Cendrillon, ópera en cuatro actos de Jules Massenet, con libreto de Henri Cain, estrenada con gran éxito en la Opéra Comique de París en 1899, en los años de máximo prestigio y popularidad del compositor, se basa en el cuentohomónimo de Charles Perrault (La Cenicienta en castellano).
El éxito fue inmediato en Europa y también en América, pero fue desapareciend o del repertorio y no se ha recuperado hasta los últimos decenios del siglo xx. Cainsigue el cuento de Perrault con notable fidelidad. Nos encontramos, además de los personajes más característicos –el padre benigno y cobarde, la madrastra y las hermanastras orgullosas y crueles, y la protagonist a castigada y humillada–, un hada madrina que posee unos poderes maravillosos y un príncipe azul, joven e inocente como Cendrillon, que interpreta una cantante travestida, dentro de la tradición del siglo XVIII. Asimismo aparecen los zapatos de cristal que ayudan a identificar a la misteriosa princesa del baile de la corte, que se ve obligada a abandonarlo a las doce en punto de la noche.
Estrenada el 24 de mayo de 1899 en la Opéra Comique de París.
Resumen argumental
Acto I
En la rica mansión de Madame de la Haltière, los sirvientes nos informan de que su ama es pretenciosa y malvada. En cambio, Pandolfe, su marido en segundas nupcias, es amable y benigno, pero no disfruta del mínimo respeto de su esposa. Se muestra arrepentido por dejar sus propiedades para casarse con esta rica y poderosa condesa, con dos hijas odiosas, mientras su propia hija Lucette es humillada y maltratada y él no tiene valor para enfentárseles. Madame de la Haltière, muy excitada, comunica a sus hijas, Noémie y Dorothée, que el rey da un baile para presentar al príncipe heredero a las muchachas de sus dominios, y no duda de que ellas serán las preferidas. Sigue una larga y cómica escena con los encargados de acicalar a las jóvenes. Pandolfe se lamenta de la injusticia que se comete con su hija, a la que dejan sola.
Tras marchar todos, aparece Cendrillon, que expresa su penosa condición respecto a las hermanastras y cuánto la entristece no asistir al baile de la corte. Decide que la resignación y cumplir sus labores es lo único que le resta y finalmente se duerme. Una luz maravillosa indica la aparición del hada madrina de Cendrillon, que posee poderes mágicos, acompañada de los espíritus, duendes y hadas que la sirven. Ha decidido transformarla en la princesa más bella y admirada del baile. Da órdenes sobre los vestidos y joyas que debe lucir y para la preparación de una suntuosa carroza; le ofrece unos zapatos de cristal cuyo poder no permite a sus familiares reconocerla y le ordena que al punto de la medianoche regrese sin retraso.
Acto II
En la sala de fiestas del palacio real, el príncipe azul muestra una actitud triste y pensativa a pesar de los intentos de los cortesanos por alegrarlo, que desean que se divierta en la fiesta organizada. La causa de su estado es la soledad, siendo las noches muy largas, sin amor. El rey ordena a su hijo que escoja entre todas las invitadas la que más le guste para casarse con ella. Las candidatas, incluidas la madrastra y las hermanastras de Lucette, bailan una serie de danzas, obsesionadas por obtener una mirada amable del príncipe, aunque no lo logran.
La llegada de Cendrillon, bellísima y radiante con la vestimenta preparada por el hada, impacta a los presentes. Pero quien cae rendido desde el primer instante es el príncipe, que desea conocer el nombre de esta belleza aparecida en su vida, pero ella se rodea de un ambiente misterioso, le dice que es «L’inconnue» («la desconocida»), aunque reconoce que él es su príncipe y que desea consagrarle la vida. Las campanas de la medianoche obligan a Cendrillon a salir rápidamente, dejando al enamorado desolado.
Acto III
Cendrillon llega a casa tras huir por las oscuras terrazas, perdiendo un zapato de cristal. Pide perdón al hada madrina, llora y ríe al recordar las campanadas del reloj y, finalmente, constata su desvanecida felicidad, ya que el baile esplendoroso y las tiernas palabras en cenizas se han convertido. Esconde el zapato de cristal y se oculta al oír llegar a su familia. Las tres mujeres, indignadas y presas de los celos, dan una versión capciosa de lo acontecido: el príncipe ha comprendido, tras unos momentos de embobamiento que la joven, una intrigante desconocida y mal vestida, no valía nada, salvo para colgarla. Madame de la Haltière relata una ridícula enumeración de los méritos de sus antepasados e insiste con firmeza que la muchacha ha sido expulsada del baile por decisión del príncipe. El padre consigue alejar a las tres furias. Padre e hija deciden cambiar de vida y regresar a su mundo rural para recuperar la felicidad. Pandolfe sale a prepararlo todo, pero con su bondad y generosidad Cendrillon decide no imponer este sacrificio al padre y partir solo ella. Se despide de sus recuerdos, evoca con emoción a su madre y se marcha sola, en plena noche, para morir bajo la encina de las hadas.
En el reino del hada madrina, presidido por una gran encina, en una noche clara y luminosa, los espíritus acompañan los cantos del hada. Después de una danza, tres espíritus avisan de la llegada de una joven que llora y otras tres anuncian la llegada por el otro lado de un pobre muchacho que también llora. El hada levanta una muralla de flores para que los enamorados no se vean y cada uno expone sus penas a la persona poderosa que todo lo sabe y que los puede curar. Lucette se ofrece para asumir ella sola toda la tristeza y que él pueda ser feliz. Los enamorados se reconocen, ella le dice su nombre, Lucette, y el príncipe jura colgar su corazón de la encina encantada para poder verla. El hada lo acepta y permite que los enamorados puedan verse el uno al otro y se abracen. Se juran un amor fiel eterno y se duermen por orden del hada, mientras los espíritus cuidan de los sueños mágicos de los amantes.
Acto IV
Cendrillon está profundamente dormida. El padre, que la mira con ternura, la encontró inanimada cerca de un riachuelo hace ya semanas. Comienza a despertarse y quiere saber lo ocurrido durante este tiempo. Pandolfe le narra que reía y lloraba, deliraba y hablaba del baile de la corte, del príncipe, de la encina y el corazón sangriento, del zapato de crist al, etc. Ambos se convencen de que se trata de un sueño, que todo son fantasías. Desde el exterior las voces dulces de las muchachas anuncian la llegada de la primavera y piden a Lucette que abra las ventanas de par en par y que salga a coger flores. Entra Madame de la Haltière muy excitada, anunciando que el rey ha convocado a las princesas de los lugares más remotos para probar si son las propietarias de un zapato de cristal, y se muestra convencida de que ella y sus hijas van a gozar de un protagonismo importante. Entra el heraldo, que explica, además, que el príncipe tiene el corazón roto y se siente morir por la ausencia de la princesa desconocida a la que ama. Cendrillon, que ha oído el mensaje, queda convencida de que su aventura no fue un sueño, sino una feliz realidad, y realiza una apasionada súplica al hada madrina.
Material extraído del programa de mano del Teatro Liceu de Barcelona