Tras veinticinco años de ausencia en el Teatre del Liceu ha regresado, en coproducción con la Semper Oper Dresden, El caballero de la rosa, una exquisita y refinada ópera cómica en tres actos que transcurre en la Viena de la emperatriz María Teresa, hacia 1750.
Fue compuesta por el más célebre representante musical del momento, maestro del poema sinfónico, director de orquesta y compositor Richard Strauss (1864-1949).
Se exhibió por primera vez en el Liceu el 2 de abril de 1921.
El libreto original ha sido elaborado en colaboración por dos sobresalientes y conocidos artistas de la modernidad estética de la Alemana imperial, el poeta, dramaturgo y ensayista austríaco Hugo von Hofmannsthal (1874-1929) y el mecenas y escritor anglo-alemán Harry Kessler (1868-1937). El caballero de la rosa realizó su aparición en sociedad el 26 de enero de 1911 en el Teatro de la Ópera de Dresde, convirtiéndose rápidamente en uno de los más grandes éxitos de la ópera alemana en la primera mitad del siglo XX. Es la obra de Strauss que más notoriedad ha alcanzado y que más veces se ha representado en todo el mundo. La carrera de Strauss desde siempre estuvo marcada por el éxito. La alta calidad de sus creaciones es una constante fiel a su notable y profundo conocimiento artístico, el teatro musical, la exuberancia orquestal y sus notables composiciones musicales.
Impregnada de un ambiente extraordinariamente refinado y musicalmente próxima a la obra mozartiana, con un amplio y refinado sentido teatral, la musicalidad de El caballero de la rosa es considerada como la obra más acabada y popular de Strauss, aunque para expertos entendidos de la sociedad musical alemana de 1911 determinó un retroceso en el crecimiento y desarrollo artístico del compositor postromántico después de haber irrumpido en escena con impactantes y densas elaboraciones musicales dramáticas como Salomé (1891), de Oscar Wilde (1854-1900), y Elektra (1909), ópera formada por una disonancia de alta gama y compuesta en colaboración Von Hofmannsthal.
El caballero de la rosa lleva su título en alusión a una costumbre ficticia propia de la época en que se desarrolla la obra, inventada desde el extraordinario universo creativo de Von Hofmannsthal, donde una rosa de plata era entregada en señal de compromiso a la dama elegida.
La ópera muestra en todo momento la capacidad extraordinaria de Strauss para la creación melódica, ya que El caballero es una verdadera joya para los amantes de la música de Strauss.
Su música es una hermosa e inolvidable melodía impregnada de una abundante «gracia vienesa» que la hace bella e invita al baile, aspecto nada novedoso en la carrera del compositor, que poseía un interés particular hacia la música para ser bailada y, de hecho, contribuyó con la creación musical de varios espectáculos de danza durante su carrera, colaborando con destacados artistas de la danza de su tiempo como los famosos Ballets Rusos de Diaghilev.
Escribió varias partituras de ballet, pero lamentablemente ninguna obtuvo destacados resultados. La más conocida y vigente es un poema sinfónico titulado The legend of Joseph (La leyenda de José, 1912-1914), estrenado en la Ópera de París por los Ballets Rusos de Diaghilev, con gran éxito, en 1914. La coreografía fue una creación de Michel Fokin (1880-1942), y la escenografía estuvo a cargo del exquisito Leon Bastk (1866-1924). Actualmente forma parte del repertorio del Hamburg Ballet que dirige John Neumeier (1942).
También, para la compañía de Diaghilev, inventó el poema sinfónico Till Eulenspiegel (1895) o Las divertidas travesuras de Till Eulenspiegel, estrenado en Nueva York el 23 de octubre de 1916 con coreografía de Nijinsky; el inacabado ballet de tres actos Die Insel Kythere (The Isle of Cythera, 1900), un ballet inspirado en obras del Barroco francés y Ballettsoiree (Soirée vienesa, 1923) coreografiado por el maestro de ballet Heinrich Kröller para el ballet de Viena.
El Divertimento Schlagobers (Crema batida) (1924), inspirado en el modelo del ballet de Tchaikovsky El cascanueces, con coreografía de Heinrich Kröller, no contó con buena suerte tras su estreno tras la Primera Guerra Mundial debido a que eran épocas de austeridad económica y el ballet mostraba una nota de opulencia, como la mayoría de sus obras.
Verklungene Feste (1941), estrenada en Munich, fue una creación coreográfica del matrimonio de bailarines eslovenos Pia y Pino Mlakar.
En sus óperas también nos encontramos con piezas relacionadas con la danza, entre ellas la superfamosa «Danza de los siete velos» del poema-sinfónico-escénico Salomé, danza que los críticos, y Mahler sobre todo, desvalorizaron por ser una creación sumamente kitsch, y ordinaria dentro de una gran composición cromática, pero era este justamente el efecto que el compositor deseaba brindar ya que, según él, la danza de Salomé era el culminante momento musical que describe el gusto artístico de una personalidad vulgar y perversa como la del tetrarca Herodes Antipas, amén de anticipar el desenlace disonante del drama.
El caballero de la rosa es elegante, con una gran clase y un alto sentido de la estética, como lo fue en gran parte la personalidad de su autor, que quedó reflejada en su música y que está presente para aquellos que conocemos y admiramos, en cada momento, su magnificencia artística.
Nos rendimos fascinados ante esta ópera.


