Giselle de David Dawson

Giselle de David Dawson | Danza Ballet 
Giselle de David Dawson | Danza Ballet 

El panorama escénico se enaltece con la renovada y sutil versión de Giselle de David Dawson (1972) para el Dresden SemperOper Ballet presentada en el Teatre Liceu de Barcelona.

Dawson ha modernizado un título tan sagrado cual reliquia, donde años de tradición se han visto bendecidos por una profunda renovación estética del lenguaje, un lenguaje inteligente y creativo, digno de nuestro tiempo. Giselle se ha modernizado de un modo sobresaliente, y el resultado ha sido brillante, ya que el Ballet SemperOper posee los recursos artísticos e intelectuales necesarios para llevar adelante un trabajo de estas características.

Si es la primera vez que se aprecia este ballet seguramente caerá estupendamente, ya que fluye como su música, liviano y entretenido. Si es un título de sobra conocido, con el que nos cuesta abstraernos según fluye la música de la coreografía original de Coralli (1779-1854), la sorpresa y la satisfacción se transforman en un auténtico descubrimiento y un regocijo, ya que la renovación es total. El resultado beneficia enormemente al título otorgándole modernidad y estilo sin deshonrarlo; esto es, la historia se mantiene y respeta como tal, no hay agregados fantásticos de ningún tipo (menos mal); al contrario, se ha valorado tanto el original que los momentos coreográficos correspondientes, por ejemplo, a entradas y salidas del cuerpo de ballet no se han perdido, sino que se han rejuvenecido, continuando en escena junto a los diferentes matices de la orquesta.

El resultado es el nacimiento de una herencia nueva, una concepción del repertorio mas clásico, adaptado, rigurosamente, a nuestros días. La novedad, la transformación y el progreso de la tradición (Giselle fue estrenado en la Opera Garnier en 1841) son las nociones que ha utilizado Dawson en su segunda creación coreográfica.

Los bailarines transcriben pasos compuestos en su mayoría por formas y movimientos agradables y armoniosos donde muchos detalles sutiles (gestos, caricias, besos) agregan una elegancia poco usual a este tipo de arte. Un amplio desarrollo de las principales variaciones, y un marcado y expresivo trabajo del torso, enroscados port de bras y grands portés de los pas de deux principales destacan en la nueva coreografía.

Dawson ha trabajado junto a su primera figura y diseñadora del vestuario, Yumiko Takeshima, despojando la historia de cualquier vestigio del pasado.

Takeshima se ha convertido en una distinguida celebridad no solo por sus bellas dotes como bailarina, sino por ser una mente creativa y activa en proyectos de diseño de vestuario. Su negocio, Yumiko, es internacionalmente conocido. Grandes nombres de la danza europea, como Forsythe, Dawson y Hans van Manen se inclinan por sus diseños de vestuario, ya que son elegantes, simples y bellos.

La traducción del trabajo musical ha sido inmejorable bajo la batuta de David Coleman, un experto en música de ballet, quien para esta ocasión ha reelaborado la partitura original de Adolphe Adam (1803 – 1856), que ha sido magistralmente interpretada por la Orquestra Simfònica del Vallès. La nueva reorquestación de Coleman ha eliminado añadidos atribuidos a otros compositores; por este motivo es que no hemos visto, ya que han sido suprimidas, las variaciones de Giselle en el primer acto, y la de Albrecht del segundo, cuya música suele atribuirse a Minkus (1826 – 1917).

Resulta impactante la blanca escenografía del primer acto, obra de Arne Walther, quien me hizo recordar las láminas exteriores del Museo Guggenheim de Bilbao, en contraposición a la gran luna negra del segundo acto que, iluminándose débilmente, anuncia la partida de las Willis y el final de la obra.

Mi gran interés de la noche era poder ver a una bailarina tan increíble como destacada, Elena Vostrotina, en el papel de Myrtha, reina de las Wilis. La que podría ser la hermana menor (artísticamente hablando) de Svetlana Zakharova es una artista sumamente emocionante, de un gran potencial técnico y expresivo. Vostrotina tiene una formidable potencia corporal, todo en ella es increíble. Con sus fantásticas puntas y unas piernas larguísimas donde se vislumbra una potente y trabajada musculatura, en su papel de Myrtha, bajo un velo blanco y delicadas flores en las palmas de las manos, logra la perfección técnica y musical.

La representación goza de la presencia de grandes figuras, como Jiří Bubeníček, hermano de otro gran bailarín, Otto Bubeníček, en el papel de Hilarion; Yumiko Takeshima, como Giselle, preciosa; Raphaël Coumes-Marquet en la piel de Albrecht, elegante, aristocrático y sumamente plástico, y un destacado Jón Vallejo, quien se mereció grandes aplausos y se llevó en su variación casi todas las miradas de la noche. Juntos formaron las cabezas visibles de un cuerpo de ballet homogéneo y destacable que demostró, en todo momento, un excelente nivel.

Las fantasmales y etéreas 12 Wilis del segundo acto, sin duda, fueron el mejor descubrimiento de la velada.

¡Felicitaciones!

Giselle de David Dawson | Danza Ballet
Giselle, David Dawson. Dresden SemperOper Ballet

Body Ballet ® - Carolina de Pedro
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