Maya Plisetskaya, figura esencial de la danza del siglo XX

Adora España


Maya Plisetskaya es de esas personas que parece haberle ganado la batalla al tiempo. Cumplirá 82 años en noviembre, pero conserva un aspecto espléndido, juvenil, y se siente feliz de estar de nuevo en España, un país que adora y en el que dirigió el Ballet Clásico Nacional desde 1987 a 1990. En el 93 se le concedió la nacionalidad española.


"Mi amor hacia España está bien descrito en mi autobiografía, ´Yo, Maya Plisetskaya´ (publicada en 1994 en Rusia y traducida al español en 2006), y espero que todo el mundo haya percibido que realmente amo este país. Es hermoso y todo lo español me gusta, el sabor a España me gusta", afirma la bailarina y coreógrafa.


Por eso, cuando el Teatro Real le comunicó la intención de celebrar una gala homenaje, Plisetskaya se alegró "muchísimo" y dijo que sí "en seguida, ipso facto", entre otras razones porque mañana "actuarán los mejores bailarines de hoy día en el mundo".


Plisetskaya interpretará "Ave Maya", creada expresamente para ella por Maurice Béjart, pero en el resto del repertorio no ha influido "directamente". Está de acuerdo con la selección de piezas, aunque no le gusta "todo absolutamente por igual".


Seguida muy de cerca durante la entrevista por su marido, el músico Rodion Shchedrin, y por su amigo Ricardo Cué, director de danza y coreógrafo, Plisetskaya sabe que a más de uno le gustaría verla bailar en la gala alguna pieza con Tamara Rojo, pero, salvo sorpresas de última hora, no está previsto que así sea. "No tenemos ningún número que sea conjunto", aseguró.


Luces y sombras

Los años que trabajó en España constituyen una época de luces y sombras para ella. No conocía el idioma y tuvo que vencer muchas resistencias, tal y como reconoció cuando presentó sus memorias el año pasado en Madrid.


Plisetskaya ignora la razón exacta por la que España no cuenta en la actualidad con una compañía de ballet clásico, pero está convencida de que "tendría que haber una". "Los bailarines españoles están muy capacitados, son muy expresivos y tienen unas piernas muy buenas para el ballet". "Hay que crear una escuela de ballet e invitar a bailarines, a pedagogos y a gente de todo el mundo, porque España es un país grande y tiene que hacerlo", señala Maya Plisetskaya, que conserva en sus ojos la expresividad y el brillo de una persona joven.


Esta mujer que, en palabras de Cué, supo combinar en el baile "la belleza, la grandeza y la delicadeza", ha tenido que vencer en su vida muchas dificultades. De niña vio cómo su padre era detenido y fusilado por Stalin y su familia fue declarada "enemiga del pueblo". La antigua Unión Soviética, dice, "era un país comunista y no se podía vivir bajo ese régimen. Nadie puede hacerlo, es antihumano".


Tiene carácter, energía y valor, y eso ha contribuido a su triunfo, aunque ella asegura que quien más le ha ayudado en la vida ha sido su marido. "Yo sin él no habría podido salir adelante. Nos queremos mucho".


A finales de este mes saldrá en Rusia la segunda parte de sus memorias, tituladas "Trece años después". El primer tomo está traducido a catorce idiomas y a ella le encantaría que el segundo también se tradujera al español.