La expresión Teatro-Danza (Tanz-theater) es hija de una hybridación.
Por Roberto Fratini (Italia)
La expresión Teatro-Danza (Tanz-theater) es hija de una hybridación. Cuando en los ’80 el fenómeno Pina Bausch, y más generalmente la nueva danza alemana sacudieron como un seísmo las categorías estéticas dominantes en la reflexión de Occidente sobre su propia manera de pensar y vivir la performance, no se supo superar la crisis sino adoptando el malentendido sistemático de creer que el llamado Teatro-Danza no fuera – como el neologismo sugiere – sino una mezcla de elementos propiamente danzarios y de aportes más típicamente teatrales.
Sin embargo la revolución representada por esa nueva idea de danza fue mucho más radical, e infinitamente menos calculable que un simple tratamiento “fronterizo” de los géneros existentes. Más allá de toda idea “algébrica” de Tanztheater (Teatro + Danza), Pina Bausch y la oleada de artistas que en todos los sectores performativos se dejaron arrasar por la nueva poética, estrenaron algo como un renacimiento – aunque crepuscular – de la danza occidental, y una definitiva liquidación del sistema estético teatral. El Teatro-Danza no fue una huida desde la danza conocida, sino un salvaje adentrarse en sus abismos problemáticos más antiguos e irresueltos. Quizás la supuesta “teatralidad” de la nueva danza no fuera sino la consecuencia de un pensamiento “extremadamente” y también desesperadamente danzario alrededor de la mismísima danza, y la tentativa más madura de proporcionar respuestas a la eterna pregunta “Qué es Danza?”, y de cargar con la misma pesadumbre que ya había aquejado las artes occidentales a lo largo de todo el siglo XX: la de cuestionarse sobre el fin del arte y una posible ilegitimidad de la propia danza como problemas cada vez más sustanciales y cada vez menos míticos.
Unos requisitos existenciales con los que la nueva danza intentaba cumplir, pero no despidiéndose de la danza antepasada, sino esgrimiendo o exhudando entredichos originarios y contenidos reprimidos que formaban parte de las opciones de la danza, de sus”deseos” atávicos desde siempre y desde que la danza existió.
Por eso, Teatro Danza no es simplemente un género danzario, ni una mezcla de géneros, ni una escuela, ni una modalidad, ni una fase, ni un estilo, ni una técnica. En su esencia el Teatro danza es más bien una “función”, una “variable”, un “aspecto” de la danza en su totalidad. No una “forma de danza”, sino la “forma secreta” (o tal vez el dolor, la dolencia infantil) de cualquier danza.
Pina Bausch "Nelken" Photo johanna www.flickr.com
No tan sólo danza, sino la forma danzada del recuerdo. No simplemente tiempo, sino duración. No tan sólo cuerpos danzando ni tan sólo figuras de danza, sino el cuerpo al cruce mítico y tal vez trágico entre carne y figura.
Por Roberto Fratini (Italia) Roberto Fratini Serafide (Milano, 1972), es profesor de Teoría de la Danza en la Universidad de Pisa y en el Institut del Teatre de Barcelona, y de Metodología Crítica en la Universidad de L’Aquila. Colabora desde 1995 con coreógrafos en calidad de director y dramaturgo, tanto en danza como en ópera lírica (Ensemble de Micha van Hoecke, Substanz, Caterina Sagna Dance Company). Ha dictado masterclasses, stages y conferencias sobre danza en muchos teatros europeos. Su obra escrita abarca la poesía, el ensayo, y la literatura dramática. Figura de Figuras es el título de su próximo libro.
Fuente Trans-Forma Producción Cultural Foto seleccionada por Danza Ballet
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