega. «A través de esta tecnología es posible llegar a ese precioso espacio que queda entre los bailarines. Ya no se queda uno como mero espectador que mira la escena desde afuera y no puede entrar al reino de los bailarines. Ahora el espectador entra al espacio de los protagonistas, comparte su realidad», oye su respiración, siente su vibración. En los primeros planos el público se acerca a menos de dos metros de los solistas. Con la tercera dimensión «se ha abierto una enorme puerta hacia el futuro en lo que tiene que ver con la representación de la realidad», añade.
Los estereógrafos
«Claro que una cámara puede hacer todo lo que ha aprendido en 100 años de historia de la cinematografía», explica Wenders. «Se puede desplazar con rieles o con una grúa, aproximarse con el ‘zoom’, se puede cambiar la distancia focal, la profundidad de campo, la posición». «Pero el cine hasta ahora solo podía simular el elemento fundamental de los bailarines, el espacio. La conquista del espacio con cada paso, con cada gesto, cómo se acercan hombres y mujeres unos a otros o cómo se separan nuevamente, eso no se podía captar realmente con una cámara en segunda dimensión (2D). La magia de Pina era hasta ahora siempre una falsificación», indica el director.
«Mis estereógrafos los hallé en la persona de Alain Derobe, el pionero en esta área en Europa», relata Wenders. «Fue casualmente, a través de mi vecino en Berlín, François Garnier, catedrático de la «École Nationale Supérieure des Arts Décoratifs», («AII, Atelier d’Image et d’Informatique»), de París, quien hizo ya varias instalaciones de 3D con Alain Derobe. Nuestros aparatos de 3D, hechos íntegramente a mano, fueron prototipos del taller de Alain, complejas máquinas con pequeños motores».
El proyecto
En 2008 Wenders comenzó a reflexionar junto a Pina Bausch sobre la realización de este sueño que compartían ambos y para cuya realización eligieron las coreografías de «Café Müller», Le Sacre du Printemps» (en la que intervienen los 11 bailarines invitados), «Vollmond» (2006) y «Kontakhof» (1978) entre el amplio repertorio de más de 40 obras de la genial innovadora del teatro-danza alemán.
En julio de 2009 debían hacerse las primeras tomas de prueba. El rodaje debía iniciarse en octubre. Pero una semana antes pasó lo inimaginable: fallecía Pina. «Ya no era posible hacer el filme que queríamos realizar», explica Wenders. «Semanas después, y –no en último término– urgidos por los bailarines, pudimos retomar el trabajo, pero bajo otras premisas totalmente diferentes. El filme con Pina se transformó entonces en un filme para Pina», señala.
Imposible engañarla
Lo que más impresionaba a Wenders de Pina Bausch era su mirada escrutadora. Todas las mañanas, al día siguiente de una función, había una sesión de críticas, de correcciones, durante dos o tres horas. Pina recordaba cada segundo de la velada anterior. Este es el tema del filme: la mirada observadora de Bausch, transmitida por aquellos a los que iba dirigida: sus bailarines. «También a mí me había observado», acota el cineasta alemán. «No se la podía engañar. Pero ella no pronunciaba ninguna sentencia. Uno era observado, pero no era desnudado. Bajo esa mirada surgía un hermoso mundo utópico», subraya Wenders.
Además del teatro de Wuppertal, donde la compañía tiene su sede, la película muestra diversos escenarios exteriores característicos de la cuenca del Ruhr, impresionantes desde el punto de vista cinematográfico: el monumental puente ferroviario Müngstenerbrücke, con 107 metros de altura el más elevado de Alemania, ubicado cerca de Solingen, así como el trazado del histórico tren colgante de Wuppertal. «Eran los escenarios en los que Pina se había inspirado para sus obras, los que ella recorrió también con su compañía, y en los que trabajó intensamente», evoca Wim Wenders visiblemente emocionado.
El porvenir
Según Wenders, «la compañía de Pina Bausch seguirá trabajando en el futuro. Los bailarines –hombres y mujeres en igual proporción– saben que tienen un tesoro único y que tienen que cuidarlo. Hay viejos, jóvenes, gordos, delgados, bellos y no tan bellos. Muchos de estos bailarines no pueden trabajar en ninguna otra parte del mundo, algunos tienen más de 60 años de edad, son muy mayores o muy pequeños de estatura».
«Esta película es en cierto sentido una especie de duelo. Nadie tuvo la posibilidad de despedirse de Pina. Desde el momento en que ella supo que tenía cancer, no quiso ver a nadie más. Este no es un filme con o sobre Pina, sino un filme, ante todo, para Pina. Todos pueden despedirse así otra vez de ella».

Intérpretes, Compañía del Tanztheater de Wuppertal: Regina Advento, Malou Airaudo, Ruth Amarante, Jorge Puerta Armenta, Pina Bausch, Rainer Behr, Andrej Berezin, Bénédict Billiet, Damiano Ottavio Bigi, Ales Cucek, Clementine Deluy, Josephine Ann Endicott, Lutz Förster, Pablo Aran Gimeno, Mechthild Großmann, Silvia Farías Heredia, Ditta Miranda Jasjfi, Barbara Kaufmann, Nayoung Kim, Daphnis Kokkinos, Ed Kortlandt, Eddie Martínez, Dominique Mercy, Thusnelda Mercy, Cristiana Morganti, Morena Nascimento, Nazareth Panadero, Helena Pikon, Fabien Prioville, J.-L. Sasportes, Franko Schmidt, Azusa Seyama, Julie Shanahan, Julie Anne Stanzak, Michael Strecker, Fernando Suels Mendoza, Aida Vainieri, Anna Wehsarg, Tsai-Chin Yu.
Invitados en «Le Sacre du Printemps»: A. A. Gonzales, Stepahn Brinkmann, M. C. Esteban, Paul Hess, Rudolf Giglberger, Chrystel Wu Guillebeaud, Mu-Yi Kuo, Szu-Wei Wu, Tomoko Yamashita, Sergey Zhukov y Andy Zondag.
100% del aforo.
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