Los espejos del alma, paisaje alemán en el romanticismo, se exhibe en Madrid
Una exposición que rinde homenaje a los orígenes del romanticismo en Alemania y su expansión en Europa tiene lugar del 18 de diciembre de 2012 al 31 de marzo de 2013 en el Museo del Romanticismo de Madrid (calle San Mateo 13, 28004 Madrid, www.museoromanticismo.mcu.es).
La muestra que incluye 20 dibujos y acuarelas de artistas como Caspar David Friedrich (1774-1840), Johann Georg von Dillis (1759–1841) y Adrian Ludwig Richter (1803–1884), entre otros, fueron cedidos especialmente por el Museo Kunstpalast de Düsseldorf y contextualiza la exposición permanente que exhibe la institución madrileña.

En el territorio de la actual Alemania se sitúan los orígenes del primer romanticismo y también su manifestación más emblemática: el desarrollo hacia el realismo pictórico.
El artista romántico encuentra en el paisajismo su medio de expresión más idóneo, por adecuarse este género a sus estados de ánimo, a los estados del alma. Es en esta época precisamente que el paisaje se consolida como género independiente, y el dibujo comienza a liberarse del academicismo para constituirse en obra de arte en sí.
«La tarea del pintor de paisajes no es la fiel representación del aire, el agua, las piedra y los árboles, sino que es su alma y su sentimiento lo que ha de reflejarse», afirmaba Caspar David Friedrich de quien puede admirarse en la muestra un dibujo a pluma, aguada y grafito sobre papel verjurado con Casas de labranza a los pies de un monte (4 de agosto de 1799), probablemente de la pequeña localidad de Tharandt, en la Suiza sajona.
El romanticismo es, sin lugar a dudas, el movimiento cultural más difícil de definir, caracterizar o delimitar, y precisamente esa complejidad hace que sea la etapa más fascinante de la historia del arte. Lo sublime y lo pintoresco, principales conceptos de este movimiento, tienen su origen y base teórica en el Siglo de las Luces (desde finales del siglo XVII hasta el inicio de la revolución francesa, 1789), y están especialmente asociados a la idea romántica del paisaje.
En los paisajes, el paraje en cuestión no adquiere importancia como escenario de reafirmacion de valores asociados a la escena mitológica o el asunto histórico, sino que cobra notoriedad por haber sido objeto de la atención del artista.
Así, el paisaje deja de ser un mero marco físico para convertirse en un espacio omnicomprensivo, profundo y esencial, representación fiel de un estado de ánimo que halla su equivalente en la naturaleza.
En «Vista sobre Adolfseck en el Rheingau» (realizado a la pluma, acuarela, grafito y tinta china sobre papel en 1788) Georg von Dillis rememora las impresiones recibidas en su primer viaje hasta el alto Rin, Estrasburgo, Mannheim, Fráncfort y Maguncia, pasando por Adolfseck y Schwalbach, y muestra su talento para convertir lo que veía en impresiones cromáticas; en este caso una sinfonía de tonos plateados verdes, azules y ocres.
Paralelamente a su carrera artística, von Dillis ostentó desde 1790 el cargo de inspector de las colecciones del príncipe elector de Baviera (posteriormente Colecciones Reales) y a partir de 1822 organizó junto con Leo von Klenze la renombrada Pinacoteca de Múnich que se inauguraría en 1836.
Con la llegada del romanticismo se despierta la esencia mágica de la naturaleza y el paisaje se convierte en el género pictórico más cultivado. «El silencio de lo inmenso», como lo llamaba el pintor inglés William Turner (1775-1851), sigue cautivando hoy la mirada del público en su contemplación.
Por eso, gran parte de las obras de la exposición invitan a abandonarse al placer de la contemplación sosegada que desemboca en una serena introspección.
El movimiento experimenta significativas metamorfosis en los distintos ámbitos geográficos en los que se va asentando, rasgos que desarrollan variaciones conforme avanza el siglo. Una de las características que podemos apreciar en la presente muestra es la existencia de una notable variedad estilística, derivada del valor supremo que se otorga a lo individual y el individuo en esta época. Por lo tanto, el estilo se multiplica y adquiere tantas variantes como autores e impresiones existen.
Los románticos intentaron la liberación del significado latente de la naturaleza y presentan su grandeza, magnitud, símbolo y detalle, lo metafórico, lo subjetivo y lo sobrenatural, fascinando aún en pleno siglo XXI con sus planteamientos plásticos y estéticos.

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