La Compañía se presenta en mayo en el Real con una obra suya, Delibes Suite y Allegro Brillante, de Balanchine. Ambas necesitan de un gran conocimiento de la técnica clásica. Junto a ellas, cierran el programa In the Middle, Somewhat Elevated y Casi-Casa dos títulos de ejecución contemporánea.
¿Cree que la compañía ya ha superado la transición? ¿Ha alcanzado ya el equilibrio entre lo contemporáneo y lo clásico que anunciaba?
Cuando llegué en 2011, la CND era una Compañía huérfana, sin repertorio. Todo estaba por hacer, no había espectáculos programados, los bailarines no creían en el nuevo proyecto y no imaginaban que podíamos recorrer mucho camino juntos. Desde entonces no hemos cesado de evolucionar. Con la marcha de Duato la CND dejó de ser una Compañía de autor y empezamos a trabajar para construir una nueva identidad. La evolución ha sido rápida, han pasado por la CND muchos coreógrafos españoles en dos años, y la «zapatilla de punta» también ha vuelto a utilizarse.
La transición está superada y tenemos una nueva identidad, somos una Compañía Nacional del siglo XXI donde tiene cabida el repertorio clásico y los coreógrafos de hoy. El programa que presentamos en el Teatro Real es la prueba de ello.
¿Llegará el momento en que veremos a la CND interpretar un Lago de los cisnes o un Cascanueces?
Podría llegar ese momento, nosotros estamos artísticamente «casi» listos para hacerlo. Esta última temporada hemos estado trabajando para dar homogeneidad a nuestro cuerpo de baile. (El hecho de que no tengamos una escuela hace que haya que formar a los bailarines que entran en la Compañía para ir dando una identidad a ese cuerpo de baile que viene de horizontes muy diversos). En octubre pasado estrenamos «Raymonda Divertimento» y estamos girando por España con ese repertorio que aún no ha llegado a Madrid, ahora sí, hacer un título clásico no depende solamente del elenco artístico, hacen falta medios para hacer la producción y sobre todo, tener ensayos suficientes en un teatro para poner en escena un ballet de esas características.
Hay quien piensa que el público del Real es muy exigente con la ópera, ¿cree que también lo es con la danza?
Creo que el público del Teatro Real no ve suficiente danza y que eso crea cierta frustración.
¿Ser bailarín y coreógrafo es imprescindible para dirigir una compañía como la CND o es más útil saber moverse entre los despachos?
Hay muchos directores que nunca han sido coreógrafos, son dos cosas muy diferentes, ahora sí, es necesario conocer la profesión para poder dirigir una Compañía de danza.
En mi caso, mi trabajo de coreógrafo me ayudó mucho y aprendí muchísimo al poner en escena «Les Enfants Du Paradis» en la Ópera de París. Tuve qué dirigir a 70 bailarines pero también ocuparme de la gestión de la producción de decorados y vestuario y de todos los equipos técnicos. Por otro lado, la gestión de mi pequeña Compañía me llevó a trabajar con agentes, programadores, hacer numerosas giras, etc. Sin esa experiencia, no hubiera tenido las herramientas necesarias para dirigir la CND.
¿Echa de menos bailar? ¿Le veremos alguna vez interpretando una obra junto a sus bailarines o ahora se siente más cercano a la composición coreográfica y a la gestión de la Compañía?
Sigo bailando, a menudo tomo clase con los bailarines de la CND, así voy siguiendo el trabajo de la Compañía desde dentro. No excluyo el hecho de bailar alguna vez… Ahora bien , no es mi prioridad, he venido a dirigir la CND y a hacer que bailen los demás
Por suerte o por desgracia, España es exportadora de buenos bailarines que, como usted, han hecho carrera fuera de nuestras fronteras. Sin embargo, no ocurre lo mismo con los coreógrafos. ¿A qué cree que se debe?
Es verdad que España exporta muchísimos bailarines pero ¡también exporta coreógrafos! Algunos de ellos, como Alejandro Cerrudo (coreógrafo residente en Hubbard Street Dance Company en Chicago), Iván Pérez (freelance) o Goyo Montero, (Director del Ballet de Nuremberg) han tenido ocasión de trabajar ya con nosotros y mostrar su trabajo en España, y hay otros muchos más exportando su trabajo en el extranjero. Podría citar a Rafael Bonachela que después de Londres triunfa en Sydney, o Fernando Hernando, Cayetano Soto, Marina Mascarell…
Marcos Morau, último Premio Nacional de Danza está girando por el mundo entero con su Compañía La Veronal, además es el autor de nuestra última creación, «Nippon-Koku», pieza por la que los programadores internacionales han mostrado muchísimo interés, y que está haciendo que aumente considerablemente nuestra proyección internacional (viajaremos a Festivales de verano en el sur de Francia en 2014, a Alemania en 2015 y a Francia de nuevo en 2016 con esta creación).
Usted ha repetido continuamente que su intención en esta nueva etapa de la CND no es romper con el trabajo que se había hecho antes, sino ampliarlo. ¿Cómo le gustaría que le recordaran cuando termine su trabajo?
No me preocupa mucho cómo se me recuerde luego, lo importante para mí siempre ha sido lo que hago en el momento, no lo que queda atrás, sí que es verdad que en España siempre ha existido esa batalla entre los clásicos y los contemporáneos, y me gustaría que con mi trabajo en la CND eso cambiara.
¿Es aún pronto para valorar su gestión y ver todo el potencial de la Compañía?
El potencial de la CND es enorme y podríamos crecer mucho más aún, estamos en evolución constante, ya se verá hasta donde llegamos…
Entrevista a José Carlos Martínez para la revista del Teatro Real
