Rudolf Nureyev en el Teatro alla Scala



El Teatro Alla Scala presentó un DVD dedicado al gran bailarín ruso Rudolf Nureyev, uno de los artistas que más revolucionó la historia de la danza del siglo XX.


El bailarín, que modernizó la figura decadente del bailarín clásico, suscitó clamores dignos de una estrella de rock, junto a célebres parejas como Margot Fonteyn o, en Italia, Carla Fracci. Hoy en día, el Teatro alla Scala sigue siendo el teatro más importante de Italia y uno de los más importantes del mundo.

Rudolf Nureyev, fue invitado a bailar allí durante importantes temporadas de ballet clásico, y él recreó e interpretó -como figura principal- la mayor parte de los ballets clásicos del repertorio del teatro, clásicos como "La Bella Durmiente” en 1966, “Cascanueces” en 1969, “Don Quijote” y  “Romeo y  Julieta” en los años 80, “El Lago de los Cisnes” en 1990. El  Teatro Alla Scala, agregó la versión de Nureyev del ballet  “La Cenicienta” a su repertorio en 1998. En 1980, Nureyev montó su versión del ballet Don Quijote y lo bailó con la prima ballerina italiana Carla Fracci.  Nureyev, apareció por última vez en la casa de ópera Alla Scala con la presentación de  “La Sylphide”  junto a la bailarina milanesa Carla Fracci en 1988.  El teatro alla Scala se sitúa en centro de Milán, a pocos metros de la famosa Galería Vittorio Emanuele (llamada el Salón de Milán) y de la Plaza del Duomo. Durante la temporada de danza 2002-2003, el teatro milanes, recambió el clásico “Lo Schiaccianoci” para homenajear y celebrar el décimo aniversario de la muerte del bailarín; al ser este, el ballet que más veces había interpretado en el teatro italiano.

El bailarín ruso modernizó la figura decadente del bailarín clásico, suscitando clamores dignos de una estrella de rock, junto a célebres parejas como Margot Fonteyn o, en Italia, Carla Fracci. Fue también actor cinematográfico, coreógrafo y, en los últimos años de su vida, director de orquesta (como lo había demostrado en la Opera de Viena pocos años antes de su muerte). En su entierro y bajo acordes musicales de Bach y Chaikovsky, Ninel Kurgapkina, su partenaire en los tiempos en que ambos eran figuras en el ballet Kírov de Leningrado, recitó versos de Puskhin, Byron y Goethe. El féretro fue depositado en el cementerio de Sainte-Genevieve-des-Bois, sede donde reposan numerosas personalidades rusas que murieron en París.

La Asociación Italiana Nureyev – fundada por su amigo y manager de siempre, Luigi Pignotti con autorización de sir John Tooley, presidente de la Fundación Rudolf Nureyev- tiene los derechos sobre el nombre y el patrimonio coreográfico del bailarín ruso. La Asociación, con sede en Milán, nació para mantener viva, preservar y difundir la herencia artística de Nureyev. El DVD, una película de Dino e Claudio Risi, se puede comprar vía Internet en la siguiente dirección: www.emik.it y tiene como principales intérpretes a figuras internacionales de la talla de Maurice Bejart, Roberto Bolle, Carla Fracci, Luciana Savignano y Ettore Mo.

Contenído:

  • Teatro alla Scala. Lavori di restauro 24/07/2004.
  • La bella addormentata (Grand pas de deux).Interpreti: Nureyev e Cosi. "Da dietro le quinte della Scale 02/09/1968" – ripresa amatoriale.
  • Estratti da Lago dei cigni: passo a tre. Interpreti: Nurejev, Jude e Seabra. Assolo Nureyev e Rothbart. Teatro alla Scala 7 luglio 1990.
  • Schiaccianoci. Interpreti: Nureyev e Desutter. Teatro alla Scala dicembre 1986/gennaio 1987.
  • Esratti dall’intervista a Maurice Bejart. Losanna 05/04/2004.
  • Estratti dall’intervista a Carla Fracci.
  • Locandine originali del Teatro alla Scala.
  • Galleria fotografica.




El espíritu de Nureyev sobrevuela la Scala de Milán

Una espectacular gala reúne en el templo italiano a grandes estrellas de la danza 10 años después de la muerte del genial bailarín y coreógrafo
 

RUBEN AMON. Enviado especial

MILAN.- Rudolf Nureyev reapareció en el escenario de la Scala de Milán a punto de cumplirse el décimo aniversario de su muerte.Era un vídeo, una versión enlatada de La bella durmiente, pero el virtuosismo y la danza hipnótica del bailarín provocaron el entusiasmo de los espectadores mientras caía el telón de terciopelo rojo.

Así empezó el jueves el homenaje scaligero a Nureyev, tantas veces protagonista en la historia del teatro milanés, tantas veces revolucionario. Por ejemplo, cuando debutó de la mano de Margot Fonteyn en 1965 al compás de Romeo y Julieta o cuando se despidió del público italiano 23 años más tarde en compañía de Carla Fracci. La gran diva italiana se consume estos días entre los recuerdos, la nostalgia, la viudedad artística, el viejo rumor de los aplausos.

Y recuerda las últimas palabras que le dijo Nureyev por teléfono hace exactamente una década: «Después de nosotros, nada quedará, querida Carla, nada. Al menos, tú tienes un hijo, pero yo no tengo nada». El maestro se equivocaba. Las grandes estrellas jóvenes de la danza mundial desfilaron anteanoche en la nueva sede de la Scala para ajustar las cuentas. Muchos de ellos son bailarines porque el profeta ruso les abrió el camino, les descubrió la vocación, les dio el rango de artistas y les dejó en herencia un puñado de coreografías irrenunciables.

«Sus coreografías son dificilísimas, complejas, duras, tremendas.Nureyev las hizo pensando en su técnica y en su talento, de modo que los bailarines las afrontamos como un desafío. Es la forma de mantenernos despiertos, inconformistas. Es el mejor regalo que podía hacernos, nos cuesten lo que nos cuesten. Suframos lo que suframos», explica Tamara Rojo con los galones de estrella en la compañía del Royal Ballet.

La bailarina madrileña tuvo la responsabilidad de inaugurar la gala después de haber bailado Nureyev en la penumbra de la Scala y delante de los alumnos de la escuela infantil. No estaba sola.Maximiliano Guerra se ocupó de custodiarla paternalmente cuando se insinuaron los compases de El lago de los cisnes y los primeros siseos. Era la escena crucial del tercer acto en medio de una escenografía gélida y pobretona. No importa. Importa, en cambio, que la pareja hispanoargentina se avino a deslizarse en la inercia de la técnica, la inspiración, la naturalidad, el virtuosismo, la sintonía.

Parecía que ambos respiraban con la música de Tchaikovsky y que desempeñaban un papel de solistas entre los maestros de la orquesta de James Tuggle. Pero la gala se quedó entre las manos de la poderosa delegación ex soviética.

No tanto por la presencia de Vassiliev entre los asientos de la platea -ya se sabe, mítico director del Bolshoi en los años de oro-, sino porque las nuevas figuras de la danza rusa, georgiana y ucraniana revalidaron la solidez de la vieja escuela y la devoción incondicional a Nureyev. Especialmente, Vladimir Malakhov, cuya ambigüedad premeditada convirtió El espectro de la rosa (Fokin/Weber) en una singular candidatura al trono desierto de mito. No era un hombre quien danzaba. Ni tampoco una mujer. Eran las dos cosas al mismo tiempo o ninguna de las dos. Un misterio, una síntesis, un prodigio hermafrodita.

La revelación de Malakhov derivó la gala a una especie de soberanía masculina. Es verdad que Lorna Feijoo (El corsario) y la ucraniana Zakharova (Giselle) provocaron un jaleo monumental en el corpus de la primera parte, pero el homenaje a Rudolf Nureyev dio lugar a un desafío velado entre los bailarines italianos y consintió la exhibición del cubano Iñaki Urlezaga (Royal Ballet). El terreno de juego no podía ser otro que las coreografías universales de Rudolf Nureyev. Sábado, 21 de diciembre de 2002. Año XIV. Número: 4.766. Fuente

Iñaki Urlezaga: bailarín argentino

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