El ballet «Parade» se presento el día 18 de mayo de 1917 en en el Théâtre du Châtelet de París por los Ballets Russes de Diáguilev.
Con música de Satie, argumento de Cocteau, coreografía de Massine, escenografía y vestuario de Picasso «Parade» fue, en varios sentidos, el primer ballet moderno en su totalidad, y abrió paso a todas las representaciones que se siguieron.
Picasso presentó al mundo una nueva forma de ver el escenario y el vestuario, mientras que Satie incorporó en su partitura hélices de aviones, teletipos de telegrama y otros aparatos ruidosos. La coreografía de Massine aludía a la comedia, a la farsa moderna.
La historia del ballet es bastante sencilla; tres directores tratan de atraer a un público hacia su tienda de campaña con tres actos: un Prestidigitador Chino, una Pequeña Norteamericana y dos Acróbatas. Pero ninguno de los tres números hace que la muchedumbre pague por ver el espectáculo principal y al final, tanto directores como actores se desploman, completamente agotados.
El ballet “Parade”, de la compañía de danza de los “Ballets Russes” de Serge Diaghilev, se estrenó el 18 de mayo de 1917 en el Théâtre du Châtelet de París y posteriormente, el 10 de noviembre, se presentó en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona. Pablo Picasso, junto con el escritor Jean Cocteau, el compositor Erik Satie y el coreógrafo y bailarín Léonide Massine, bajo la atenta mirada de Serge Diaghilev, crearon este ballet paradigmático que aglutinaba los descubrimientos de cada uno de ellos en sus respectivas disciplinas. Picasso, que aceptó el encargo de crear el vestuario y los decorados de la obra, se enfrentaba, por los años 1916 y 1917, a un nuevo reto artístico que lo llevó a substituir gradualmente el movimiento cubista, del cual era el instigador y máximo exponente, por un estilo neorrealista absolutamente inesperado en su trayectoria.
El telón de fondo que pintó en Italia, donde se había trasladado con la compañía de danza, es la primera y monumental muestra de esta nueva plástica. El vestuario y el decorado, marcados por la presencia de las formas volumétricas que caracterizaban los personajes de los dos mánagers, muestran la continuidad con el cubismo. El conjunto es, pues, una obra de transición, en la que se unen los logros cubistas que alcanzó el artista malagueño y sus investigaciones hacia un arte más realista que empezaba a tener una fuerte presencia en sus composiciones.
El guión de la obra se basa en un argumento bastante popular en la época. Cuatro artistas circenses –un prestidigitador chino, una niña americana y una pareja de acróbatas– representan una pequeña parte de sus respectivos espectáculos con el fin de llamar la atención del público que se pasea por un bulevar parisiense frente a una barraca de feria donde se supone que tienen lugar estos espectáculos. La finalidad de “Parade” no era mostrar los espectáculos que se veían en los circos, barracas o plazas convertidas en un improvisado teatro. Conceptualmente, no era la traslación de una parada-espectáculo al teatro sino una reflexión sobre la lejanía entre este mundo ambulante y la realidad cotidiana de la mayoría de los espectadores. Mostrando las actividades de los personajes protagonistas, sus números, doblemente fuera de su ámbito, es decir, fuera de la barraca y fuera de la calle (en el teatro), Picasso acercaba la realidad de estos personajes al espectador presentando las personas que había detrás.
“Parade” significó un revulsivo en el mundo artístico desde todos los puntos de vista: plástico, musical, narrativo y coreográfico y, por este motivo, provocó un escándalo que lo precedió en todas sus representaciones. Fuente: www.bcn.es