(Serge o Sergei Lifar; Kíev, 1905 – Lausana, 1986) Bailarín y coreógrafo francés de origen ruso. Alumno de Bronislava Nijinska, se instaló en Francia en 1923 y trabajó con los Ballets Rusos de Diaghilev y en las óperas de París y de Montecarlo. Dio prioridad a la danza sobre la música y el decorado y evitó la pantomima. Es autor de numerosas obras teóricas, como Danza académica (1949) o Historia del ballet (1966).
Serge Lifar estuvo relacionado durante largos años (desde 1929 hasta 1958, con una única interrupción entre 1945 y 1947) con el Ballet de la Ópera de París, al que convirtió en una de las compañías más importantes y prestigiosas de la época. Los inicios de su carrera estuvieron ligados a los Ballets Rusos de Serge Diaghilev, de los que llegó a ser primer bailarín, estrenando obras como El hijo pródigo. A la muerte de Diaghilev (1929) pasó a formar parte del Ballet de la Ópera de París, del que sería primer bailarín, director y coreógrafo.
En la Ópera de París gozó de la libertad que precisaba para llevar a la práctica sus ideas sobre la danza. En el ballet, según la concepción de Lifar (contraria a la unitaria de Michel Fokine, que había guiado los Ballets Rusos de Diaghilev), la danza es lo más importante, por encima de la escenografía e incluso de la música, ya que la danza posee ritmo por sí misma. En este sentido, la creación de la coreografía debía preceder a la de la música. Así lo hizo en Ícaro (1935); el simple acompañamiento musical, a base de percusión, fue compuesto después de la coreografía. Proclamando la independencia de la danza respecto de las otras artes, Serge Lifar buscaba profundizar en el lenguaje coreográfico tradicional. Así, en obras como la citada, empleó las formas de la tradición para afrontar mensajes novedosos, como el conflicto del individuo.
Si bien usó posteriormente formas musicales más convencionales, mantuvo siempre el concepto de la primacía de la danza, que imponía su ritmo a las partituras. Con estos principios preparó más de cincuenta ballets, a menudo sobre temas históricos, mitológicos o legendarios, en los que también es característico el rechazo de la mímica como medio expresivo.
Retirado de los escenarios desde 1956, continuó sin embargo en activo como director y coreógrafo y como autor de diversos textos teóricos sobre la danza.