Nicholas Roerich y el vestuario de los Ballet Russes

Nicholas Roerich y el vestuario de los Ballet Russes | Danza Ballet 

Nicholas Konstantinovich Roerich nació en San Petersburgo, Rusia, el 9 de octubre de 1874, primogénito de un abogado-notario, Konstantin Roerich y su esposa María en el ambiente acomodado de una familia rusa de clase media alta, con las ventajas de establecer contacto con escritores, artistas y científicos que visitaban a la familia Roerich con frecuencia.


A temprana edad demostró curiosidad y talento hacia una serie de actividades distintas. Cuando tenía nueve años, un conocido arqueólogo realizó exploraciones en la región y llevó al joven Roerich a sus excavaciones de los túmulos locales. La aventura de revelar los misterios de las eras olvidadas con sus propias manos, despertó un interés en la arqueología que habría de durarle el resto de su vida. Mediante otros contactos desarrolló interés por coleccionar artefactos prehistóricos, monedas, y minerales, y construyó su propio vivero para el estudio de plantas y árboles.

Mientras aún era joven, Roerich demostró una habilidad particular para el dibujo, y cuando cumplió dieciséis años comenzó a considerar entrar a la Academia de Bellas Artes y seguir una carrera artística. No obstante, su padre no consideraba la pintura una vocación apropiada para un miembro responsable de la sociedad, e insistió en que Nicholas siguiera sus pasos en el estudio de derecho. Se logró un acuerdo, y en el otoño de 1893 Nicholas se matriculaba simultáneamente en la Academia de Bellas Artes y en la Universidad de San Petersburgo.

En 1895, Roerich conoció al destacado escritor e historiador Valdimir Stasov. Este le presentó a muchos de los artistas y compositores de la época: Musorgski,Rimski-Korsakov, Stravinski, y el bajo Fiodor Chaliapin. En los conciertos del Conservatorio de la Corte escuchó los trabajos de Glazunov, Liadov, Arensky, Wagner, Scriabin y Prokofiev por primera vez, y desarrolló un entusiasmo ávido por la música. Wagner llamó su atención en particular, y más adelante, durante su carrera como diseñador teatral, creó diseños para la mayoría de las óperas del compositor. Es más, a la pintura de Roerich se pueden aplicar adecuadamente términos y analogías musicales. Con frecuencia relacionaba la música al uso del color y de las armonías de color, y aplicó esta sensación a sus diseños para la ópera. Nina Selivanova en su libro The World of Roerich escribe: «La fuerza original del trabajo de Roerich consiste en una simetría magistral y marcada, y un ritmo definido, como la melodía de una canción épica.»

A finales del 1890 hubo un florecimiento de las artes rusas, particularmente en San Petersburgo, donde la vanguardia formaba grupos y alianzas, dirigidas por el joven Serguei Diaguilev, quien estaba uno o dos años por encima de Roerich en la Facultad de Derecho y quien además estuvo entre los primeros en apreciar su talento como pintor y estudiante del pasado ruso.

Uno de los primeros logros de Diaguilev fue la fundación, junto a la Princesa María Tenisheva y otros, de la revista El Mundo de Arte. Esta revista disfrutó una corta vida aunque tuvo una influencia importante en los círculos artísticos rusos. La revista se declaró la enemiga de los académicos, los sentimentalistas, y los realistas. Presentó a sus lectores, compuestos en su gran mayoría de la clase intelectual, los elementos principales de los círculos artísticos rusos, el post-impresionismo europeo, y el movimiento modernista. Roerich contribuyó con la revista y formó parte de su junta editorial. Otros de los pintores rusos que estuvieron involucrados fueron Alexandre Benois y León Bakst, quien más adelante se convirtieron en compañeros de trabajo de Roerich durante los comienzos del Ballet Ruso Diaguilev.

Al terminar su tesis universitaria, Roerich planificó viajar durante un año por Europa para visitar museos, exhibiciones, estudios y salones de Paris y Berlín. Justo antes de partir conoció a Helena, hija del arquitecto Shaposhnikov y sobrina del compositor Musorgski. Parece que hubo una atracción mutua inmediata, y enseguida se comprometieron en matrimonio. Se casaron a su regreso de Europa.

Helena Roerich fue una mujer dotada de habilidades poco comunes, una pianista talentosa, y autora de varios libros, entre éstos Fundamentos del Budismo y una traducción al ruso de Doctrina Secreta de Helena Blavatsky. La recopilación de sus Cartas, en dos volúmenes, son un índice para la sabiduría, profundización espiritual, y consejos simples que compartía con una multitud de personas con las que mantenía correspondencia, tanto enemigos como amigos y compañeros de trabajo

Juntos, Nicholas y Helena Roerich fundaron la Sociedad Agni Yoga, la cual adoptó una ética activa que abarcaba y resumía las filosofías y enseñanzas religiosas de todas las eras.
Impulsado por la necesidad de proporcionar ingresos para su nuevo hogar, Roerich solicitó y obtuvo el puesto de Secretario de la Sociedad de Incentiva del Arte, convirtiéndose más adelante en su director, primero de los muchos puestos que ocuparía como maestro y portavoz de las artes. Roerich tomó la determinación de examinar detenidamente la Sociedad y rescatarla de la mediocridad académica en la que había caído durante tantos años. Instituyó un sistema de adiestramiento en arte que aún hoy día parece revolucionario: enseñar todas las artes — pintura, música, canto, danza, teatro, y las llamadas «artes industriales», como cerámica, pintura sobre porcelana, alfarería y dibujo mecánico — todo bajo el mismo techo, y dar a la facultad rienda suelta para que diseñara su propio currículo.

La fecundación cruzada de las artes que promovió Roerich, fue evidencia de su inclinación para armonizar, unir, y encontrar correspondencias entre los conflictos aparentes u opuestos en todas las áreas de la vida. Esta era la marca distintiva de su pensar, y uno lo ve demostrado en todas las disciplinas que exploró. Buscó constantemente romper con la división en compartimentos, y, de hecho, aún su propio arte desafió la categorización y creó un universo personal único. También en sus escritos sobre ética se puede ver que buscaba constantemente conectar los problemas éticos con el conocimiento científico del mundo a su alrededor.

Los Años Teatrales

En 1906, en el primero de uno de los muchos esfuerzos empresariales que captaría la atención de Europa hacia el arte y la música rusa, Serguei Diaguilev organizó una exposición de pinturas rusas en Paris. En esta se incluían dieciseis trabajos de Nicholas Roerich. Al año siguiente, Diaguilev presentó a Fiodor Chaliapin ante el público parisino, junto a la música de Musorgski,Rimski-Korsakov, Borodin, Rachmaninov, Scriabin, Glazunov, Stravinski, y otros. En 1909, presentó a Chaliapin en Ivan el Terrible de Rimski-Korsakov, con vestuario y escenografía diseñados por Roerich. Con las Danzas Polovtsianas de El Príncipe Igor, de Borodin, también con diseños de Roerich, y con otros ballets, Diaguilev introdujo un cuerpo de bailerines rusos que más adelante se convertirían en los famosos Ballets Rusos, entre los que estaban Pavlova, Fokine y Nijinsky. Los diseños de Roerich aumentaron su reputación por la representación significativa de las culturas antiguas y sus prácticas.

Diaguilev fue pionero de una forma artística que abarcaba la colaboración del diseñador como «auteur». De este modo Alexandre Benois influenció la creación del ballet de Petrouchka, y Nicholas Roerich fue el promotor, y con Igor Stravinski, el co-creador del ballet La Consagración de la Primavera.

Titulado al principio El Gran Sacrificio: un Retrato de la Rusia Pagana, el motivo del ballet surgió de la absorción de Roerich con la antigüedad y, de acuerdo a lo que le escribió en una carta a Diaguilev: «La hermosa cosmogonía de la tierra y el cielo.» En el ballet Roerich buscó expresar los ritos primitivos del hombre antiguo al éste darle la bienvenida a la primavera, la otorgadora de vida, y hacer un sacrificio a Yarilo, el Dios del Sol. Era una historia totalmente distinta a la de cualquier otro ballet. La partitura de Stravinski y la coreografía de Nijinsky fueron una sorpresa por igual, y provocaron una gran controversia que continuó por muchos años.

La noche del estreno en Paris, el 29 de mayo de 1913, una de las personas que estaba entre el público describe la escena: «Nothing that has ever been written about the battle of Le Sacre du Printemps has given a faint idea of what actually took place. The theater seemed to be shaken by an earthquake. It shuddered. People shouted insults, howled and whistled, drowning out the music. There was slapping and even punching…the ballet was astoundingly beautiful.»

Al interpretar lo que podría haberse descrito como un comportamiento negativo, bárbaro, Roerich escribió después: «Recuerdo como durante la primera función el público silbó y gritó de manera en que nada podía oirse. Quién sabe, quizás en ese momento estaban disfrutando de la misma emoción que la gente primitiva. Pero hay que decirlo, esa primitividad salvaje no tenía nada en común con el primitivismo refinado de nuestros antepasados, para los que el ritmo, lo simbólico sagrado y el refinamiento del gesto eran conceptos grandiosos y sagrados.»

La Consagración de la Primavera representó la culminación de la colaboración de Roerich con Diaguilev. Reconoció en el empresario un verdadero defensor del arte ruso, y a la muerte de Diaguilev en el 1929 escribió: «Podríamos considerar el logro de Diaguilev como el de un gran individuo, pero sería aún más correcto considerarlo como el verdadero representante de todo un movimiento de síntesis, un representante eternamente joven del momento histórico en que el arte moderno rompía con tantos convencionalismos y superficialidades.»

La búsqueda del refinamiento y la belleza era sagrada para Roerich. Creía que aunque los templos y artefactos terrestres puedan perecer, la creencia que los trae a la vida no muere, sino que forma parte de la corriente eterna de la conciencia — las aspiraciones humanas, alimentadas por su voluntad dirigida y por la energía del pensamiento. Por último, creía que la paz sobre la Tierra era un requisito previo para la sobrevivencia planetaria y el proceso contínuo de la evolución espiritual, y exhortó a los hombres, sus compañeros, a que ayudaran a lograr esa paz uniéndose con el lenguaje común de la Belleza y el Conocimiento.

Nicholas Roerich murió en Kullu, el 13 de diciembre de 1947.

Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas enterradas en una ladera, frente a las montañas que tanto amó y retrató en muchas de sus casi siete mil obras.

Nicholas Roerich y el vestuario de los Ballet Russes | Danza Ballet
Nicholas Konstantinovich Roerich (1874 – 1947)

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