Una «Manon Lescaut» de lujo con la Filarmónica de Berlín

La Orquesta Filarmónica de Berlín, una de las dos mejores, si no la mejor del mundo, bajo la dirección de Sir Simon Rattle, organiza por segunda vez consecutiva el Festival de Pascua del elegante y selecto balneario de Baden-Baden; un lujo que no todos los públicos amantes de la ópera y de la música sinfónica tienen, solvencia económica mediante, el privilegio de disfrutar en esta época del año.

Manon: Eva-Maria Westbroek. Renato Des Grieux: Massimo Giordano. Festspielhaus und Festspiele Baden-Baden. ©Jochen Klenk

Manon: Eva-Maria Westbroek. Renato Des Grieux: Massimo Giordano. Festspielhaus und Festspiele Baden-Baden. ©Jochen Klenk

Para la presente edición Sir Simon ha elegido el drama lírico en cuatro actos «Manon Lescaut» de Giacomo Puccini. La elección ha sido acertada. Los músicos de la Filarmónica tocan con verdadera pasión y entrega esta obra, hasta en los más exquisitos detalles de su partitura. Es la primera vez que la interpretan, y también para Rattle es un debut. El espectador queda a tal punto subyugado por la música que pasa por alto las incoherencias que presencia en escena, las (legítimas) libertades artísticas que se toma Sir Richard Eyre, presumiblemente para hacer más entretenida la puesta.

Para la Pascua de 2015 Sir Simon ya ha programado (27 y 30 de abril, así como 2 y 6 de mayo) la ópera cómica «El caballero de la Rosa», de Richard Strauss, con dirección escénica de la mezzosoprano Brigitte Fassbaender y la interpretación de Anja Harteros (María Teresa, princesa von Werdenberg y mariscala Fürstin), Peter Rose (Barón Ochs von Lerchenau, su primo), Magdalena Kožená (Octavio, joven noble, amante de la mariscala) y Anna Prohaska (Sofía, hija del nuevo rico Herr von Faninal). Por lo tanto, la próxima temporada se aguarda ya con gran expectación.

La escenografía de esta «Manon Lescaut» (aparentemente simple, pero con sus complejos trucos técnicos, de los que el espectador permanece ajeno en los dos intermedios y un cambio de escena de rigor), de Rob Howell, con ventanales dieciochescos en perspectiva, nos retrotrae a una estación ferroviaria, a una terraza de café y a un hotel de la Francia de entre los dos antepenúltimos siglos; pero enfrente, del lado izquierdo del escenario, se erige una empinada escalinata que se asemeja, en su estilo arquitectónico, a las monumentales construcciones del realismo socialista de la primera mitad del siglo XX.

Manon no viaja en carruaje tirado por caballos, sino en tren, y es una mujer algo madurita para el joven estudiante Des Grieux. Según la versión original de la obra, la historia debería desarrollarse en el barroco francés. Sin embargo, el vestuario de Fotini Dimou nos ubica en la década de 1940, lo que se corresponde mejor con los soldados de la Wehrmacht que irrumpen en escena, con cascos de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) protegiendo sus germánicas testas. Esta producción, un tanto caprichosa en su ambientación, tiene lugar entonces en una época en que la ocupación nazi dominaba Amiens, París y el puerto de Le Havre, escenarios donde se desarrolla la historia en sus tres primeros actos.

El cuarto y último nos lleva al desierto; ese en rosa perpetuo, siempre a punto de morir, pero vivo, que puede ver el viajero cuando conduce por la 10 desde Nueva Orleans a San Diego, donde el sol no se pone, y que simboliza aquí la ruina de una ruina, donde nuestra Manon expira y el joven Des Grieux llora amargamente su pérdida.

Las inconsistencias alcanzan también al reparto. No digamos ya que el barítono (afro) estadounidense Lester Lynch encarna a Lescaut, el hermano de Manon (la soprano neerlandesa Eva-Maria Westbroek), sino que la (supuesta) joven amante del estudiante Renato Des Grieux (el tenor pompeyano Massimo Giordano), parece aquí más bien su madre o su hermana mayor. Westbroek impone con su potente y densa voz, pero no logra esas sutiles vibraciones que darían más autenticidad y credibilidad a una joven y tierna Manon. La obsesiva pasión que inspira a Giordano, el que más convence a la platea, estremece por su fuerza. A más de un espectador se le han escapado lágrimas de emoción. En resumen, si bien no extraordinarias, todas las voces son buenas y se lucen.

Pero, en fin, esas minucias no incomodan a Sir Richard, le son completamente intrascendentes, tal vez por aquello de que es más importante vender bien la pieza al público (es una coproducción con la Metropolitan Opera de Nueva York). En sus estereotipos, hace referencia a los malos alemanes de la primera mitad del siglo XX, se abstiene de hablar de amor y puntualiza más bien la atracción sexual entre los dos protagonistas. «En muchas óperas la cosa va de sexo y muerte, pero pocas veces tan abiertamente como en «Manon Lescaut» «, afirma Eyre, citado en el programa de mano del festival.

Donde sí hay coherencia y equilibrio es en la dirección de Sir Simon Rattle, así como en la ejecución de los músicos de la Filarmónica de Berlín. El imponente Philharmonia Chor Wien, excelentemente preparado por el profesor Walter Zeh, logra un buen ajuste con la batuta del director británico. Más que sobre el escenario, Sir Simon se apoya en el foso de la orquesta. Allí, en lo sinfónico, está el verdadero lujo de esta puesta. Las maderas se lucen con gran elocuencia ya desde el «Allegro brillante» de la obertura. El sonido cálido de las cuerdas da enorme vida a la escena. Y el trágico final es de una magnificencia insuperable. Los aplausos y ovaciones, muy bien merecidos, son casi interminables en esta velada.

Baden-Baden, 16/04/2014
Festspielhaus Baden-Baden. «Manon Lescaut», drama lírico en cuatro actos de Giacomo Puccini (1858-1924).
Libreto de Ruggero Leoncavallo, Marco Praga, Domenico Oliva, Luigi Illica, Giuseppe Giacosa, Giulio Ricordi, Giuseppe Adami y Giacomo Puccini, según libreto de Henri Meilhac y Phillippe Emile François Gille para la ópera «Manon» de Jules Massenet, basada en «Histoire du chevalier Des Grieux et de Manon Lescaut» de Antoine François Prévost d’Exiles, más conocido como Abbé Prévost.
Estrenada el 1 de febrero de 1893, en el Teatro Regio de Turín. Intérpretes Eva-Maria Westbroek (Manon Lescaut), Lester Lynch (Lescaut, su hermano, un soldado), Massimo Giordano (Renato Des Grieux, un estudiante), Liang Li (Geronte de Ravoir, un alto funcionario fiscal), Bogdan Mihai (Edmondo, un estudiante), Reinhard Dorn (posadero/capitán de navío), Magdalena Kožená (cantante), Kresimir Spicer (maestro de ballet), Arthur Espiritu (barrendero), Johannes Kammler (sargento), Saulo Garrido (bailarín de tango). Madrigalistas: Helene Lukassen, Victoria Rona, Barbara Sommerbauer, Katrin Valk. Músicos sobre el escenario Fanny Robilliard, Michiko Yamada, Geisa Santos, Yumino Weber (cuarteto de cuerdas), Antonio Javier Azanza Ribes (tambor). Estreno de la nueva producción 12 de abril de 2014 en la Festspielhaus de Baden-Baden. Dirección escénica Sir Richard Eyre. Escenografía Rob Howell. Vestuario Fotini Dimou. Iluminación Peter Mumford. Coreografía Sara Erde. Philharmonia Chor Wien, preparado por Walter Zeh. Orquesta Filarmónica de Berlín. Director: Sir Simon Rattle. «Manon Lescaut» es una coproducción de la Festspielhaus Baden-Baden y de la Metropolitan Opera de Nueva York.

Páginas de Internet:
www.berliner-philharmoniker.de
www.osterfestspiele.de
www.festspielhaus.de

Manon: Eva-Maria Westbroek. Festspielhaus und Festspiele Baden-Baden. ©Jochen Klenk

 

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