El coaching en la danza y el ballet

El coaching en la danza y el ballet | Danza Ballet 
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Ninguna técnica de psicoterapia dará resultados si la persona no se involucra activamente en su propio proceso de transformación. Para conseguirlo, el coaching personal puede ser una excelente herramienta.

Esfuerzo, paciencia, perseverancia y autoconocimiento son las claves.

Por Rosetta Forner

Ninguna técnica de psicoterapia dará resultados si la persona no se involucra activamente en su propio proceso de transformación.

Para conseguirlo, el coaching personal puede ser una excelente herramienta. Esfuerzo, paciencia, perseverancia y autoconocimiento son las claves.

Muchas veces, cuando leo artículos de otros colegas, me siento animada indirectamente a escribir más en profundidad acerca de la práctica profesional que me ocupa, siendo ésta el coaching basado en la PNL y otras disciplinas (las cuales proceden de mi práctica profesional anterior: directiva en agencias de publicidad, investigación de mercados y desarrollo de estrategias marketing-publicitarias).

Hubo un tiempo en que florecieron los expertos en PNL; ahora le toca al coaching , y de repente hay cientos de expertos, personas que con mejor o peor intención (ganar dinero, en este último caso) ofrecen soluciones milagrosas en dosis de sesiones. Nada más lejos de la realidad. Unos y otros basan la bondad de sus métodos y resultados en ellos mismos, esto es, en el profesional del método, no diciendo nada del «paciente».

Ningún mérito ni responsabilidad alguna parece recaer sobre el paciente o áquel/la que acude a la consulta de un profesional del sector en busca de una solución a sus males, cuando lo primero que le digo yo a la gente que acude a mi consulta es que sin su colaboración y voluntad yo no podré hacer nada, pues por buena entrenadora que yo sea, el que tiene que tirarse a la piscina y aprender a nadar es el otro, utilizando un símil que todos pueden asimilar.

Nada ni nadie puede hacer nada por nosotros si nosotros no hacemos nuestra parte. Y entre nuestras obligaciones o responsabilidades está el darnos cuenta o tratar de averiguar si esa persona está capacitada o no, esto es, si es competente en grado suficiente como para ocuparse de nuestro caso.

Cuando me preguntan qué es el coaching , respondo que en mi caso se trata de «enseñarle a la gente a pensar por sí misma». Y, pareciendo esto banal y sólo referido al área intelectual de la persona, nada más lejos de la realidad: aprender a pensar significa, entre otras cosas, aprender a disociarse de los acontecimientos, ideas, cosas, personas, emociones, conductas y creencias para poderlas evaluar desde una perspectiva desapegada que contiene suficiente espacio como para ver, observar, sentir lo que se produce en nosotros y lo que puede provocar en nosotros «el otro, lo otro».

Una disociación nos conduce al referente interno, siendo ahí donde reside la realidad de nosotros mismos tal y como la experimentamos. He visto a muchas personas «asociarse» con las opiniones, ideas, creencias y posturas de otras personas sin acertar a darse cuenta, ni tan siquiera a haberse planteado mínimamente, si eso era conveniente para ellos, si se ajustaba a su escala de valores, si era o no perjudicial o beneficioso para ellos, o si, en última instancia, querían adoptar tal o cual postura, opinión o lo que fuese.

Si usted cree ciegamente en algo o alguien, si es de los que se fía de lo que le dicen los demás, si vive su vida basándose en la referencia externa (lo qué piensan otros, cómo viven otros, lo que hacen otros) sin disociarse, sin filtrarlo por su propia personalidad, escala de valores, creencias y alma, a buen seguro no se apercibirá de cuándo alguien «se la esté dando con queso», esto es, le esté engañando. No dejo de asombrarme, sinceramente, de la ceguera –tal vez basada en que uno no quiere asumir la responsabilidad de la libertad de decidir, opinar y actuar–- que muchas personas exhiben. Se me hace harto difícil entender cómo una persona adulta puede aceptar que una esteticista, por poner un ejemplo, pueda ser una buena profesional de la PNL, simplemente porque dicha esteticista le haga creer que una cosa incluye la otra (la gimnasia y la magnesia no tienen nada en común, excepto la fonética…).

Obviamente, dicha persona podría haberse formado en PNL, pero, ¿con quién? ¿Qué método, esto es, de qué PNL estaríamos hablando? ¿Leyó unos libros de PNL, hizo un pseudocursillo de PNL con un pseudoentrenador de PNL? ¿ Está psicoanalizada esa persona? ¿Cómo y por qué llegó a la PNL y/o coaching? Desafortunadamente, muchas personas acaban por opinar que la PNL no funciona. No me extraña que opinen esto, pero lo que no les funciona es su capacidad de discriminación, de discernimiento, del más básico análisis: la PNL como disciplina no funciona ni deja de funcionar; depende del vehículo, esto es, el profesional.

Yo animo a la gente a que practique el coaching personal, a que se conviertan en una suerte de asesor personal para ellos mismos, animándose a pensar, a disociarse de las situaciones para así poder reflexionar. Asumir la responsabilidad de vivir es algo que no todos están dispuestos a hacer, pero si uno no asume que sanar, evolucionar, aprender, conseguir una meta, etc., pasa por un esfuerzo personal, una implicación, un compromiso, sacrificios varios y tiempo, paciencia, perseverancia, fe y persistencia…, seríamos siempre presa de los pseudoprofesionales del mundo que prometen soluciones milagrosas sin implicación de responsabilidad por parte del paciente o aprendiz de la vida.

La próxima vez que quiera sanar algo en usted, pregúntese si está dispuesto a comprometerse consigo mismo. Recuerde que «no se pasa de cero a cien en cinco segundos»; eso solamente sucede en los spots publicitarios de coches. Ni tan siquiera en el mundo real es posible acelerar de cero a cien en cinco segundos, excepto si está usted en una autopista y en inmejorables condiciones, y contando, obviamente, con que lleve un coche de carreras, tal vez un Ferrari. No se la dé con queso a sí mismo. Nadie nos engaña si nosotros no lo propiciamos.

Dicen que el agua y la estima encuentran su nivel.

Por consiguiente, desconfíe si usted acude a terapeutas que no le proponen arremangarse, que como toda solución le dicen que usted tienen cualidades maravillosas y que ha de escribir pues tiene mucho que contar, o si en vez de recomendarle una terapia de verdad le animan a echarse las cartas como toda solución para sus males, o a darse sesiones de Reiki. Yo misma soy maestra de Reiki y, no obstante, le cuento a la gente que el Reiki no le hace los deberes a nadie, que si uno ha de aprender tal o cual cosa, modificar tal o cual conducta, etc., así habrá de hacerlo.

No espere que dándose o recibiendo sesiones de Reiki va a solucionar sus problemas, porque uno ha de hacer sus propios deberes y el Reiki proporciona luz, energía, ánimos, motivación…, pero nunca nos hace los deberes. Olvídese de encontrar a un buen profesional serio y competente si usted no asume la responsabilidad sobre su propia vida.

Suelo poner como ejemplo el ballet para explicar que si uno estuviese haciendo una audición con el fin de contratar a bailarines profesionales para su propia compañía de ballet, lo que haría sería pedirles que bailasen una determinada pieza para poder así mostrar con su movimiento su grado de profesionalidad. A ningún profesional -director de una compañía de ballet- se le ocurriría contratar a nadie sin haberle pedido que le mostrase «la patita por debajo de la puerta», ni tampoco contrataría como primera figura a nadie que no levantase la pierna más de 10 centímetros.

Si eso le parece sensato y cabal, ¿cómo es que contrata para solucionar problemas del alma, de la suya, a personas que no saben ni dónde está la suya propia ni pretenden saberlo, esto es, que no caminan lo que hablan? Recuerde: el agua y la estima encuentran su nivel. Hay mucha gente que se autocalifica de espiritual simplemente porque le gustan las piedras (los cuarzos), hace Yoga o practica Reiki o Tai Chi, excluyendo a los que se dedican al Aerobic, a correr o a bailar salsa o Ballet Clásico… ¡Según ellos, ésos no son espirituales!

Pregúntese a sí mismo qué entiende usted por espiritual. Atrévase a confeccionarse sus propias opiniones y su mapa de la realidad. Su vida es suya y usted tiene derecho a vivirla como mejor le plazca; por ello, vívala con responsabilidad, asuma tanto sus derechos como sus obligaciones. Si solo asume sus derechos caerá en el síndrome de la víctima, esto es, de la persona que espera que los demás le resuelvan las cosas o le faciliten lo que necesita en cada momento, pues la víctima, al carecer de responsabilidades y obligaciones, no tiene por qué asumir la responsabilidad sobre nada, razón por la cual deja en manos de los demás el que le solucionen esto o lo otro.

Nadie nos engaña si nosotros no se lo permitimos. «Nadie nos regala duros a cuatro pesetas», solía decir mi abuela.

Sea su propio mentor, coach, esponsorizador, maestro… y desde ahí podrá contratar verdaderos y honestos profesionales de cualquier disciplina, porque haberlos los hay. Los mejores profesionales no se dan bombo y platillo, simplemente son, y no prometen el cielo (en el pueblo de mi abuela había un cura, en los años 50, que vendía «parcelas del cielo» a los feligreses de la parroquia).

Si usted se decide a ejercitar sus capacidades maravillosas de análisis, discernimiento, sentido común, responsabilidad, amor, esfuerzo y alma, a buen seguro sabrá distinguir lo falso de lo bueno.

Es como la metáfora de la piedra preciosa, que narraré a continuación.

«Érase una vez una gran maestra a la que un aprendiz de maestro acusaba de charlatanería y psicología baratas. Ante tales acusaciones, la gran maestra, como única respuesta, rebuscó en sus bolsillos y sacó una bolsita de tela de la cual extrajo una piedra preciosa. Entregándosela al aprendiz de maestro, le dijo: “Ve a aquellos bazares y pide que te ofrezcan cien monedas de oro por ella.” El aprendiz fue a los bazares y, enseñando la piedra preciosa, pidió que le dieran cien monedas de oro. Los comerciantes se rieron ante semejante osadía.  El aprendiz de maestro regresó junto a la gran maestra y le relató lo que había sucedido. La gran maestra le comentó: “Ahora ve a aquella joyería de la esquina y muestra la piedra.” El aprendiz fue y, al enseñársela al joyero, éste, sin darle tiempo a nada, le ofreció cien monedas de oro. El aprendiz de maestro no salía de su asombro. Regresó rápidamente al lado de la gran maestra para decirle que ella tenía razón: alguien le había ofrecido cien monedas de oro por la piedra. La gran maestra le respondió: “Para poder apreciar una piedra preciosa, hay que ser joyero. Sólo cuando seas un joyero podrás apreciar mis palabras.”

Ya sabe, sólo un joyero distingue los diamantes. Por consiguiente, si usted se considera joya, querrá un profesional joyero para que le ayude a evolucionar. Como puede ver, para ser coacheado por otro primero ha de aprender a ser su propio coach. En uno de mis libros ( Cuentos de hadas para aprender a vivir. Ed RBA), enseño una manera –a través de 21 arquetipos de hada/capacidades– de aprender a ser su propio y maravilloso coach.

© Rosetta Forner. Coach, entrenadora de PNL, escritora.

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La correcta danza clásica para adultos.
Danza clásica, elongación y estiramientos.
Desde 2003

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