La Historia del BALLET REAL DE SUECIA

La Historia del BALLET REAL DE SUECIA  | Danza Ballet 
La Historia del BALLET REAL DE SUECIA  | Danza Ballet 

 

Sólo hay tres otras compañías de ballet más antiguas en el mundo, la de Paris, la de Copenhague y la de San Petersburgo. Suecia tuvo su primera compañía de ballet profesional cuando el rey Gustavo III encontró una Opera Sueca en Estocolmo en 1773.

El teatro era la gran pasión del rey, y le encantaba actuar y escribir sus propios actos. Sin embargo, nunca aparecía como un bailarín, obviamente debido a sus dificultades físicas – tenía una leve cojera. Pero desde el principio, el ballet se convirtió en una parte importante dentro de las actividades de la Opera.

Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid

Solo unos meses después de la apertura de la Opera el maestro del ballet francés Louis Gallodier había conseguido reunir un conjunto de treinta bailarines. Ya desde la primera temporada el rey dio su gran aprobación: “los bailarines no son desagradables y actúan correctamente; prometen llegar a ser bastante buenos con el tiempo.”

Los bailarines de la Opera no solo prometían llegar a ser bastante buenos, sino también bastante numerosos. Ya en 1786 la compañía contaba con 71 bailarines (que puede compararse con los 75 con los que cuenta el ballet ahora). Con otras palabras había un fuerte compromiso de la compañía de ballet. El rey pagaba unos cachés enormes para así atraer a los bailarines más notables para que fueran a Estocolmo. Durante el reinado de Gustavo III Estocolmo se convirtió en la metrópolis europea del ballet, la compañía alcanzó fama internacional y la compañía de ballet era tan vital que no pereció ni mucho menos con la muerte del rey en 1792.

El gran interés del movimiento romántico por el folklore se reflejó en el repertorio, basado en el baile popular sueco creado por el joven bailarín y coreógrafo de gran talento Anders Selinder. La presión romántica del ballet hizo que el público sueco se enfrentara a otros ballets tales como La Sylphide o Giselle, el cual fue a la capital sueca a penas cuatro años después de
su estreno en Paris.

August Bournonville pasó varias temporadas en Estocolmo, y entre 1861-1864 fue contratado en la Opera Real como director y productor. Cuando se fue el teatro sufrió una crisis, al igual que otros teatros europeos de aquella época a excepción de Dinamarca y Rusia, donde el arte del ballet siguió prosperando. El renacimiento del ballet europeo haría su llegada uno años mas tarde en el siglo XX, y los impulsos vinieron del baile libre y del ballet ruso Diaghilev de Paris. La bailarina americana de pies descalzos Isadora Duncan fue vista en Estocolmo en 1906, lo cual inspiro a la joven cantante Anna Bahle haciéndole cambiar su vocación, para mas tarde darle al baile libre su punto de apoyo en Suecia. En 1908 la visita de un grupo de bailarines del ballet imperial de San Petersburgo con Anna Pavlova como estrella tuvo un gran éxito en la capital sueca. Un año más tarde se fueron a Paris bajo la dirección de Sergey Diaghilev creando esa revolución que el ballet del oeste tanto necesitaba. Cuatro años más tarde el coreógrafo principal del ballet ruso, Michel Fokine, llegó a Estocolmo creando una revolución similar. 

Por fin los bailarines suecos talentosos pudieron aparecer en un repertorio valioso, e igual que en Paris el ballet se convirtió en un arte a tener en cuenta. Hubo planes incluso para establecer una compañía rival del ballet ruso, con los bailarines suecos dirigidos por Fokine. Pero la 1º Guerra Mundial se interpuso en el medio, y hasta 1920 la idea no fructifico, pero esta vez sin Fokine. En su lugar uno de sus alumnos suecos, Jean Börlin, se convirtió en el coreógrafo principal, y el joven adinerado coleccionista de arte Rolf de Maré asumió un papel parecido al de Diaghilev para la compañía. El Ballet Sueco de Paris existió durante cinco largos e intensos años, desde 1920 a 1925, consiguiendo una postura central dentro del arte nuevo de la época. Se convirtió en una especie de laboratorio escenario para la vanguardia internacional y atrajo a muchos de los más destacados pintores, compositores, músicos y poetas de Paris.

En Suecia el baile moderno creció fuertemente durante los años ’39-’40. Entre los numerosos jóvenes talentos que aparecieron en aquellos años hay que mencionar a Birgit Åkesson, Birgit Cullberg e Ivo Cramér. Estos coreógrafos fueron igualmente contratados por la Opera Real Sueca para crear un repertorio nacional nuevo para el ballet de los años 1950. Las obras de reforma comenzaron a finales de los años ’40 por Anthony Tudor, y con el sensacional ballet Miss Julie de Birgit Cullberg el arte del ballet se gano la atención del público. Esto presagiaba un renacimiento para el ballet que empezó en serio cuando la maestra del ballet inglés Mary Skeaping fue a Estocolmo en 1953 con el Lago de los Cisnes, llevando al ballet sueco a un alto nivel de profesionalidad. Mary Skeaping fue directora del ballet durante casi diez años, y creó un repertorio de clásicos así como de ballets contemporáneos especialmente creados para la compañía por coreógrafos suecos. En el Teatro Drottningholm Court también consiguió crear un repertorio de ballet único, que más tarde fue llevado por Ivo Cramér y Regina Beck-Frijs.

En los tiempos modernos el talento particular de los bailarines suecos para el ballet dramático ha sido explorado no solo por los coreógrafos nacionales, pero también por artistas internacionalmente conocidos que van desde Antony Tudor hasta Jiri Kylian y John Neumeier. Los extensos ballets narrativos de Kenneth MacMillan y John Cranko tambien llevaron a la compañía a la perfección, al igual que los estilos modernos de movimiento de Glen Tetley o William Forsythe. La versatilidad, una noche para dominar el ballet del siglo XVIII en el teatro Drottningholm y otra noche para dar un paso en el presente en una obra de Ulysses Dove, Twyla Tharp, Mathilde Monnier, Per Jonsson, Birgitta Egerbladh o Mats Ek se ha transformado en una especie de seña de identidad para el Ballet Real Sueco. Desde el otoño de 2002 la bailarina de la corte real Madeleine Onne, miembro de la compañía desde 1978, es la directora artística del Ballet Real Sueco. Por Teatros del Canal – Madrid.
 

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 Rättika – Coreografía Mats Ek – BALLET REAL DE SUECIA
 

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