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Lo hacen con el estreno de «Tierra prometida»
El proyecto se inspira en la exposición ‘Una tierra prometida. Del Siglo de las Luces al nacimiento de la fotografía’, con cuyas obras dialoga.
La coreógrafa María Pagés y el dramaturgo El Arbi El Harti, directores de María Pagés Compañía, culminan este fin de semana su residencia artística en el Museo Universidad de Navarra con el estreno absoluto de Tierra prometida. Este proyecto de creación coreográfica, inspirado en la exposición Una tierra prometida. Del Siglo de las Luces al nacimiento de la fotografía, se representará en las salas expositivas del MUN este viernes 27 y sábado 28 a las 19:30 hs y las entradas están agotadas.
En la propuesta, producida por la María Pagés Compañía y el Centro Coreográfico María Pagés de Fuenlabrada, de la mano del MUN, invitan a la danza flamenca, a la fotografía y a la escenografía museística a concebir una nueva semántica escénica.
Viernes 27 y sábado 28 a las 19:30 hs | Salas del MUN
Venta de entradas
Así, en el espectáculo, la danza se acerca a los orígenes de la fotografía, con la que dialoga y sublima. Ambas disciplinas comparten una misma esencia poética y el mismo vínculo con el espacio, el tiempo, la realidad, el movimiento y la armonía.
La génesis de este proyecto, que ha contado con el apoyo y compromiso de una de las familias del Patronato Promotor del MUN, se encuentra en febrero de 2021, cuando la dirección artística de Artes Escénicas y Música invitó a María Pagés y El Arbi El Harti a participar en las residencias artísticas.
A través de distintas visitas al Museo, con el acompañamiento del equipo del centro, tuvieron la oportunidad de conocer e investigar la Colección de fotografía histórica, que supuso la semilla de esta propuesta de nueva creación.
En palabras de Pagés, “la colección del MUN es una de las mejores del mundo y que el Museo haya optado por la fotografía es una manera de apostar por la memoria de la contemporaneidad y eso dice mucho del proyecto”.
“Hemos tenido el honor de conocerla de la mano de sus directores y quizá lo que más me ha interpelado de la misma es la labor inconmensurable de José Ortiz Echagüe. Me fascina su trabajo sobre Marruecos. En casa, tenemos una foto maravillosa”.
La directora artística de Artes Escénicas y Música del Museo, Teresa Lasheras, valora la riqueza de esta propuesta escénica, en la que se pone en valor la interrelación entre disciplinas artísticas, una de las señas de identidad del Museo.
“En las residencias artísticas del MUN el diálogo entre las artes, en clave de igualdad, produce una interacción dinámica y productiva que genera nuevas obras. Tierra prometida nace de una tensión creativa que ha vertido en la expresión artística del flamenco el patrimonio de las fotografías y el discurso de la exposición homónima”.
Vínculo compartido
En relación a este diálogo, El Arbi El Harti subraya que en Tierra prometida se acercan “orgánicamente a la fotografía desde la danza flamenca. Ponemos la tradición flamenca y la fotográfica una en frente de la otra y las invitamos a mirarse, tocarse, escucharse y a fusionarse en una propuesta estética donde la imagen y el movimiento construyen un nuevo paradigma de belleza”.
“Este proceso es posible porque la fotografía y la danza flamenca comparten la misma poética y el mismo vínculo con la realidad, el espacio, el tiempo, la armonía, el equilibrio, el ritmo… Una coreografía es la sucesión de instantáneas que cuentan la Historia desde la emoción ética y el imaginario creativo”.
En este sentido, Pagés explica que, “desde el punto de vista coreográfico y también dramatúrgico, consideramos la composición fotográfica como composición coreográfica”.
“Una fotografía cuenta una historia que nos sirve como savia para desarrollar la configuración de nuestro relato coreográfico. Que sea Oriente la esencia de dicha savia es un regalo para nosotros. Es como elevar la imaginación al poder”.
Para El Arbi El Harti, “la exposición en la que se inspira el espectáculo es un alegato a la razón, al pensamiento enciclopédico y a cómo sus científicos, exploradores y artistas han construido la imagen de Occidente sobre Oriente. Nosotros hemos nutrido esta metodología, añadiendo intuición artística a borbotones”.
“Los lenguajes de la danza flamenca exploran Occidente e intentan penetrar en sus pliegues secretos a través de los sentidos, la subjetividad, la emoción…”. Para ambos, Oriente forma parte de sí mismos y puede verse como una suerte de brújula o guía hacia la búsqueda de utopías.
El resultado de este trabajo es una bella propuesta escénica que se desarrolla en las salas expositivas del Museo y que traslada al público a otro espacio y otro tiempo a través de los sentidos.
La coreógrafa comparte que ha sido una experiencia muy positiva llevar la danza a las salas expositivas del MUN, una propuesta que ha contado con la colaboración de la Embajada de Marruecos.
“Me siento en casa. Un museo es un teatro donde se conserva estética y éticamente el patrimonio cultural de la Humanidad. Bailar en él es estar en la construcción de su memoria y en la memoria universal”.
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