El Museo Van Gogh de Amsterdam reabrió este miércoles 1 de mayo de 2013 sus puertas a millares de visitantes, tras siete meses de obras de remozamiento y modernización, para presentar una magnífica y única exposición, «Van Gogh at work», sobre el método de trabajo del genial pintor postimpresionista neerlandés, fruto de una exhaustiva investigación multidisciplinaria de ocho años de esta entidad conjuntamente con el Instituto Neerlandés de Patrimonio Cultural y la fundación Partner in Science de los Países Bajos (catálogo de la editorial Hirmer Verlag/de Múnich).
Vincent Willem van Gogh (Zundert, Países Bajos, 1853 – Auvers-sur-Oise, Francia, 1890) pintó 900 cuadros (27 autorretratos y 148 acuarelas) y realizó 1.600 dibujos. «Es un mito afirmar que no vendió ninguna obra en vida, pero se pueden contar con los dedos de una mano las que consiguió vender; fueron tres, cuatro o cinco trabajos (además de las obras que regaló o que intercambio con otros artistas)», dijo en breve entrevista con Danza Ballet Axel Rüger (Dortmund, Alemania, 1968), director (desde 2006) del Museo van Gogh.

Con esta fascinante y exclusiva muestra (que se extenderá hasta el 12 de enero de 2014) de 200 obras, entre ellas 150 pinturas, así como trabajos sobre papel de van Gogh, cartas y materiales (como sus cuadernos de dibujo originales, tubos de pintura y la única paleta que se conserva de él, procedente del Musée d’Orsay de París), además de 50 cuadros de artistas contemporáneos (a los que conoció en Francia), el Museo Van Gogh nos permite echar un vistazo al aprendizaje del oficio que realizó Vincent, su labor en el taller o con su caballete al aire libre (donde prefería trabajar), las técnicas y los colores que empleó (y hasta dónde los adquiría), afirmó la comisaria de la exposición, Nienke Bakker.
El intercambio de experiencias y conocimientos técnicos entre los artistas del siglo XIX era bastante fluído, como lo demuestran los resultados obtenidos con esta investigación de enorme valor científico que ha incrementado no sólo el conocimiento sobre van Gogh, sino, en general, también sobre sus colegas de la época.
Analizando muestras de pintura al microscopio se han descubierto decoloraciones en diferentes pigmentos aplicados por el pintor e incluso granos de arena o restos de hierbas en los cuadros que realizó frente al mar o en el campo, dijo la restauradora Kathrin Pilz, integrante del equipo investigador del Museo Van Gogh, al mostrar detalles de la exposición en una primera visita guiada reservada a periodistas.
Con entrega y afán de perfeccionismo van Gogh buscaba sus encuadres, para captar mejor la perspectiva y las proporciones de sus objetos a pintar, así como los contrastes, combinando los colores; experimentaba con diferentes formas de aplicación (pastosa o diluída) del óleo, y ondulaba prácticamente la pintura con su pincel. Cuando se quedaba sin lienzos o sin dinero (cosa que ocurría frecuentemente), van Gogh reutilizaba sus telas, pintaba sobre composiciones previas o utilizaba el reverso de una obra terminada.
«Los girasoles» de la National Gallery de Londres, «El dormitorio en Arles» del Art Institute of Chicago, el «Retrato de Père Tanguy» del Musée Rodin de París (exhibido por última vez en los Países Bajos en 1930, y cedido sólo en muy contadas ocasiones para ser mostrado fuera) se exponen aquí junto a las obras del Museo Van Gogh, así como a cuadros que fueron admirados por Vincent, pintados por Claude Monet, Paul Gauguin, Georges Seurat, Paul Signac y Emile Bernard, entre otros creadores de aquellas épocas predecesoras del modernismo.
El Museo Van Gogh investiga constantemente la obra de Vincent y «tras cerrar (con la exposición «Van Gogh at work») esta primera fase de estudios sobre sus métodos de trabajo emprenderá un nuevo proyecto que se extenderá por otros tres o cuatro años, aproximadamente, para divulgar una parte de su colección, la correspondiente al último período de van Gogh, en Saint-Rémy (1889) y Auvers-sur-Oise (1890), y analizarla asimismo en profundidad», afirmó Rüger.
Los últimos años de Van Gogh estuvieron signados por sus permanentes problemas psiquiátricos, que lo llevaron a quedar recluido de forma voluntaria en sanatorios para enfermos mentales, entre los que se encontraba el de Saint-Rémy. Aquí fue donde volvió a sentir la necesidad de copiar a pintores que admiraba, por lo que pidió a su hermano Theo (figura central en su vida) que le enviase láminas de reproducciones a partir de las cuales interpretaba el color a su manera.
De esta forma exploró temas religiosos como «La Piedad» (según Delacroix) pintando a Jesús con el cabello y la barba rojizos, así como «La resurrección de Lázaro» (según Rembrandt), que pueden verse en esta exposición, y volvió a copiar algunas de sus pinturas favoritas, como las de Jean-François Millet («Campesina batiendo el lino» o «La noche», ambas de la colección del Museo Van Gogh).
Cuando se trasladó a Auvers-sur-Oise, cerca de París, conoció a un amigo de Theo, el Dr. Paul Gachet, médico y pintor aficionado, quien se ofreció a cuidarlo y visitarlo en la pensión Ravoux, donde se hospedaba. Bajo la atención del facultativo la actividad artística de Van Gogh fue intensa, en dos meses pintó más de setenta cuadros; frecuentaba su casa, pintó el jardín, a su hija Margarita con flores y ante el piano, y al mismo Dr. Gachet. Poco antes de morir a consecuencia de un disparo de arma de fuego, incidente aún no del todo esclarecido, van Gogh volvió a refugiarse en la pintura con gran entusiasmo, le gustaban los paisajes de Auvers que antes habían maravillado a tantos otros pintores como Jean-Baptiste Camille Corot, Camille Pissarro, Armand Guillaumin y Paul Cézanne.
«Estoy plenamente absorbido por estas inmensas llanuras de campos de trigo sobre un fondo de colinas, vastos como el mar, de un amarillo muy tierno, un verde muy pálido, de un malva muy dulce, con una parte de tierra labrada, todo junto con plantaciones de patatas en flor; todo bajo un cielo azul con tonos blancos, rosas y violetas», escribía entonces van Gogh en una carta a su madre.

Fue en Auvers-sur-Oise donde empezó a utilizar el formato horizontal de doble cuadrado que precisamente aquí había utilizado el pintor Charles-François Daubigny (de la escuela de Barbizon), en cuyo jardín había pintado van Gogh algunas veces.
Su cuadro «La iglesia de Auvers-sur-Oise», está realizado sobre líneas fuertes y definidas, que producen el efecto de una escultura recortada sobre el azul intenso del cielo, efecto que da sensación de oscuridad. La profundidad la consigue con los dos caminos en forma de «v» en primer plano; caminos que aparecen colocados de manera similar en una obra posterior, «Campo de trigo con cuervos».
Van Gogh destaca en sus cartas la soledad y melancolía que tienen estos últimos paisajes de trigales bajo cielos tempestuosos y amenazantes; los cuervos planeando sobre el trigo parecen premonitorios de su muerte. Las dos bandas de color, con el contraste del azul y el amarillo, anulan el espacio de la perspectiva, cuya composición en el campo abierto tiene un sentido inverso, sale del horizonte en dirección hacia la parte delantera. El azul del cielo está en un solo plano y consigue crear una unidad, mientras que el amarillo del trigo está dividido en dos planos, el rojo de los caminos en tres y el verde complementario de las franjas del camino en cinco, en este impactante cuadro, considerado como una las obras maestras del artista neerlandés.

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