Leonid Jacobson decía que «Miles de personas pueden bailar brillantemente pero sólo unas pocas pueden expresar el lenguaje de la danza». Noemí Coelho es una de ellas. Brillante bailarina y profesora, su nombre forma parte de la historia de la danza argentina.
Si pienso por un momento en alguna persona que me haya inspirado en mi vida como bailarina y actual maestra, o marcado positivamente con sus consejos y orientaciones, una de ellas fue mi profesora de jazz, Noemí Coelho.
Egresada del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón de Buenos Aires, se formó en Estados Unidos con el creador y difusor Jack Cole, continuando su aprendizaje con sus discípulos: Paul Steffen y Max Mattox. Hacedora de grandes bailarines y profesores, creadora en 1974 junto a Rodolfo Olguín de la compañía Modern Jazz Ballet, es la que introduce en su país la técnica de Jack Cole denominada “Modern Jazz”.
Su estilo característico y su legado sigue vivo en sus coreografías y en su interminable trabajo como maestra. Fue tan grande la aceptación y el reconocimiento de su método de trabajo con el modern jazz que se crea la Cátedra de Modern Jazz para cursos superiores en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colon de Buenos Aires; y en la actualidad es materia de estudio en todas las escuelas de danza.
Bailarina en el ballet de la Opera de Lyon, profesora de contemporáneo y jazz en la Opera de Nantes e invitada en MUDRA (escuela de Bejart en Bélgica) es gracias a su trabajo y entrega que la danza jazz llegada a ser reconocida en Argentina como una forma de arte seria y significativa, abriendo un camino único que permitió que muchos bailarines desarrollaran y codificaran su metodología de movimiento e inscribieran su estilo en otros bailarines a través de programas de formación y coreografías.
La dedicación y entrega de Noemí Coelho a la danza se manifestó en todas las facetas de su extraordinaria vida: bailarina, maestra, coreógrafa, autora y fundadora de su propia escuela junto a su compañero de toda la vida, el también maestro y bailarín Rodolfo Olguín. Ambos dirigen su propia escuela. Una de los mejores de Argentina.
Noemí Coelho fue mi maestra de jazz en el Teatro Colón y en su inmenso y hermoso estudio de la calle Montevideo 787, en Buenos Aires.
La recuerdo fuerte, exigente, inmensa y tremendamente generosa, aunque también exigente, rigurosa, disciplinada y entregada a la difícil tarea de enseñar.
Encontrándonos en el mundo virtual después de tantos años, comparte con generosidad sus vivencias con todos nosotros.
Gracias Noemí!
Carolina de Pedro
Entrevista a Noemí Coelho
www.coelholguin.com
Buenos Aires – Argentina
Diplomada como bailarina profesional en el Teatro Colón de Buenos Aires, ¿los estudios académicos y en general la formación de un bailarín clásico eran mejores antes o ahora?
En cuento a técnica se refiere, claro que sí, ahora se trabaja en mejores condiciones, los pisos están preparados, las zapatillas (sobre todo las de puntas) no son el martirio que era antes y con ellas también se trabaja de forma diferente hoy en día. Las escuelas oficiales hoy aportan diferentes técnicas que desarrollan mejor la musculatura y comprensión de nuestra anatomía evitando lesiones.
En cuento a la interpretación, todo va muy rápido, algunas de las estrellas son tan jóvenes e inmaduras que en pos del virtuosismo técnico olvidan, o mejor dicho, no les enseñan a captar las sutilezas de la música y del rol que interpretan. Un ejemplo positivo de esto, el Royal Ballet de Londres y la escuela de ballet de la Opera de París.
Estudió Modern Jazz en EEUU y fue profesora en la Académie Internationale de la Danse (París). Trabajó con el Ballet de la Ópera de Nantes (Francia). ¿Puede contarnos cómo fueron esas experiencias en el extranjero?
Déjeme decirle que mi introducción al jazz fue en Roma con Paul Steffen, un profesor Norteamericano que fue uno de los bailarines dilectos del grupo de Jack Cole. Con Paul también viajé a EEUU y allí conocí a otros bailarines como Nat Horne, Matt Mattox, Valeria Camille que también habían integrado la elite de bailarines de Jack Cole.
En el 69 partimos a Francia, estuvimos en el Ballet de la Opera de Lyon un temporada. A Rodolfo Olguín lo invitan de diversos ballets como el Ballet Teatro Contemporáneo y el del Teatro del Silencio y otros. Yo decido quedarme en Paris y dedicarme a la enseñanza, participo en temporadas de jóvenes coreógrafos, en una de ellas trabajé con dos grandes bailarinas clásicas haciendo yo el contratiempo en moderno. Esta participación fue muy elogiada por el maestro Franchetti (director del cuerpo de baile de la Opera de Paris). Me llaman de la Academia Internacional de la Danza para remplazar la clase de jazz de un profesor norteamericano que se había accidentado. Mi clase gusta y me ofrecen un curso regular. Allí mi estadía no fue muy larga, porque a Rodolfo le ofrecen un puesto de solista en el Ballet de la Opera de Nantes y como hacia ya un año donde solo nos veíamos muy poco, decidí pedir una audición como profesora de contemporáneo y jazz en la Opera de Nantes, para estar juntos otra vez.
Trabajé como profesora y también bailé en roles modernos con Jean Zierrat y Juan Guliano. Mi estilo transcendió y fui invitada como profesora para el MUDRA (escuela de Bejart en Bélgica) era otra vez estar separados, no acepte a pesar que es algo que me hubiera gustado. En Nantes tuve muchas oportunidades y estabas contenta, hasta me habían ofrecido quedarme a cargo del Ballet de la Opera de Nantes, pues Jean Zierrat quien lo había creado se iba, no acepté, pues fue él el que me dio tantas oportunidades y consideré deslealtad hacerlo.
Al termino de Nantes fuimos a Venecia, Rodolfo tenía un contrato para bailar con Carla Fracci, en la Fenice. Acompañándolo hubo una audición que el representante de Carla Fracci y otros directores tomaron para elegir al coreógrafo que montara Salome, en La Arena de Veron. Para la época mi estilo impactó, y fui elegida. Una gran oportunidad que quedó truncada, pues tuve que volver a Francia donde fui operada por un embarazo ectópico. Caigo en una depresión y a mediados del 74 Rodolfo decide sacar pasajes a Buenos Aires para descansar junto a la familia. Estando en Buenos Aires a Rodolfo le ofrecen un contrato en el Ballet del Teatro Colon, yo vuelvo sola a Paris a dejar mi casa y traerme a mi perrita.
1974 no eran las mejores épocas para volvera la Argentina. Pero regresamos. Francia nos había dado la seguridad de lo que hacíamos y también la fuerza para seguir luchando. Él en el Colon y yo dando comienzo con mis clases de Modern Jazz en el estudio de Olga Ferri y Enrique Lonmi. Unido al gran conocimiento de técnica clásica, moderna y jazz, mi personal estilo derribó pre-conceptos que existían y encasillaban el jazz en lo fácil y superficial.
La gran Primaballerina de ballet argentina Norma Fontenla un día la invita a tomar una clase con Lennie Dale. Conozco el resto de la historia, ¿quiere compartirla?
Habiendo yo regresado de EEUU y visitando a unos compañeros del Teatro Colon, Norma Fontenla me habla y me cuenta que en un breve paso por Buenos Aires un bailarín fabuloso llamado Lennie Dale estaba dictando clases. Concurro a ellas, en seguida me pregunta donde había adquirido esta técnica absolutamente inusual en los bailarines sudamericanos. Hablo con él contándole que hacia muy pocos meses había vuelto de EEUU y con quienes había tomado clases. Al otro día, más que una clase, yo sentía que me estaba tomando una audición. Al final de la misma me ofrece ser su parteneire para un contrato que tenía en Brasil y que si yo aceptaba ya no iría a EEUU en busca de su compañera; en dos semanas tendríamos que viajar a Sao Pablo. Por su puesto acepté sin preguntar salario ni nada.
Fueron dos años donde junto a Lennie disfruté la danza con pasión y entrega. También, es de aclarar que a fines del 67, primera temporada con Lennie, me encuentro en Rio con Rodolfo Olguín que estaba con la compañía brasilera de ballet. Nos enamoramos, nos casamos y él pasa a integrar en el 68, al grupo de la Rhodia que coreografiaba Lennie y donde lo integraban grandes estrellas del teatro y la música, entre ellas, Caetano Veloso y Gilberto Gil, con los cuales fuimos a Portugal y no llegamos a Paris porque se desató la Revolución del 68. Esto marco el fin de estos dos años y en busca de hogar nos volvimos a Argentina.
Otra vez fue una estadía muy corta, porque no siempre en el país donde crecimos y amamos nos brinda la posibilidad de desarrollarnos. Ahí termina una etapa.
Usted Noemí, ha sido profesora en la Cátedra de Modern Jazz para cursos superiores en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, desde su creación hasta 1987. ¿Como recuerda esos años en una institución del prestigio como el Teatro Colón?
Del Colón, que fue la casa de mi niñez y de mi adolescencia, con afecto debo decir, fueron ellos los primeros en reconocer la seriedad de mi trabajo. La materia Modern Jazz se impuso y hoy se imparte en todas la escuelas oficiales del país. En la mayoría de ellas la ejercen profesores salidos de nuestras escuelas, cosa que nos enorgullece.
En el año 1974 crea junto a Rodolfo Olguín, su compañero de toda la vida, el Modern Jazz Ballet y han bailado recientemente en el Festival Internacional de Ballet de Cali con muchísimo éxito …
Teníamos la necesidad de crear un grupo dónde pudiéramos expresar a través del mismo nuestro sentir y estilo. En sus principios la mayoría eran integrantes del ballet del Teatro Colón, artistas con intenciones de experimentar técnicas y estilos diferentes.
El Modern Jazz ballet se impuso por si mismo porque había una necesidad en la sociedad argentina de salir del acartonamiento de la danza que imperaba. Pudimos con nuestras escuelas sustentar el grupo y a través del tiempo formar maestros que nos representen. En un país tan inestable y sin ninguna ayuda, nuestro ballet sufre los antibajos de la economía.
Fue posible la participación en el festival FIMBA 2020 por ser virtual, sin embargo, otros se imposibilitan efectuar con esta modalidad, teníamos proyectos de talleres, coreografiar para otras compañías y asistir al concurso “Danza América” a recibir el “Premio a la Trayectoria” y ser jurado del mismo, todo esto fue anulado. La realidad que vivimos en este país con la pandemia nos impide tener proyectos a futuro.
«La danza es un reflejo de la sociedad en que vivimos» comentó usted en una entrevista. ¿Como ve la danza actualmente en Buenos Aires?
La danza es un reflejo de la sociedad en la que vivimos, desgraciadamente sigue siendo así y esta pandemia ha exaltado lo marginado que siempre hemos estado. Desde abril del corriente año -2020- nuestras academias están cerradas. Muchas de ellas no abrirán sus puertas y otras les continuaran. La danza no consiguió ninguna excepción de impuestos ni ayuda económica que el gobierno le brindo a otras entidades artísticas, sin embargo, hay algo positivo que quizás se logre.
A causa de esta tragedia se han formado organizaciones aspirando a conseguir que nos reconozcan como parte de una comunidad muy importante dentro de la sociedad y expansión cultural. Yo pertenezco a dos de ellas que se han fusionado “Colectivo de la Danza” y “CEADYTEM”, y tengo la esperanza que se logre esta vez.
Una integración con una mirada totalizadora que nos ayude a ser escuchados.
El estilo y el baile de Bob Fosse, es inimitable. ¿Le gusta?
Es un gran coreógrafo y director. En el campo comercial lo considero un continuador de Jack Cole, se expresa a través de la técnica de éste con su particular estilo y talento. ¿Sabe usted que Gwen Verdun la primera esposa de Bob Fosse, fue bailarina y parteneire de Jack Cole?
¿Carolyn Carlson? es mayor, pero sigue bailando y enseñando. A mí me encanta!
¿Carolyn Carlson? Me obligó a googlearla, no sabia que seguía trabajado. La admire mucho cuando vivía en Paris, me reconforta saber que esta activa. Somos de la misma generación, jóvenes en los 60 con aspiraciones y sueños que a pesar de nuestra edad aún mantenemos.
Noemí, ¿Qué es lo que le hace feliz?
Saber que puedo ser útil y seguir como siempre en la enseñanza, contribuyendo con mi experiencia. Agradecer a la vida tantas cosas vividas con mi compañero, que nos hace hoy irremplazables al uno del otro y poder juntos seguir alimentando sueños.
Bailar. ¿Que significado tiene para usted?
Es sencillo, la frase que siempre digo: “Bailar es volar y volar es soñar” ¡Sigamos soñando!
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Buenos Aires – Argentina