Alexandra Denisova: Una bella bailarina de los Original Ballets Russes de De Basil, celebra su nonagésimo cumpleaños.
Desde que la conocí en Cuba, en 1941, ha sido mi mejor amiga, y creo que AMIGA, iría mejor escrito así, con mayúsculas.
Su nombre verdadero era Patricia Denise Meyers, al que ahora hay que cambiarle el apellido por Galian, y todos la llamábamos cariñosamente, Pat.
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No obstante, su nombre teatral era Alexandra Denisova. Pat llegó a Cuba en febrero de 1941, con su esposo cubano, Alberto Alonso, también miembro del Original Ballet Russe con quien Pat había contraído matrimonio el pasado año en Australia.
El viaje a Cuba era motivado para que ella pudiera reponerse de una indisposición de salud, causada por el exceso de trabajo que la compañía De Basil le imponía a su elenco, por estar corto el personal. En esos años la primera guerra mundial, destrozaba a Europa causando restricciones de viaje a muchos nacionales de países que estaban envueltos en la conflagración.
A los pocos meses de estar en La Habana, el joven matrimonio fue contratado para hacerse cargo de la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana, donde Alberto había comenzado sus estudios de ballet. El director de la Escuela en esos momentos era el profesor búlgaro Georges Milenoff, quien regresaba a EE.UU. después de una corta estancia al frente de la Escuela.
Pronto comenzarían los alumnos de la Escuela, a querer a Pat, y el público asociado a Pro-Arte, también comenzó a conocer y admirar a aquella joven bailarina por su trabajo, tanto como profesora que como estrella de las funciones. Su presencia en el escenario del Teatro Auditórium de El Vedado, ganaba innumerables aplausos por su elegante porte, su excelente técnica, pero sobre todo, lo que más brillaba en ella era el toque de sentimiento y que mostraba en los roles que interpretaba que parecía surgirle del corazón.
Las nuevas aspiraciones de la Escuela, comenzaron a hacerse públicas en el repertorio que la nueva pareja de profesores escogía para las funciones de los alumnos. Ofrecidas varias veces al año, en temporadas de ballet de varios días de duración, dieron motivo a que el crítico José Manuel Valdés Rodríguez, del periódico El Mundo, calificara esa era como “La época dorada del ballet en Cuba”. Y, como no iba a ser si los nombres de coreógrafos como Marius Petipa, Michel Fokine, Serge Lifar, Leonide Massine, etc., comenzaban a aparecer en los programas como autores de las obras que subían a escena.
Pat era la insuperable intérprete de algunas de aquellas obras, como “Las Sïlfides” de Fokine, con música de Chopin; “Las Bodas de Aurora” (3er. Acto de “La Bella Durmiente” de Petipa, y Tchaikowsky); “Petrouchka” de Fokine, con música de Igor Stravinsky, y varias otras obras más. También sería la inspiración de Alberto para sus intento coreográficos; el mejo de estos resultaría ser “Concerto”, inspirado en el Concerto No. 6 para piano y orquesta, de Bach; “Los Preludios”, de Liszt, obra con que Alberto debutaría como coreógrafo en 1942, así como también “La Hija de General”, de Strauss, “Mensaje”, con ritmos de Harold Gramatges; “Rascacielos” de John Alden Carpenter, y varias más que harían esta relación interminable.
Pat marchó de Cuba de vacaciones, en el verano de 1944, y nunca más regresó. El motivo de alejarse de los alumnos y amigos que tanto la estimaban, es demasiado largo para contarlo en estas líneas, pero influyó mucho en la decisión, los celos y la envidia que aparecían entre bastidores y dentro de la propia familia. Su matrimonio con Alberto se terminó al poco tiempo, pero la carrera de Pat no se detuvo. En vez de regresar a las filas del Ballet Ruso Original, optó por establecerse en Hollywood, donde trabajó en algunas cintas fílmicas con escenas bailables, que tenían como protagonistas a actores tan afamados como Danny Kaye (Knock on Wood), Gene Kelly (Marjorie Morningstar), Peter Lawford (On an Island with You), etc. además de servirle de asistente en sus trabajos en el cine al propio Gene Kelly, Fred Astaire, Jack Cole, y varios más.
En 1946 fue contratada por el Ballet Theatre (hoy ABT) como una de sus primeras figuras para participar en la primera visita que la compañía haría a Londres. La razón para darle esa posición se debía a que Pat ya era conocida por el público de Londres, donde pocos años antes había bailado con la compañía rusa. Pero los miembros más antiguos del BT, y de igual o menos categoría que Denisova, resentían que una nueva bailarina entrara fresca de la calle, y fuera situada en lugar prominente entre la lista de solistas. El carácter sencillo y tierno de Pat no pudo tolerar la desagradable situación, y pidió a Lucia Chase, directora artística que su contrato fuera rescindido, alegando motivos de salud.
Según Pat me contaría en épocas ya lejanas, Chase no creyó sus excusas, pero, no obstante, las respetó, considerando, según le expresaría, que “debía tener una razón muy poderosa, para tomar tal decisión”. La aceptación de Chase, no obstante, llevaba consigo una salvedad: Denisova no podía bailar en los EE.UU. mientras su contrato, que duraría un año, estuviera vigente. Las razones fueron aceptadas por Denisova, y marchó de nuevo a California.
La vida de Pat siguió su curso en Los Angeles, pero allí pronto la esperaba una gran sorpresa: la visita de George Balanchine, quien inesperadamente, en el verano de 1947, llegó a su casa y ni corto ni perezoso, le ofreció un contrato para aparecer como bailarina principal en la compañía nacional de un musical con su coreografía que había tenido gran éxito en Broadway “Song of Norway”, sobre la vida y la música de Edvard Grieg. Una nueva compañía nacional saldría en gira por los EE.UU.
Pat se sintió honrada y así se lo expresó al gran coreógrafo, pero añadió que lamentablemente tenía que declinar el honor, porque aún estaba en vigor su contrato con el BT. Balanchine, hombre de pocas palabras, solamente contestó “I´ll see wnat I can do” (Veré lo que puedo hacer). No volvió a saber más nada de él, hasta que recibió un cable de Edwin Lester, productor de la obra, citándola a ensayos en Nueva York.
Resumiendo: Denisova fue la bailarina principal de “Song of Norway” (The Naiden Norway) de 1946 a 1948, y aquí cabe una pregunta: ¿Exigiría Chase algún precio para dejar a Pat libre antes de que su contrato con BT venciera? Un amigo periodista, Leland Windreich, al enterarse de la historia, tuvo una sugerencia que nadie ha podido, ni podrá ya comprobar: ¿Sería acaso “Tema y Variaciones”, único ballet que Balanchine compuso para BT y fue estrenado en novimbre de 1947, el precio que pagó Balanchine a Chase por dejar a Denisova libre del contrato con su compañía? Solo Dios lo sabe.
Sus años de bailarina terminaron como profesora, en el estudio de Stanley Holden, de donde se retiro después de haber llevado muchos años enseñando allí.
De los cubanos que fueron sus alumnos, ya, desgraciadamente no quedan muchos que puedan dar fé de su grandeza espiritual y danzaría. Pero los que tuvimos la enorme suerte de verla bailar, además de conocerla íntimamente, es imposible olvidar su Genio Divino, en el bello ballet de Fokine titulado “Paganini”, que llevaba la música de Rachmaninoff (Rapsodia sobre un tema de Paganini) le ví bailar en La Habana, con el Original Ballet Russe de De Basil. Una experiencia irrepetible que me prendó al ballet para siempre.
Pat ha tenido cuatro hijas, de las cuales (tres de ellas frutos de sus feliz y largo matrimonio con Gerri Galian) las dos mayores, Sharon y Tissie, son las responsables de la fiesta con que celebrarán los 90 años de su querida madre. Siento no estar presente en ella, pero mi alma y espíritu si estarán allí, festejando la ocasión.
Happ Birthday, Dearest Friend !!
ALEXANDRA DENISOVA AS THE MAIDEN, IN «SONG OF NORWAY», WITH CHOREOGRAPHY BY BALANCHINE (Photo Maurice Seymour, ca. 1946, from CPV´s collection)
©2012 Danza Ballet
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