Goya y Zurbarán en el Museo Von-der-Heydt, de Wuppertal

Goya y Zurbarán junto a otros grandes en la pinacoteca privada del pintor francés Gigoux.

Casi cualquier nuevo rico que se precie de serlo puede comprarse hoy en día una colección de arte cara, sin mirar ni entender demasiado sobre lo que adquiere con tal de hacer lo que a su juicio parece ser un buen negocio. Así discurren los tiempos en nuestros días. Pero el francés Jean-François Gigoux (1806-1894), popular pintor en su época, podía valorar con certeza la calidad de una obra, decidía su adquisición según su gusto personal, y no miraba su valor como inversión. Por primera vez se presenta ahora en Alemania la que fuera su colección privada en el Museo Von-der-Heydt, de Wuppertal.

Jean Gigoux. Les derniers moments de Léonard de Vinci

 

Jean Gigoux. Das Atelier des Künstlers

La muestra, titulada «Desde Cranach a Géricault», tiene lugar del 15 de octubre de 2013 al 24 de febrero de 2014. Entre las 100 pinturas y 100 dibujos que reúne la exhibición figuran cinco obras de Cranach (el viejo), entre ellas «Adán y Eva», «Cortesana y anciano» (1530), «El suicidio de Lucrecia» (1530?) y «La ninfa de la fuente» (1537), del que el Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid, posee también una versión, así como obras de Durero, Ticiano, Tintoretto, Goya, Zurbarán, Rubens, Rembrandt, Delacroix e Ingres.

Gigoux, premiado en múltipes oportunidades en el Salón de París, erigió una pinacotecta privada con más de 500 pinturas y más de 3.000 dibujos que conforman hoy el precioso tesoro del Museo de Bellas Artes de Besanzón, ciudad de 120.000 habitantes (222.000 en el área metropolitana) de la región del Franco Condado.

El siglo XIX

La selección de las obras de esta exposición abarca el período entre el Renacimiento y el siglo XIX, lo que permite al visitante un viaje a través de la historia del arte, bajo la aguda visión de este pintor francés, y con una serie de obras de muy alta calidad, afirma el director del Museo Von-der-Heydt, Gerhard Finckh.

Abre la muestra un impresionante cuadro de gran formato (4×5 metros) de Gigoux, «Los últimos momentos en la vida de Leonardo Da Vinci», con el que el artista ganó el primer premio (medalla de oro) del Salón de París en 1835, cuando tenía apenas 29 años. Según Finckh, el éxito de Gigoux en el aquel entonces podría compararse con el alcanzado a partir de 1986 por el pintor contemporáneo alemán Neo Rauch (Leipzig, 1960).

El padre de Gigoux, herrero de profesión, hubiera preferido que su hijo estudiara veterinaria. Pero a Jean- François le apasionaba el dibujo desde muy temprano en su infancia. Con 17 años ganó con un paisaje el primer premio de pintura de su vida, con 22 se trasladó a París. El joven salido de la provincia posaba de excéntrico en la Ciudad Luz buscando conectar con los mejores círculos…y lo consiguió. Cincuenta mil personas visitaron el Salón de París cuando obtuvo la medalla de oro.

Fortuna

El cuadro fue vendido al ministerio del Interior francés. Así inició su fortuna, amasada después con la especulación inmobiliaria. Su éxito como pintor se mantuvo durante varias décadas. Pero en el siglo XX sus obras desaparecieron en los depósitos de los museos y hace apenas dos décadas fueron redescubiertas.

La exhibición presenta también obras del Salón de Arte del siglo XIX que durante largo tiempo han sido escasamente valoradas. Entretanto, se ha comenzado otra vez a elogiar a los artistas de entonces, Jean- Dominique Ingres, Jean-Pierre Pequignot, Eugène Isabey, François Marius Granet, François Gerard, Théodore Géricault, Hippolyte Flandrin, Théodore Chasseriau, Paul Delaroche.

Gigoux, amante del romanticismo y del clasicismo, así como de la viuda de Honoré de Balzac, la condesa polaca (de origen ucraniano) Evelina Hańska, con quien convivió durante más de 30 años, tras la muerte del escritor en 1850, sabía reunir en su salón privado a pintores y artistas amigos como Eugène Delacroix, Charles Nodier, los hermanos Edmond y Jules de Goncourt y muchos otros. En un apartado dedicado al dibujo francés del XIX figuran varios de sus contertulios Jacques-Louis David, Anne-Louis Girodet-Trioson, James Pradier, Pierre Paul Prud’hon, así como Granet, Géricault y Delacroix.

Arte español

En las secciones dedicadas al arte holandés y flamenco destacan dibujos con tinta china sobre papel de Rembrandt («La anunciación», de 1635, «Pastor con su rebaño», 1640, «Soldado con yelmo y hombre con turbante» y «San Martín», 1660), el óleo de van Dyck «Cabeza de anciano», así como los carboncillos de Rubens («Campesina ordeñando una vaca, 1618/1620, y «Cabeza y pies de niño»).

La Escuela Española merece asimismo un capítulo aparte en su colección. Admiraba las obras de Murillo, Zurbarán, Ribera, Velázquez y de Goya. De éste se exhiben aquí «Caníbales preparando a sus víctimas» (1800- 1808) y «Caníbales contemplando restos humanos» (1800-1808), probablemente inspirados en el trágico destino de los jesuitas franceses Jean de Brebeuf y Gabriel Lallemant, asesinados por los indios iroqueses en 1649.

El pintor francés adquirió algunas obras hoy consideradas copias de Ribera como, por ejemplo, el célebre cuadro «La huída a Egipto» de Francisco de Zurbarán. Gigoux creía poseer un Murillo y haber adquirido ocho cuadros de Velázquez. Sentía predilección por el realismo del arte español, su severidad, su lado (para él) misterioso, verbigracia de la serie de «pinturas negras» que originalmente suponía pertenecían a Goya, pero que entretanto se sabe que fueron realizadas por el pintor romántico madrileño Eugenio Lucas Velázquez (1817-1870).

Arte italiano

Sin duda, el área más importante e interesante de la exposición la ocupan la pintura italiana primitiva, así como las escuelas veneciana y florentina, de las que Gigoux se sentía subyugado. De Filippino Lippi se muestra aquí «Cabeza de Cristo» (1500), de Ticiano un «Retrato masculino» (1513-14, presumiblemente de Pietro Bembo), de Giovanni Bellini «La embriaguez de Noé» (1515), del Tintoretto «Retrato de un joven aristócrata» (1550-1570), y de Giambattista Tiepolo «San Roque» (1730-1735).

Gigoux trató de desarrollar su propio modelo de vida a partir de la experiencia vital que tuvieron las pasadas generaciones de pintores. Al igual que Leonardo, pintó hasta el final de sus días, estudió la naturaleza y a los antiguos maestros, de quienes estaba fascinado, y transmitió sus conocimientos, así como sus reflexiones a los jóvenes que quisieron seguir sus enseñanzas y legado. Estaba más interesado en cultivar el culto sobre su persona que en influir en el mito del romanticismo y hasta su muerte en 1894, en su Besanzón natal, siguio fiel a su propio estilo estético, academicista, nada revolucionario, y más cercano al clasicismo.

Página de internet: www.von-der-heydt-museum.de

Léon Bonnat. Porträt Jean Gigoux

 

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