Hace medio siglo que Maurice Béjart dirige su compañía.
Primero el ‘Ballet de l’Etoile’ en París, luego el ‘Ballet del Siglo XX’ en Bruselas y finalmente el ‘Béjart Ballet Lausanne’. La compañía, un organismo vivo. Una familia, con sus amores y odios, con figuras estrella como el argentino Jorge Donn, ya desaparecido, o Gilles Roman, el actual director adjunto del BBL.
“Creo que fue el día en que él dejó de bailar, el día en que comenzó a bailar a través de cuerpos ajenos, cuando se convirtió en bailarín”.
No son las palabras de un crítico, sino curiosamente del propio Béjart, que no acostumbra hablar de sí en tercera persona; palabras extraídas del segundo volumen de sus memorias, ‘¿La vida de quién?’ (1996), complemento del primero, ‘Un instante en la vida de otros’ (1979). Palabras que entonces comentó así: “Es verdad que ver bailar a otros cuerpos una de mis creaciones me produce una alegría más intensa que ver bailar el mío, incluso cuando todavía era joven. El propio cuerpo tiene mil límites. El de los demás nos da mucha más libertad. Es infinitamente más agradable.”
De compañía en compañía
Y así, para ver bailar a otros los movimientos que inventaba, Maurice Béjart crea su propia compañía; la primera en 1954, el ‘Ballet de l’Etoile’, en París, que paulatinamente fue ganando el reconocimiento del público, sobre todo, en el extranjero. Primero en Alemania, después en España, Italia, Suiza…
El ‘Ballet de l’Etoile’ cambia de nombre y se convierte en el ‘Ballet-Théâtre de Paris’. Y es que el teatro es la otra gran pasión de Béjart. Por eso no es casual que haya elegido como pseudónimo el nombre de la compañía de Molière. Tras un triunfal ‘Sacre du printemps’ puesto en escena en 1959 en Bruselas, Béjart se establece en la capital belga y en 1960 funda el ‘Ballet del Siglo XX’, una compañía internacional con la que recorre el mundo entero, como lo haría también el ‘Béjart Ballet Lausanne’ (BBL). En 1987 Béjart se establece en la capital del cantón de Vaud. Lausana, una ciudad ‘a medio camino entre el laberinto y la casbah, una ciudad barroca que parece salida del pincel de Archimboldo”: así la describe refiriéndose a su geografía tormentosa.
“En 50 años la compañía ha vivido bajo distintas insignias, con o sin la ayuda de los diferentes países, pero fue siempre la misma compañía”, explicaba recientemente el coreógrafo francés en el marco de una rueda de prensa.
“La compañía es como un organismo vivo: muere y se regenera, exactamente como el cuerpo humano, cuyas células se renuevan continuamente”, nos explicaba en una entrevista.
Una galería de personajes
La compañía, un organismo vivo. Una familia, con sus amores y odios, con figuras estrella como el argentino Jorge Donn, ya desaparecido, o Gilles Roman, el actual director adjunto del BBL. A ellos hay que sumar los que no son parte de la compañía, pero que Béjart ha integrado a través de sus espectáculos. Porque para él, arte, amistad y pasión se confunden. Por citar algunos nombres, podemos mencionar a Fellini, Baudelaire, Pasolini, Molière y, naturalmente, todo un abanico de músicos, Stravinsky, Mozart, Beethoven, Wagner, Ravel, Boulez, pero también Hughes Le Bars, Jacques Brel, Barbara, Freddie Mercury, Duke Ellington, Jerry Mulligan o Pink Floyd.
Para conmemorar el 50° aniversario de la compañía, Béjart propone este mes de mayo en Lausana seis espectáculos, además de una creación realizada en colaboración con Gilles Roman.
¿Cuál de los múltiples Béjart Pese a esta retrospectiva, Maurice Béjart afirma que no le gustan los balances, que prefiere mirar hacia el futuro más que hacia el pasado.
El hecho de ser homenajeado en vida le produce una sensación de esquizofrenia y sorpresa a la vez: “Siempre me piden que hable de Béjart… Y entonces se convierte en un objeto que está desvinculado de mi persona. Por la noche, en mi cama, soy yo. Pero no sé muy bien quién es ese señor al que se cubre de honores”, nos confesaba, hace algunos años, con una sonrisa.
Con el paso del tiempo, el hombre, como todos, adquiere mil facetas: “Cuando me preguntan quién era Maurice Béjart hace quince años, no sé qué contestar, porque ya no sé muy bien de qué persona estamos hablando. Sin duda de alguien a quien conocí y amé, con quien a menudo tuve desacuerdos, pero no logro encontrar una continuidad entre las diversas personas, los diversos momentos…”
“Hace cuarenta años, esta persona hizo cosas, que no recuerdo bien por qué las hizo, y miro ahora con estupor lo que hizo: el mismo estupor que sentiría si descubriera que mi hermano asaltó un banco”.
swissinfo, Bernard Léchot.
(Traducción: Belén Couceiro). Fuente: swissinfo06-05-2004
