Sinfonías. Sus esculturas son modernos poemas sinfónicos. «Tunga» (Palmares, Pernambuco/Brasil, febrero de 1952) es el nombre artístico de Antonio José de Barros Carvalho e Mello Mourão, arquitecto y urbanista, radicado en Río de Janeiro desde su juventud y uno de los artistas brasileños de la segunda mitad del siglo XX con mayor proyección internacional.
Algunas de sus más recientes creaciones están expuestas estos días (y hasta el próximo 23 de julio) en la Galería Templon de París (30 rue Beaubourg, 75003 Paris, Tel.: +33 1 42 72 14 10, www.danieltemplon.com).
Su amplio currículum abarca innumerables exhibiciones: Museo de Arte Moderno de Nueva York, Museo Jeu de Paume de Arte Contemporáneo y Museo del Louvre de París, Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, Documenta X de Kassel/Alemania (donde lo conocí personalmente en 1997), las Bienales de Venecia, La Habana y Sao Paulo (en numerosas oportunidades), entre otras instituciones.
Obras plásticas, instalaciones, «performances» o «instauraciones» (como las denomina «Tunga», cuando tienen carácter mixto), acciones, «acontecimientos», vídeos, filmes cinematográficos…con los nombres más variados pueblan su biografía: “Les Affinites Electives», “A la Lumiere des deux mondes: une installation sous le pyramide» (Louvre, Paris), «Barroco de Lirios», en La Habana, «Debaixo de Meu Chapel, An Avant-Garde Walk in Venice 1995», «Sero te Amavi», «Sembrando sirenas», «Xifopagas Capilares», «Vanguardia Viperina» en la Bienal de Sao Paulo…y un larguísimo etcétera.
Tunga, « Présolaires », vues d’exposition
Courtesy Galerie Daniel Templon, Paris. Photo: O. Schipper
Su poesía se nutre de asuntos cruciales para la Humanidad: la vida, la muerte, la memoria, la sexualidad, lo onírico. Sus historias contienen analogías insospechadas, signadas por relatos ambiguos y sensuales, por la conjunción de los reinos animal, vegetal y mineral.
Sus obras están basadas en la relación entre materia, energía, cosas físicas y el mundo delirante de su fantasmagoría personal. «Tunga» no se preocupa por extraer cualidades estéticas de la materia utilizada. Su obsesión es la aventura de la materia. Ésta sólo le interesa en cuanto le sirve para reproducir mecanismos de tensión y explosión, análogos a los que impulsan el deseo.
Los materiales para las puestas en escena de su imaginación desbordante van desde trozos de hierro, acero, cobre, madera, cristal, cuero y goma, pasando por fieltros, gelatinas, lagartijas, escarabajos, pelucas y trapos, hasta llegar al oro y la plata.
Encasillar a este genial inventor de ficciones en alguna corriente artística o en algún género determinado sería limitar arbitrariamente su trabajo. Le quedan estrechas las actuales categorías del arte moderno. Este pernambucano de 59 años es un creador nato que busca ampliar constante e incansablemente los horizontes de su imaginación.
Si bien representan a diversas generaciones de artistas brasileños con producciones muy diferentes, desarrolladas durante la segunda mitad del siglo XX, Tunga comparte con Lygia Clark (Belo Horizonte 1920 – Río de Janeiro 1988) y Hélio Oiticica (Río de Janeiro 1937- 1980) la pasión por la experimentación extrema en sus propuestas estéticas. Sus obras, con formas permanentemente cambiantes, parecen tener el objetivo oculto de ensanchar imaginariamente las posibilidades de la realidad y la naturaleza.
«Présolaires» se titula la actual muestra de la Galería Templon, sobre el tema del deseo y la alquimia, dominada en su parte central por una puerta con marco de acero que parece el umbral a mayores e inefables experiencias. En los extremos de las salas cuelgan marionetas de cristal, alambiques y esponjas rojas…que denotan la incontenible afición por la alquimia de este artista.
Esta es la entrevista que mantuvimos con «Tunga», vía telefónica entre Berlín y París, la tarde del pasado 28 de mayo de 2011:
Juan Carlos Tellechea:
¿Cuál es la temática esta vez?
«Tunga»:
«Los temas no cambian mucho en la perspectiva humana, en la visión de la Humanidad. Hay estructuras que son muy seculares, muy antiguas, muy arcaicas y tratan de la transmutación de las cosas, de la transformación de las materias, de una a otra. Soy un alquimista, porque es el principio de toda obra. Es evidente que hay una alquimia del lenguaje. La alquimia que me interesa implica la transformación activa del lenguaje y del efecto estético que produce. Creo que todos somos alquimistas.
Este tema, expuesto poéticamente, trata de la conjunción de elementos, de materias, de circunstancias. Y esta transformación puede ocurrir cuando dos cosas heterogéneas se encuentran. Hay como un motor que hace esta transmutación, y a ese motor se le puede llamar deseo, se le puede llamar amor o simplemente conjunción. Creo que en esa perspectiva, el deseo, en la perspectiva del amor, trata de emanar de la transmutación de las materias y luego de la transformación de un alma que encarna estas materias».
Boneco de Garrafa, 2010-2011
Courtesy Galerie Daniel Templon, Paris. Photo: O. Schipper
Juan Carlos Tellechea:
¿Con qué materiales has trabajado esta vez en estas piezas…son esculturas…?
«Tunga»:
«Son esculturas, son esculturas que además de la singularidad de cada obra, de cada pieza están instaladas de modo que hay un verdadero diálogo. Se puede decir que son esculturas instaladas, en el sentido de que la totalidad de la obra expuesta narra, crea una narrativa, una secuencia de narrativas posibles a partir de cada uno de esos elementos.
Hay esculturas que parecen una marioneta, por ejemplo. Esa marioneta no es manipulable, es muy pesada, está hecha de cristal, de rocas de cristal (cristal de cuarzo). Luego hay como un portal en el que rocas de cristal y piedras de ámbar están sometidas a un campo magnético que las mantiene suspendidas en el aire. Por otro lado, hay perlas puestas en botellas sometidas a la presión de esponjas marinas. Fuera de esas botellas, las esponjas se constituyen en otra marioneta que absorben un enorme huevo constituido por perlas.
O sea que hay un lado escultórico, de cada individuo, de cada tema, de cada muñeco, y luego todo el ambiente que puede construir una historia. En esta historia evidentemente, a diferencia de la narración escrita, la temporalidad la crea uno mismo. O sea que hay una espacialidad y cada uno de esos objetos, según los gustos, según la memoria, según la organización mental de cada uno que percibe el espacio, puede construir diferentes narrativas, de acuerdo a su propia experiencia.
Juan Carlos Tellechea:
¿Cómo observas la evolución actualmente de las artes plásticas en América Latina, y cómo divides actualmente tu actividad entre Europa y América Latina?
«Tunga»:
«Normalmente digo que vivo en un aeropuerto. No es verdad, pero lo cierto es que tengo bastante movimiento, aunque mi base está en Rio de Janeiro. Me resulta dificil hablar de toda América Latina. Sin embargo, lo que veo en Brasil particularmente y en otros países vecinos en los que estuve recientemente, observado un poco a la distancia, es que hay una enorme energía. Lo que puedo decir de Brasil es que hay como una tradición ya centenaria de una modernidad heterogénea. Esto contribuye mucho a esa especulación, a esa heterogeneidad que constituye, a lo mejor, un modo de cultura que se está construyendo. Todo esto me parece hoy en día muy similar a lo que pasa en el mundo entero. O sea es como si hubiera ya una tradición de lo que pasa ahora en todo el mundo, que en Brasil es ya una tradición centenaria. Creo ver entonces una gran energía, una gran predisposición y actitud positiva hacia el lenguaje artístico contemporáneo, y eso se aprecia en la producción más joven y en su enorme energía. Creo que puedo generalizar esa observación hacia toda Latinoamérica.
Juan Carlos Tellechea:
Tengo siempre a la vista un grabado del cartel que diseñaste y dibujaste para la exposición retrospectiva sobre los (entonces) 20 años de tu trabajo, organizada en 1997 por el Bard College de Nueva York. Lo conservo con mucho cariño, porque todos los días miro tu obra y siempre me dices cosas nuevas, es impresionante…
«Tunga»:
(Ríe) «Sí. La verdad es que uno hace las cosas creyendo saber lo que hace, y una vez que están listas toman un alma y empiezan a enseñarle a uno mismo. He vivido esta situación con varias de mis obras. Las obras nos suelen sorprender y enseñarnos cosas que no sospechamos.»
Juan Carlos Tellechea:
¿Qué proyectos tienes actualmente entre manos, después de esta exposición en la Galería Templon de París, cómo está tu actividad?
«Tunga»:
«Sigo trabajando, es decir uno trabaja independientemente de los compromisos de exposiciones. El año próximo voy hacer una exposición en la galería con la que trabajo en Nueva York (Luhring Augustine, 531 West 24th Street, NY, NY 10011, Tel. +1 (212) 206-9100, http://www.luhringaugustine.com/), y entremedias, hacia el final del año se inaugurará en el Museo de Instalaciones de Inhotim, en Minas Gerais/Brasil, un generoso pabellón con una retrospectiva de mis obras. Esto se abre en octubre y estaré en Brasil mientras preparo las obras para la exposición de Nueva York. Además tengo también un proyecto para rodar una nueva película…me gusta mucho, de tiempo en tiempo, la práctica del cine, porque es como un interludio…
Juan Carlos Tellechea:
¿Haces cine de ficción o documental…?
«Tunga»:
«Mas bien es un cine de ficción, basado en narrativas que yo escribo. Normalmente este es el modo que he encontrado para hacer teoría de esas ficciones. Construyendo ficciones puedo abordar la obra con una libertad muy amplia y una sensibilidad más próxima a la obra. Es otra versión, en cuanto a la ficción; una forma teórica de mirar las esculturas, las formas etcétera. De ahí nació la idea de transformar algunas de esas narrativas en filmes. Ya lo vengo haciendo desde hace algún tiempo, he hecho varios cortometrajes que corren paralelos a las obras y les dan una lectura muy precisa.
Esta forma de hacer arte es un poco heredada de la actitud de la «performance». Me parece que la «performance» es ante todo la mirada sobre cualquier obra de arte. En la «performance» se acrecienta o exacerba una de las miradas posibles hacia lo que está propuesto. Entonces yo veo la escritura de ficción, como en el cine, una posibilidad de exacerbación, de penetración en un aspecto u otro de una obra o de un conjunto de obras…
Juan Carlos Tellechea:
La música forma también parte de tus variadas inclinaciones artísticas, incluso en los filmes, ¿tus compositores predilectos…?
Tunga:
«Algunos de mis compositores preferidos son Anton Webern (1883-1945), uno de los más destacados exponentes del dodecafonismo, y Terry Riley (1935), quien contribuyó con sus estructuras micropolifónicas a la música minimalista.
El modo que tengo de trabajar es algo así como hacer música sinfónica, polifónica, porque se trata de una pluralidad de elementos, de instrumentos, de líneas melódicas para después construir una obra multifacética. Creo que donde toca la mirada suena algo más que luz fosil.
Muchas veces suelo escribir primero un cuarteto, un solo o una línea, y después meterlo juntos y trabajar en una extensión más variada como la música. Es evidente que cada obra o cada pieza, sea un cuarteto, un sexteto o una composición para varios instrumentos es en sí una obra. Pero hay siempre esa ambición de una cosa más grande que abrace un tema más ancho y más arduo, ese es el aspecto que más me interesa.»
Juan Carlos Tellechea:
Muchas gracias «Tunga» por tus amables declaraciones.
Tunga, « Présolaires », vues d’exposition
Courtesy Galerie Daniel Templon, Paris. Photo: O. Schipper
Tunga, Marionnettes, 2011 Éponge naturelle — 40 × 40 × 80 cm et cristaux de quartz, 120 × 120 × 130 cm . Courtesy galerie Daniel templon
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