Coros y corazones, únicos y al unísono
“O mia patria si bella e perduta” (“Ay, mi patria hermosa y perdida”). Así empieza “Va pensiero”, más conocido como el “coro de los esclavos” de Nabucco de Verdi, probablemente una de las piezas de ópera más populares de todos los tiempos. Mi padre cantaba a pleno pulmón el popular estribillo en alemán “Überall auf der Welt scheint die Sonne”.
Por Hildegard de Vuyst
En Nabucco son los exiliados los que lloran su patria perdida. Hoy son los ciudadanos los que tienen la sensación de que su país ya no les pertenece y que quieren recuperarlo.
El director Riccardo Muti, en un valiente acto de resistencia cultural, se dirigió al público, entre el que se encontraba el entonces primer ministro italiano Silvio Berlusconi, durante la representación de la obra el 12 de marzo de 2011 en la Ópera de Roma, tras la insistente petición del público de un bis del coro. Muti dijo con toda tranquilidad que como italiano que había viajado por todo el mundo, se sentía avergonzado por lo que estaba pasando en su país. “Si les concedo el bis, no es por patriotismo, sino porque al escuchar al coro pensé que si seguimos como ahora destruiremos la cultura sobre la que está cimentada Italia. Si lo consentimos, nuestra patria será de verdad hermosa y perdida”. Añadió, además, que se había callado demasiado tiempo. A continuación pidió al coro retomar la canción e invitó al público a cantar con ellos. Fue una de las demostraciones más poderosas de indignación civil que presenciamos en todo el mundo en 2011. El manifiesto Indignaos de Stéphane Hessel, autor de 93 años, se publicó en octubre de 2010, y desde entonces la indignación se asoma por todas partes, desde las revueltas árabes hasta el movimiento de los indignados en España, desde Ocupa Wall Street hasta las protestas callejeras en Grecia. En este contexto mundial se concibió C(H)OEURS.
El título C(H)OEURS hace referencia a coros y corazones a la vez. Alain Platel ya produjo dos grandes producciones con coros: una para la inauguración del Teatro Roundhouse en Londres en 2001 y otra para la reapertura del Teatro Real Flamenco (KVS) en Bruselas en 2006. Las personas cantan juntas por diversas razones: porque viven en la misma calle, proceden de la misma región, porque son gays o porque luchan contra la injusticia, porque son judíos o porque son sordos. Pero cada uno lo hace desde su óptica. Al juntar los coros más diversos en un espacio cultural, se puede percibir la auténtica diversidad de la ciudad. Y además se devuelve a la sociedad un lugar simbólico muy importante con el mensaje: “todo el mundo es bienvenido”. Fueron dos representaciones muy apreciadas por las personas que asistieron y que le prepararon el camino a Platel para crear una producción en la que el coro tuviera un papel central.
Junto al coro, actúa un grupo de diez intérpretes que Platel reunió para C(H)OEURS, varios de ellos ya veteranos en estas lides. Platel lleva tiempo investigando con ellos toda una serie de movimientos espásticos, contraídos, impulsivos e histéricos que quiere utilizar como un lenguaje de movimientos. Platel lo llama “la belleza de lo feo”. En VSPRS utilizó el lenguaje de la propia pérdida, en Out of Context – for Pina, el lenguaje de la autorrealización. ¿Se puede expresar todo con este arsenal de movimientos? ¿También la indignación? ¿Sirve para hacer la revolución? ¿Pueden provocar el cambio? ¿Y cómo sería ese cambio? Para Platel el cambio empieza en la sala de ensayos. Si allí no consigues encontrar un espacio para la particularidad de cada uno, entonces no tienes que predicar el cambio de puertas afuera. La política empieza en la intimidad de la convivencia. En la sala de estar. En el trabajo.
El coro es la constelación musical por excelencia en la que la voz individual es absorbida por un conjunto. Tras años en los que el hiperindividualismo era la consigna a seguir, constatamos que cada vez más personas buscan y defienden una mayor cohesión social. Pero no lo buscan tanto en grupos socioeconómicos acotados como federaciones de amas de casa o sindicatos. Un barrio, un coro de aficionados, un grupo de amigos en facebook, un grupo de voluntarios que se reúne los sábados por la mañana para servir de sustitutos del coro de C(H)OEURS, esos son los lazos que la gente busca hoy en día, y en ellos triunfan la diversidad y el pluralismo.
Según Marguerite Duras el gran error de las ideologías, tanto de izquierdas como de derechas, fue pensar que todas las señoras de la limpieza son iguales, que todos los flamencos son iguales. Aborrece estas generalizaciones simplistas sobre las personas que subyacen a toda ideología, o el poner a todos al mismo nivel porque se comparten actividades parecidas.
C(H)OEURS busca recrear esa tensión entre lo único y el unísono, el individuo y el grupo. El coro y los intérpretes son en C(HOEURS las dos caras de la misma moneda. El coro es la voz, la palabra, el discurso, el público, el mundo exterior. Los intérpretes son el cuerpo y sus miembros, el grito, el Big Bang, lo animal, lo inconsciente, la intimidad, el prólogo. Tienen los mismos deseos pero intentan conseguirlo con otros medios, utilizando otros canales. El coro y los intérpretes se encuentran, se desafían y se contagian.
El cartel de C(H)OEURS muestra una boca abierta. Podría evocar muchas cosas: ¿un ciudadano con voz propia?, ¿un grito silencioso? O cuando se tapa la boca con la mano, ¿es un intento de amordazarnos o nos imponemos el silencio? ¿Nos hemos callado demasiado tiempo, como Riccardo Muti?
La boca abierta de la que no sale la palabra, pero sí un sonido. Queremos, pero no podemos articular. No conseguimos decir lo que queremos. El sonido como el de los animales o una sirena. Un berrido arcaico o una advertencia angustiada. Pero también representa lo no articulado de las protestas mundiales, la falta de una alternativa clara. Y la boca también se abre y muerde, buscando comida. Como cuando un bebé busca de manera instintiva el pezón. Como cuando se busca el amor, y no un beso romántico. Como cuando nos entrelazamos. Pero también representa la boca abierta de los que cantan.
“¿Estás realmente seguro de que te interesaría la preservación de la raza humana una vez hayas desaparecido y también contigo todos los que quieres?” Es una de las preguntas incómodas que plantea Max Frisch en su diario de 1966- 1971. En C(H)OEURS se hacen preguntas a los 84 artistas y su respuesta aparece en forma de un movimiento. Esa ‘coreografia social’ fue inventada por Christine De Smedt, otra coreógrafa de les ballets C de la B, como una manera de hacer que grandes grupos de no profesionales pudieran realizar coreografías al instante. Es una manera de pensar que proviene del arte de la performance. Rompe la división estricta que tradicionalmente se hace entre el profesional y el aficionado, entre el artista y el activista, entre lo privado y lo público, entre el que actúa y el que observa.
Alain Platel ya coqueteó con esa división al fi nal de Out of Context – for Pina, cuando uno de los intérpretes pregunta al público: ¿Quién quiere bailar conmigo?” E independientemente de la respuesta, la pregunta destapa relaciones anquilosadas, dinamita el reparto de papeles inquebrantable y pone patas arriba las convenciones culturales. Ya no existe el espectador pasivo, sólo un participante potencialmente activo. La coreografía como estética del cambio.
¿Es el cambio realmente posible? El filósofo esloveno Slavoj Žižek hizo esta pregunta el domingo 9 de octubre de 2011 en la Plaza de la Libertad de Nueva York a los activistas de ‘Ocupa Wall Street’. Dijo lo siguiente: “hoy la separación entre lo posible y lo imposible es un tanto curiosa”. En términos de libertad personal y desarrollo tecnológico todo es posible, cualquier forma de sexo perverso o incluso los viajes a la Luna.
Soñamos con la inmortalidad guardando nuestra identidad en un programa informático. En términos de relaciones sociales y económicas, nada es posible, no se pueden permitir acciones sindicales, no se puede preservar el estado de bienestar. Los recortes son presentados como leyes naturales. Porque no puede ser de otra manera. Žižek abogó por invertir las coordenadas de lo posible y lo imposible. A lo mejor no es posible ser inmortales, pero podríamos aumentar la solidaridad y la asistencia sanitaria. El equipo de C(H)OEURS encuentra inspiración en los pensamientos de Žižek, especialmente por la manera vigorosa en la que pronuncia sus palabras, escupiendo saliva y tocándose frenéticamente la ropa, además de que nunca será nominado para un premio a la elocuencia.
Wagner y Verdi no eran aliados naturales, pero sí compartían la misma ambición en un terreno: contribuir a invertir las coordenadas. En su tiempo era reforzar el sentimiento nacionalista. Nos resulta ahora difícil de entender. Para nosotros una nación es un grupo de personas que permanecen unidos por una equivocación compartida sobre su origen y una aversión también compartida hacia sus vecinos gracias a la definición de Karl Deutsch de 1969. Pero en los tiempos de Wagner y Verdi, Italia y Alemania nacieron de la unión de muchos pequeños estados, reinos, ducados y similares. Hoy día podríamos encontrar un equivalente en el nacimiento de la Unión Europea. La búsqueda de esa unidad sin la perdida de la individualidad, de una política sin la pérdida de la intimidad, de la elocuencia con problemas de dicción, esa es la búsqueda que predomina en C(H)OEURS.
Hildegard de Vuyst es dramaturga
Traducción de Katrin Vanhecke
Teatro Real de Madrid
C(h)oeurs', de Alain Platel
© 2012 Danza Ballet
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