Música casi desconocida de Cuba en la Deutsche Oper Berlin

Música casi desconocida de Cuba en la Deutsche Oper Berlin | Danza Ballet 
Música casi desconocida de Cuba en la Deutsche Oper Berlin | Danza Ballet 

Un concierto de música de cámara cubana, casi desconocida aquí, presenta este lunes 6 de diciembre el Kammermusikensemble Classic de la Deutsche Oper Berlin.

El programa forma parte de un ciclo de recitales con obras de compositores de cinco países de América Latina: Cuba, Colombia, Chile, Uruguay y Venezuela organizado por este escenario lírico. La próxima velada está prevista para el 14 de febrero de 2011 con música de autores venezolanos.

Hay curiosidad en Europa por escuchar estas composiciones cubanas. Una intensa tarea de búsqueda de partituras en los archivos de La Habana ocupó durante meses a los músicos de la Deutsche Oper Berlin conjuntamente con autoridades culturales de aquel país caribeño, una labor que condujo a interesantes hallazgos, aunque no satisfizo todas las expectativas, según relata el presentador de la velada, el violonchelista cubano Douglas Vistel, residente desde hace años en la capital alemana.

Faltan en esta antología algunos nombres importantes, entre ellos el de Ernesto Lecuona (1895-1963), de cuyas «Canciones de amor», varias de ellas inéditas, se editara recientemente un CD (sello BIS) con la soprano estadounidense Carole Farley, acompañada por el pianista británico John Constable.

El repertorio de esta velada en la Deutsche Oper abarca desde la música del barroco en la época colonial, con los «Villancicos» de Esteban Salas y Castro, pasando por la «Suite» de Juan Antonio Cámara, integrante del Grupo de Renovación Musical de Cuba, «Solitude» de Guillermo Manuel Tomás, y «Preludio» de Alejandro García Carturla, hasta llegar a «Noche de Tango» de Jorge López Marín, así como al «Cuarteto de cuerdas nro. 1» de Julián Orbón, las «Dos danzas cubanas» de Ignacio Cervantes, «La bella cubana» de José White, y la «Rítmica nro. 1» de Amadeo Roldán, en los cuales los elementos afro-cubanos aparecen en mayor o menor medida o de forma más o menos indirecta.

En «Noche de Tango», Jorge López Marín desentraña con un quinteto de vientos (maderas) las raíces afrocubanas (habanera) de este género musical del Río de la Plata (primero Buenos Aires, después Montevideo). El mismo término tango parece provenir de Africa («tangú», del ibibio hablado en Níger y Congo): bailar al son del tambor y, por extensión, más tarde, reunión de negros para bailar al son del tambor.

El tango, típica expresión artística del mestizaje biológico y cultural rioplatense, enriquecido además en su gestación a mediados del siglo XIX con diversos aportes europeos (mazurcas, polcas, valses, ländler) y afroamericanos (candombe, milonga y el maxixe brasileño), es unido en la obra de López Marín (alumno de Khachaturian en Moscú) con elementos técnicos y la tradición de la escuela musical clásica moderna. La interpretación del conjunto de la Deutsche Oper es correcta, aunque para el gusto de un aficionado de la música rioplatense le falta algo de gancho, de garra.

La mezzosoprano eslovaca Jana Kurucová, desgrana con voz madura y hermoso timbre el recitado y el aria (en español) de «Villancicos» de Salas y Castro, sacerdote y compositor de música religiosa nacido en La Habana en 1725 –el Bach o el Händel cubano– cuya partitura fue encontrada por milagro en los archivos de la mayor de las Antillas.

Con «Suite», de Juan Antonio Cámara, nos llega una pieza de factura no demasiado compleja, pero de mucha sensibilidad, con momentos muy apacibles, reflexivos en «Ricercare lidico. Moderato», y de gran energía, vitalidad en «Giga. Allegro».

El elemento cubano está presente de forma indirecta en «Solitude» de Guillermo Manuel Tomás (ejecutado aquí en una versión para quinteto, en lugar de cuarteto de cuerdas), y con la misma tónica que «Preludio», también para cuarteto de cuerdas, de Alejandro García Carturla, con pasajes muy meditativos e introspectivos.

En las «Dos danzas cubanas» para flauta, clarinete y piano de Ignacio Cervantes, muy bien interpretadas por el Kammermusikensemble, se advierte con mucha mayor elocuencia la conexión de los ritmos afrocubanos con la milonga rioplatense, lenta en «Mis amores – con passione» y más lenta aún en «La tarde está amorosa – Moderato con espressione e con passione».

Con «La bella cubana» para dos violines y piano de José White el conjunto de cámara de la Deutsche Oper nos entrega una interpretación muy delicada y exquisita de una obra clave para la música cubana.

Tomás, desde Nueva York, Cervantes, alternativamente desde México y Estados Unidos, y White, desde París, fueron tres conspicuos patriotas que apoyaban financieramente al movimiento independentista cubano en la guerra contra España a finales del siglo XIX.

El «Cuarteto de cuerdas nro. 1», una obra muy buena de Julián Orbón, muestra en sus cuatro movimientos («Poco allegro, non troppo quasi moderato», «Molto allegro», «Lento, maestoso» y «Allegro») el refinado gusto y afán de este compositor por experimentar y alcanzar un lenguaje musical propio.

Y por último el ritmo cubano en esencia, con la «Rítmica nro. 1» de Amadeo Roldán, para quinteto de vientos y piano, con reiterada superposición de los instrumentos en sus diferentes pasajes, cerró esta velada singular e inolvidable, por su peculiar contenido, en la Deutsche Oper de Berlín.

 

 Música casi desconocida de Cuba en la Deutsche Oper Berlin | Danza Ballet

©Deutsche Oper Berlin

 


Berlín, 06/12/2010
Foyer del Teatro de la Deutsche Oper Berlin.
Jana Kurucová (mezzosoprano).
Kammerensemble Classic der Deutschen Oper Berlin.


Jochen Hoffmann (flauta), Holger Burke (oboe), Matthias Höfele (clarinete), Helge Bartholomäus (fagot), Paul Sharp (trompa), Keiko Kido (violín), Chié Peters (violín), Youngdo Kim (viola), Claudio Corbach (violonchelo), Thamás Frank (contrabajo), Almuth Kraußer-Vistel (piano). «Villancicos» para soprano, dos violines, violonchelo y contrabajo, de Esteban Salas y Castro (1725-1803). «Suite», para flauta, clarinete y fagot, de Juan Antonio Cámara (1917). «Solitude», para cuarteto de cuerdas, de Guillermo Manuel Tomás (1868-1933). «Preludio», para cuarteto de cuerdas, de Alejandro García Carturla (1906-1940). «Noche de Tango», para quinteto de vientos, de Jorge López Marín. «Cuarteto de cuerdas nro. 1», de Julián Orbón (1925-1991). «Dos danzas cubanas», para flauta, clarinete y piano, de Ignacio Cervantes (1847-1905). «La bella cubana», para dos violines y piano, de José White (1836-1918). «Rítmica nro. 1», para quinteto de vientos y piano, de Amadeo Roldán (1900-1939).

 

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