Mi querida Ofelia, acabo de leer un bellísimo libro sobre el ballet, escrito por Isis Wirth*.
Ha sido un inmenso placer el poder disfrutarlo. Te aseguro que cuando vaya de nuevo a deleitarme en las Opéra Garnier u Opéra Bastille de la Ciudad Luz con: Giselle, Coppélia, El lago de los cisnes, Cascanueces, La bella durmiente del bosque, etc., ya no será igual. Los podré apreciar mucho mejor gracias a Isis
Por Félix José Hernández
Conocí a la autora en la presentación de su libro, que tuvo lugar en La Maison de l’Amérique latine, en el Barrio Latino. Allí me fue presentada por Zoé de Cuba . Fue algo extraordinario, parecía un elegante cisne rosa que hubiera abandonado el escenario, dejando el tutú y las zapatillas de punta o, que se hubiera escapado de uno de los celebérrimos cuadros de Edgard Degas del parisino Musée d’Orsay.
En esa velada cultural parisina, Isis fascinó al público parisino por su elegancia de espíritu, su vasta cultura y savoir faire de mujer cosmopolita.
En la contraportada del libro, dedicada a los posibles futuros lectores, aparece: “Después de Giselle* ofrece una visión apasionada y al mismo tiempo cuidadosa mente reflexiva sobre el arte y la estética del ballet. En el punto de inflexión: la cima de la expresión del ballet clásico y romántico por excelencia: Giselle, tomado aquí como referencia para analizar lo que será el devenir de la danza en los próximos años.
George Balanchine, William Forsythe, Pina Bausch, Alicia Alonso, son algunas de las grandes figuras abordadas a través de críticas, ensayos y entrevistas. Pero también buena parte de la contemporaneidad más acuciante: Tamara Rojo, Lucía Lacarra, Carlos Acosta, entre muchos otros.
Así como el bailarín busca el gesto y el paso que descifren lo imposible, el escritor de danza buscará las palabras que permitan acceder al mito. Este libro propor ciona, sin lugar a dudas, varias claves para pasar al otro lado del espejo…”
En el bello prólogo obra de ese monumento a la cubanidad en la Ciudad Luz que es Zoé Valdés (la gran Zoé de Cuba ), nos escribe: “Conozco a la autora de este libro desde que teníamos ambas veinte años, y su pensamiento ha evolucionado con tal coherencia que en ocasiones cuando hablo con ella me parece escuchar a la muchacha que en los peldaños de piedra de la Catedral de La Habana me confesó que su sueño era viajar a Francia y colocar una rosa roja en la tumba de Napoleón o entrar con pasos lentos en la ópera de París, admirar los trazos chagallianos en el techo del recinto, y sentarse a ver bailar, como en una aventura quimérica, Theme and variations de Balanchine; sólo que no se satisfizo con colocar la rosa, y con explorar los contornos de un empeine.
Años después se ha dedicado a investigar desde los ángulos más disímiles a «la personalidad» de Napoleón y de Bonaparte (creo que es quien mejor me ha explicado la dicotomía entre los dos caracteres en un mismo sujeto), y además participa en las réplicas de las batallas napoleónicas que se llevan a cabo en Europa como guardia personal del emperador.
Por otro lado, Isis Wirth escribe sobre ballet, y no se pierde una sola función, cuando su tiempo se lo permite. Jamás extravió un eslabón en su estructura de observación y de análisis, y esto desde luego para mí es devoción, o sea es lógico que a esa fidelidad que dura más de veinte años le llamemos cohe rencia literaria.
Sin embargo, aunque este libro resulta un compendio selectivo de sus numerosos escritos sobre ballet, y sobre música, literatura, artes plásticas, donde persiste la información como testimonio del instante, su escritura permite que lo efímero perdure, y eso se lo debemos a su estilo, que es justamente el estilo de la erudición poética y de la permanencia ensayística.
Debo confesar que hacía tiempo que no leía un libro que me hiciera tan feliz, y que me provocara tanta nostalgia de la buena, de la creativa, de la que te impulsa con un tirón de pasado ardiente hacia el futuro ( ..) Estamos ante un libro esencialmente necesario ( ..), que indaga en las artes, en la literatura, a través del ballet clásico, con una perspectiva moderna, universal, y cubana (..)”
Si este libro pudiera ser propuesto al público en el vestíbulo del habanero Teatro García Lorca, se vendería por miles, como pan caliente. En él aparece todo lo que ha brillado en el mundo del ballet en este último medio siglo. Más allá del virtuosismo y la gran cultura que la autora demuestra en las cuatro partes en que está dividido: artículos, entrevistas, críticas y ensayos; numerosas anécdotas hacen deleitar al lector. Aquí te envío algunas:
LA ESTÉTICA BALANCHINIANA
Las bailarinas clásicas son conocidas en los medios profanos por ser extremadamente delgadas. A quiénes preguntan por qué, se les suele decir que es debido a una estética, la del ballet, y a que los hombres deben levantarlas en peso, por lo cual ellos son los que imponen unos límites a lo que deben portar sobre sus brazos. Pero lo que acaso no sea muy conoci do es que quién instauró esa estética de la bailarina anoréxica fue George Balanchine , aunque, debe señalarse, él no era misógino sino más bien lo contrario. «El ballet es la mujer», decía, como si pretendiera borrar a Nijinski y compañía (y las bailarinas-mujeres-musas- de Balanchine, esa es otra historia, también petite).”
¿CHAICOVSKI, MÁRTIR DEL ARTE O DEL ZARISMO?
Las novelas de Dostoievski, de Bulgákov, o las tragedias del comunismo de la mano de un ballet como Giselle (en su Giselle roja, sobre la vida de su compatriota Olga Spessítseva, la más grande Giselle de todos los tiempos, que murió loca como la heroína homónima) son los temas de Efiman. Pura sustancia narrativa. ¿Cuál es la fórmula de Eifman para que sean tan bien acogidos sus ballets?
En el pasado mayo, el Staatsballett Berlin (Ballet estatal de Berlín) que dirige Vladimir Malakhov , incorporó a su re pertorio Chaicovski, los misterios de la vida y la muerte, que Eifman estrenara con su compañía en 1993. Como en Giselle roja, se trata de abordar una figura señera de la cultura rusa a la luz de lo que la historia (o su versión; decía Napoleón que la historia es una mentira que nadie discute) ha ocultado. En el caso de Spessítseva, el que su atroz demencia fue desenca denada por su matrimonio con un alto funcionario de la «Cheka» de los soviets: vio varias veces a su marido decapitar a prisioneros con sus propias manos. En el caso de Chaicovski, su homosexualidad y su filiación no sólo abiertamente prozarista sino, más aún, el que era partidario del imperialismo pan-eslavista del zar. Tabúes si los había para los soviéticos.
Fue la contradicción entre su fidelidad al zar y su sexualidad lo que condujo a Chaicovski a envenenarse. Fue «juzgado» por un Tribunal de honor de Derecho de Petersburgo donde estudió. La sentencia fue que se envenenara para «limpiar» la honra de lo contrario, informarían al zar de su homosexualidad, aun si ello sería un escándalo vergonzoso para la escuela.”
En el artículo “El ballet Nacional de Cuba: votando con los pies”, Isis dedica ocho páginas a contarnos, cómo, dónde y cuándo desertaron las célebres figuras del ballet cubano y, dónde se encuentran en estos momentos. El triunfo de la mayor parte de ellos en las grandes compañías de ballet del mundo nos llena de orgullo cubano.
El surrealismo comunista tropical cubano me hizo divertir, al leer el artículo cuyo título es “Vista del clasicismo en el trópico”, en el que la autora nos cuenta las aventuras y desventuras de los grandes bailarines del mundo y otras personalidades internacionales en San Cristóbal de La Habana, gracias a la “organización” de la prima ballerina assoluta , la “compañera” Alicia Alonso durante los Festivales de Ballet de La Habana. Las penurias y las gaffes son permanentes.
Las 24 fotos de Marc Haegeman que ilustran el libro son de una gran belleza y calidad estética.
Quiero reproducirte dos párrafos que se encuentran en las últimas páginas. Estoy seguro de que te harán reflexionar.
“Hoy un jefe de Estado no contiene al Estado, con la excepción de los regímenes totalitarios. Luis XIV utilizó al ballet, el arte polimorfo de su tiempo, de una manera similar a la que un gobernante actual lo haría con su imagen mediática. Pero el contenido mítico original continúa funcionando. En un estado totalitario como Cuba , el ballet clásico es acaso «la conquista cultural más grande de la Revolución», y si bien a Fidel Castro nunca se le ha ocurrido seguirle les pas al Rey Sol -se sabe que sus preferencias francófilas apuntan a Napoléon-, Alicia Alonso es percibida como la transubstanciación en puntas de Castro, sin que ello menoscabe su estatura artística inmensa. ¿No fue también Albert Speer un gran artista?
La evolución del ballet -que ha contenido en sí a las revoluciones: la Francesa, la Rusa, la Cubana; o los gentilicios de las tres más grandes escuelas de danza clásica existentes, hoy por hoy- es también la evolución de la sociedad y el poder. El legado de Luis XIV ha sido tan estético como instrumental: el «espacio vacío» que él se apresuró a llenar en su momento, ha revelado su bella utilidad a quien lo haya necesitado. Astucias perceptivas que fabrica el demonio, quizás”.
Te haré llegar el libro por la vía que conoces, para que lo disfrutes y después lo pases a los amigos amantes de esa bella danza.
Me queda darle las gracias a Isis por su amabilidad, inteligencia, espíritu y clase.
Un gran abrazo desde la Ciudad Luz,
Félix José Hernández
www.cubaenelmundo.com
*Isis Wirth (La Habana, 1964). Prestigiosa e internacionalmente reconocida crítica de ballet. Graduada de Historia del Arte, trabajó durante diez años en el Ballet Nacional de Cuba, y ejerció desde entonces la crítica de danza para diversas publicaciones. Fue guionista durante ocho años del programa semanal “Ballet”, en la radio nacional. Ha sido colaboradora de diarios como ABC (España), e integra el equipo de críticos de la revista internacional Ballet 2000. Reside en Munich, Alemania.
Después de Giselle. Estética y Ballet en el siglo XXI
Autor: Isis Wirth
Fotografías: Marc Haegeman
Primera edición: diciembre de 2007
328 páginas.
ISBN:978-84-96846-08-1
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